CAPÍTULO 9

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❄Despertar❄

― Y-y ¿los demás? ―me incorporo como puedo en la camilla, con un ligero aturdimiento que oscurece mi vista por escasos segundos, e intento enfocarme en la persona frente a mí.

―Se fueron hace un rato, despertaste como 30 segundos y luego te volviste a dormir como una hora.

―E-espera espera, ¿una hora? ―todo lo que recibo de respuesta es un tarareo que interpreto como afirmativo― Pero se supone fueron segundos, puedo decir que puse mucho de mi parte para abrir los ojos.

―Oh por supuesto―dice irónico y arrugo mi vista en dirección suya―y también para tratar de cerrarlos para siempre―ríe sin gracia.

Bufo― a todo esto ¿por qué rayos te estoy dando explicaciones? Mejor dime, ¿qué haces tú aquí? ¿cómo sabías que estaba en esta situación?

―Ok Pitufina, para empezar me das explicaciones porque al parecer estamos juntos en esto―dice mientras alza su dedo meñique empezando a numerar― segundo, vine a verte―alza un segundo― aunque no creas que me hace mucha gracia, estaba muy tranquilo hasta que me enteré de todo―suspira mirando por la ventana y aprovecho para enseñarle la lengua -inmaduro, lo sé- alza un tercer dedo― y en tercero, como ya te dije, me buscaron y pensaron que sería de ayuda, así que, aquí estoy iluminando tu alrededor con mi magnífica presencia―todo lo dice con un tono casi teatral mientras alza sus brazos y con las manos señala todo al girar sobre su propio eje. Maldito narcisista.

―Bien, bien, entonces ¿te vas? o ¿tengo que soportarte más tiempo? ¿uhm? ―sonrío socarrona.

Él también ríe.

―Esa es tu decisión―sonríe de lado y me guiña un ojo, mientras se aleja y desaparece por la puerta.

Estúpido día pesado. O bueno, mes, creo, no estoy segura, eso había escuchado.

Agh.

Tallo mi cara y tiro de mi cabello intentando espabilar, me duele todo. ¿Qué no se supone que para evitar estos dolores le hacen a uno rehabilitación? Bendito hospital al que me vine a quedar.

Cierro mis ojos y descanso mi cabeza sobre la almohada, pronto vuelvo a ceder al agotamiento mental.

(...)

Alguien toca mi cabeza con delicadeza, haciéndome piojito, siento calidez, como si fuera mi lugar favorito, ese lugar en el que me siento protegida y muy pero muy amada, una canción es cantada acapella tiernamente.

Estábamos allí sentados

Y hablábamos de todo un poco

Y todo nos causaba risa

Como dos tontos

Y yo que no veía la hora

De tenerte en mis brazos

Y poderte decir

Te amo

Desde el primer momento en que te vi

Y hace tiempo te buscaba

Y ya te imaginaba así

Un beso es depositado en mi nariz y se siente tan vívido que juro hay alguien a mi lado, como si ese alguien fuera alguien que me ama de toda la vida, alguien como...

Mamá...

―¡Mamá! ―despierto sobresaltada, con el pecho estrujado y el corazón en una posible taquicardia, amenazando mi cordura, el sudor frío bajando por mi nuca y mi respiración errática me dicen que todo fue un sueño, pero la lágrima que resbala por mi mejilla y se pierde tan salada entre mis labios, me hace saber que sentí algo muy real. Suspiro e intento controlar mis trémulas manos una con la otra―Mamá―repito esta vez en un susurro, como si de esa forma fuese a escucharme y venir a acunarme entre sus brazos, quitándome todo pesar y dolor de encima.

MiedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora