CAPÍTULO 6

12 1 0
                                    

❄Y levantarse❄

La luz había comenzado a colarse por los ventanales del pasillo, mi espalda se sentía tensa por haber dormido en las sillas de la sala de espera, mi cuello a pesar de estar un poco torcido se encontraba en lo que podrían considerarse buenas condiciones, gracias a la extremidad de cierto chico que había sido ofrecido de almohada.

Me levanté y comencé a estirarme poco a poco mientras mis ojos se acostumbraban a la luz. Recuerdo haber caído dormida entre tanto llanto por la fuerza de la situación que logró superarme; Bruno y Farid habían estado consolándome hasta que tuvieron que regresar a casa, puesto que se habían desaparecido por mucho tiempo. Sin embargo, y para mi sorpresa, el único en no dejarme sola fue Ereny, al parecer no era tan mal chico como yo creía. Había dormido alrededor de 2 horas y aunque fuese poco, había sido reparador.

―¿Señorita Lorenzo? ―se acercó a mi con mucha delicadeza una de las enfermeras en turno.

Mi cara de confusión podría decirle todo. Después de haber caído dormida hace unas pocas horas atrás, me había desconectado completamente del mundo y la realidad, mi realidad, aquella que apuntaba a ser muy dolorosa. Unas lágrimas resbalaron por mi mejilla al tener tan preciosos recuerdos en la mente proporcionados por la persona que se había encontrado en observación y formaba parte de mi vida desde siempre, y que lastimosamente comenzarían a desvanecerse en mi memoria hasta que incluso su olor, fuese sólo una huella en la arena.

Las promesas eran algo sagrado, pero sabía, a veces eran imposibles de cumplir. Quizás nunca podríamos ir a la playa a tomar unos buenos cócteles, reírnos de cosas sin importancia o ver la tarde caer en una noche bohemia con canciones de Joan Sebastian y Alberto Vázquez.

Pero milagrosamente, había oportunidades.

―Logramos estabilizar a su madre hace unas horas, no había hecho el informe porque usted se encontraba inconsciente― ¿inconsciente? ¿no nada más había sido una siestita? ― ahora se encuentra en un coma inducido en cuidados intensivos para evitar una recaída, en unas horas podrá pasar a verla―las lágrimas que aún contenía y que salían tranquilamente, se desbordaron sin prisa―sé que probablemente no tenga nada que ver con el área médica, pero me atrevo a aconsejarle que hable con ella.

―Pero... se encuentra inconsciente―interrumpí en un susurro.

―Y aunque no lo crea los pacientes en coma pueden percibir todo a su alrededor―tomó mi mano en un suave apretón brindándome apoyo, coma, que palabra tan aterradora―así que hágale saber que usted sigue aquí, que necesita de ella, de su ejemplo y amor, que no puede irse, así como así, aún tiene otro lindo futuro que cuidar.

Dio un último apretón a mi mano y con una sonrisa tranquilizadora se dio la vuelta, alejándose a continuar con su jornada. Mis rodillas no pudieron con el peso del alivio que la noticia me generó y caí al piso, provocando que Ereny—que hasta ese momento seguía dormitando—corriera hasta a mí.

Cualquier persona, lo primero que hubiese hecho sería preguntarme si me encontraba bien, seguido de eso me levantaría y me obligaría a tener fuerzas, pero por lo que veo me estoy volviendo olvidadiza, porque el chico enfrente mío, no es cualquiera.

Está de rodillas igual que yo, aprisionándome con sus fuertes brazos, en un abrazo que me hace pasar de un llanto de alivio a uno en medio de risas que pretenden robarme el aliento. No dice nada, su mano izquierda sólo se dedica a dejar suaves caricias que van desde el nacimiento de mi cabello a mi espalda baja, repitiendo la acción así varias veces, mientras su mano derecha sostiene mi mano cerca de su corazón, lo que extrañamente logra calmarme un poco.

MiedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora