CAPÍTULO 2

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-Señora Kim, tenemos que hacer la revisión diaria.- Pronunció la enfermera para despertar a Taeyeon de su sueño. Se incorporó rápidamente sobre el sofá y recordó la situación en la que se encontraba, a pesar de que había pasado una semana, no lograba aceptar la realidad. Se disculpó y salió de aquella habitación.

Caminó hacía la cafetería del Centro Médico y aguardó un rato mientras realizaba una llamada a Seohyun para revisar las cosas del trabajo. Su mejor amiga le dijo que no se preocupara por nada, todo iba perfectamente bien en la compañía.

Más tarde el papá de Tiffany llegó para hacer el relevo y Kim se marchó a tomar un baño en su casa. Regresar a aquel hogar era la peor sensación del día, mucho más que estar en el hospital. Le dolía imaginarse un lugar sin su esposa. No quería llegar pero tenía que afrontarlo. Así que se dirigió directamente a la ducha, después comió tranquilamente para tomar luego una siesta. Por la noche, uno de los hermanos mayores se quedaría con su esposa. Así que ella tendría que regresar por su suegro.

Mientras manejaba por la ciudad, observó un peculiar restaurante. Uno de los lugares favoritos de Tiffany, donde servían de las mejores ensaladas de todo Seúl. A su esposa le encantaba cuidar su dieta y era algo que no compartían. A pesar de que Taeyeon comía menos saludable, se mantenía en un cuerpo muy delgado, más que el de Tiffany. Lágrimas recorrieron su mejilla, sentía cada día más desesperación. Solo esperaba que su esposa despertara y sentir que todo estaba bien.

Esperó a su suegro en la entrada, mientras trataba de tranquilizarse un rato. Él entró al coche y observó que Taeyeon estaba triste, pero espero a estar en casa para platicar con ella.

-Eres muy valiente, Taeyeon. Esta situación es bastante difícil. Pero, sabes que no estás sola, ¿verdad?

-Lo sé, señor Hwang. De verdad que esta situación me está volviendo loca, pero trato de mantener la calma, ustedes me ayudan mucho. Mi madre vendrá la siguiente semana, no había podido por el negocio, pero ya ha organizado todas sus actividades. Seguro que me vendrá bien más apoyo para no perderme.- Se dejó caer en uno de los sofás que estaban en su sala principal, miró fijamente el techo y se quedó en silencio. Su suegro le llevó un té y se quedaron los dos ahí sin pronunciar ninguna palabra por un rato.

A la mañana siguiente, Kim fue a la compañía a dar una checada rápida a toda la situación, mientras trataba de no toparse con nadie. Seohyun le dio todos los detalles y después les dejó indicaciones a sus asistentes. Mientras checaba unos últimos documentos en su oficina, el teléfono sonó indicándole que la Directora de Marketing quería verla.

-Buenos días, Tae. Disculpa que te moleste...- Lee Sun-Mi, se asomaba por la puerta ofreciéndole una sonrisa apenada.

-Descuida, Sunmi, pasa. ¿Qué se te ofrece?

-Yo... Yo solo quiero saber si puedo ayudarte en algo, quise llamarte pero pensé que no sería lo mejor. Y me alegró verte hoy, ¿cómo lo estás llevando?

-Es una difícil pregunta porque no tengo una respuesta, no creía ni siquiera ser capaz de levantarme hoy. Pero, supongo que esperar que me den noticias de que despertó es lo que me mantiene de pie.

-Lo imagino y de verdad que desearía que no pasaras por algo así... Es decir, a nadie me gustaría verlo en esa situación.- Sunmi se sentía tonta por aquel comentario, no entendía ni siquiera qué estaba diciendo, sacudió su cabeza y observó a Taeyeon un momento. Se dio cuenta que Kim solo veía una foto que tenía en su escritorio, notando que no le ponía atención, suspiró aliviada.- Tae, puedes contar conmigo en lo que necesites, incluso si solo quieres compañía.

-Gracias, Sunmi.- Taeyeon regresó de sus pensamientos y sonrió débilmente.
No tardó mucho en la oficina y salió hacia el hospital porque ese día se quedaría toda la noche. Antes de llegar al Centro Médico, pasó por una florería y compró las favoritas de Tiffany, que aunque no estuviera despierta quisiera que la habitación tuviera el aroma de ellas.

Al llegar al hospital, se llevó la sorpresa de que su madre había llegado mucho antes de lo que esperaba, la saludó y se sentaron a platicar sobre los detalles que hasta el momento tenían. Su mamá le dio un fuerte abrazo, Kim se sentía más acompañada y eso era muy reconfortante. Estuvo unos minutos con ella en la cafetería antes de ir con Tiffany, así que llamó al chófer para que la llevara a otro de los departamentos de Taeyeon, puesto que el suyo ya estaba ocupado por su suegro. Su madre aceptó, comprendiendo que no había mucho más qué hacer por su hija, pero se ofreció a ayudar con estar ahí al siguiente día. Kim aceptó y su madre finalmente pudo marcharse más tranquila. Ella se dirigió hacia la habitación con su esposa, se sentó cerca de ella y se dedicó a observarla. Su piel era tan blanca pero no tanto como la de Taeyeon, su cara era hermosa y creía que no existía una mujer más bella que la mujer que estaba frente a sus ojos, su nariz era perfecta y le encantaba siempre molestarla haciéndole bromas con su nariz redonda. Se limitó a sonreír débilmente mientras lloraba ocultando su cara en el brazo de Tiffany. Ahogaba sus gritos de desesperación y rogaba al cielo o lo que fuera que se acabara aquella pesadilla. Extrañaba tenerla en casa, abrazarla, escucharla cantar por las mañanas mientras tomaba una ducha; echaba de menos su sonrisa única que se formaba tanto en su boca como en sus ojos, aquella sonrisa que le había enamorado desde la primera vez que la vió en los pasillos de la universidad. Quería volver el tiempo atrás, deseaba poder regresar y evitar todo. Pero, no podía y tenía que hacer frente a lo que estaba sucediendo. De repente, sonó su celular.

-Tae, estoy afuera. Pensé que te vendría bien una poca de compañía.

Sin dudar mucho, salió de aquella habitación que la estaba ahogando, había recibido un respiro en el momento justo. Buscó entre la gente y ahí estaba Sooyoung, mejor amiga de Tiffany, moviendo su mano en forma delicada para llamar la atención de Taeyeon.

-Gracias por venir, no sabes lo mucho que necesitaba despertar...- Soltó dejándose caer en uno de los asientos de una sala de espera a la entrada del Centro Médico.

-Es bueno saberlo, la verdad es que yo también me estaba volviendo loca, estuve organizando todo lo que más pude para que cuando pueda regresar no tenga mucho estrés. Tú mejor que nadie sabe que se estresa si las cosas no están ordenadas.

-Probablemente te comenzaría a gritar del por qué no hiciste bien las cosas.- Rieron débilmente las dos.- Gracias, Soo, sé que es difícil todo en estos momentos.

-No tanto como para ti, Taeyeon-ah. Las cosas en la empresa son solo arreglar documentos y asistir a reuniones. Pero, con lo que tú tienes que lidiar es más tormentoso. Eres muy fuerte y sobre todo, sabes que no estás sola.- Kim se limitó a mover su cabeza para afirmar.- Sunny dijo que vendría mañana por la mañana, pidió un día en el trabajo, quiere verla.

-Son muy generosas...

-Es prácticamente mi hermana, lo que le hace su cuñada. Así que, queremos que sienta todo el amor que tiene. Aparte creo que las buenas energías de Sunny le hacen falta.- Sonrió Sooyoung de forma tranquila y Taeyeon respondió de igual forma. Se quedaron un rato más conversando y después Kim pasó a la habitación nuevamente.

Nunca le habían gustado los relojes de manecillas, porque le desesperaban terriblemente, sentía como si el tiempo se estuviera agotando y no podría escapar de lo que sea que estuviera pasando. Justo en ese momento odiaba el reloj de aquella habitación blanca. Trató de pensar en otras cosas, pero era inútil. Caminaba en círculos en aquel cuarto, hizo ejercicios de respiración para poder relajarse, había descargado juegos en su celular porque le agradaban, incluso intentó con unos crucigramas virtuales. Se le hacía eterno el tiempo ahí adentro. Y aunque no precisamente quería salir corriendo, le molestaba sentir que su esposa no podía hacer nada, simplemente tratar de sobrevivir. Después de varias horas que Taeyeon platicaba con una Tiffany inconsciente, decidió ir a la cafetería. Esperó unos instantes ahí mientas observaba a la gente. Notaba aquellas caras tranquilas, angustiadas y cansadas. Se sentía cada vez peor, ahora por la situación de cada una de las personas que se encontraban ahí. Continuaba convenciéndose de que "las cosas sucedían por una razón", pero por más que le daba vueltas al asunto no aceptaba el destino de las cosas. En ese momento un mensaje de texto la distrajo de sus pensamientos:

"No sé porqué existen los relojes con manecillas, creo que fue de los peores inventos".

"¿Verdad? Yo toda mi vida lo he pensando."

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