Epílogo

196 21 15
                                    


Pasaron 18 meses y Tiffany los contaba cada uno de ellos. Su lugar de trabajo estaba en su habitación y sobre el escritorio tenía la cuenta de los días lejos de Corea. Lejos de Taeyeon. Estaba feliz, los amigos de aquella ciudad eran muy amables con ella, tenían una personalidad muy distinta a los asiáticos y eso le agradaba. Era un mundo totalmente distinto a lo poco que había conocido. No quería dejarlo. Pero, algo le hacía falta.

-¿Acabaste de escribir? Ya es tarde, cariño.- el señor Hwang cruzó la habitación hasta llegar a su hija y depositó un beso en su cabeza.

-Estoy por terminar.

-No duermas tan tarde.

-Buenas noches, papá.

Su padre abandonó el lugar, dejándola nuevamente con sus pensamientos. Al llegar a California, comenzó a experimentar todo como una niña pequeña y aunque no pudo volver a su antigua vocación, encontró una nueva. Inició con el propósito de ser escritora de cuentos cortos para niños, era todo un reto porque todo el tiempo le acompañaba un asistente y un diccionario. Pero, le gustaba el esfuerzo que le requería mentalmente, además que lo hacía para no olvidar las cosas, ya que las escribía para poderlas guardar para siempre.

Así todos los días se dedicó a escribir el mismo recuerdo en su diario: Taeyeon abrazándola mientras dormían juntas.

Jessica la buscó en cuanto supo que había vuelto a Los Ángeles y le pidió una oportunidad, pero la pelinegra la rechazó. La aventura de aquella fatídica tarde, no fue más que una experiencia que quería vivir. Y tal vez había eligido a la persona incorrecta, pero no se arrepentía del todo, era como tenía que ser.

Su nueva vida fue especialmente para ella y solo para ella. No comprendía nada del amor, pero estaba conociendo un poco de ello con la gente que le rodeaba. Descubrió que le gustaban las tardes con sus amigos y un helado. Le fascinaban las noches en California con las luces y el calor de la playa. Su mayor admiración eran las mañanas donde podía tomar el sol y un café frío que le refrescaba.

Sin embargo, algo seguía haciendo falta y no durmió por días hasta descubrir de qué se trataba.

•••

Taeyeon terminaba de cargar las últimas cajas que le hacían falta, estaba finalmente en su nuevo hogar. Sunmi la observaba con admiración, estaba más enamorada que nunca. Y la rubia finalmente lo sabía.

La casa era pequeña, pero acogedora. Eligió un barrio demasiado tranquilo, donde pudiera pasar desapercibida. Un poco lejos de todo. Pero, le agradaba, era la paz que estaba buscando. Su antigüo apartamento tardó en venderse porque, por alguna extraña razón, no era del agrado de los compradores. Y un día finalmente un matrimonio joven pudo comprarlo sin más. Estaba agradecida, ya que aunque no lo habitaba en meses, tenía la necesidad de dar vuelta a esa página en su vida. 

El día avanzó entre varias tareas y el estómago de Taeyeon anunció su hambre, que era más que terrible. Ambas pararon para comer el par de pizzas que habían llegado varios minutos antes, Sunmi escuchaba atenta la emoción de la rubia al revelar todos los cambios que tenía en mente. No solo se trataba de su vida personal, si no también profesional. Así que quería ser la mujer que pudiera acompañarla en cada paso. 

Las dos descansaron un largo rato y era el turno de Sunmi en explicar ciertos detalles sobre una campaña de promoción y Taeyeon prestaba atención, pero no podía evitar observar por una de las ventanas de la habitación. Tenía un presentimiento. 

-¿Qué piensas?- Sunmi preguntó con curiosidad, limpiando una comisura del labio de la rubia. 

-¿No crees que lloverá?

RestoredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora