CAPÍTULO II

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Aprendiendo.


El pequeño de ojos marrones cumplía 3 años, era su cumpleaños pero el bebé no lo sabía.

Sus padres nunca le prestaron atención, si sobrevivió fue por la vieja alfa que siempre fue a rescatarlo cada vez que su tierna garganta se desgarraba por el llanto a causa del hambre.

Ese día había llovido mucho, y Gulf salió a jugar bajo la lluvia veraniega, rio feliz saltando sobre los charcos manchando su tiernísima piel con el fango, pero el pequeño era tan feliz, sus ojitos inocentes brillaban de alegría bajo las gotas de lluvia.
Pero ese día había aprendido algo muy importante, jugar bajo la lluvia es divertido, realmente muy divertido, pero después la cabeza puede doler mucho y no puede parar de estornudar, asique Gulf aprendió que la lluvia puede que sea divertido pero enferma feo; muy feo.

☀️🌻

A los 6 años Gulf vio como su padre los abandonó, no entendió lo que pasó ese día, siempre será una laguna de preguntas confusas sin respuestas para el menor.

Tomas estuvo mirando a su hijo toda la madrugada y Gulf lo había notado, los dos orbes estuvieron manteniéndose la mirada hasta que amaneció, ninguno no dijo nada.
Pero el pequeño percibió tristeza y miedo en el mayor, levantó su pequeña mano y por primera vez el hijo acarició el rostro de su padre y fue cuando Tomas se apartó tomando una decisión.
El Alfa tuvo una fuerte discusión con su madre, vio como la beta lo abofeteo miles de veces arañando el rostro del rubio, vio como la mujer agarro la ropa de su padre y la lanzo en el corredor del departamento, despotricando como la desquiciada beta que es.

-¡No puje a ese parásito para que ahora te eches para atrás! De ti depende esto. Tu fuiste el de la idea. ¡TOMAS!

Gulf escuchó claramente a su padre mencionar sobre la aparición de su destinada. Pero Yeni juro a voces que aquello era una maldita mentira. Tomas fue señalado como un cobarde, un traidor y el gran alfa, aquella criatura orgullosa bajó la mirada, no se defendió.

Vio como Tomas juntó sus cosas, le dio una palmadita en el hombro a su hijo y antes de irse le dedico una mirada desesperada al pequeño - si pudiera te llevaría conmigo bebe, pero a mi...hm omega, no le gusta la idea... Sé fuerte campeón, crece bien, no te parezcas a nosotros... y no... no dejes que nadie te toque bebé - los ojitos marrones siguieron a su padre hasta que desapareció por esos oscuros corredores.

Fue la primera vez que el padre aconsejo a su hijo y el niño sabía que debía obedecer.

Yeni empezó a rascarse la cabeza arrancándose mechones de pelo gritando de impotencia.

Los delicados y descalzos piececitos del pequeño lo acercaron a su histérica mamá - Negra, tengo hambre- pidió el niño estirando suavemente de su ropa.

En respuesta se ganó una cacheta que hizo que terminara en el piso- ¡NO ME LLAMES NEGRA MALDITO BASTARDO! - grito furiosa, agarrando su cartera y saliendo a la calle a buscar la manera de seguir consiguiendo sus vicios.

Gulf se levantó silenciosamente, no lloro por el golpe.
Sabía que su papá se fue para siempre pero no importó, ese hombre nunca fue parte de su crecimiento, como lo es la negra, Gulf nunca llamo mamá a Yeni, siempre escuchó a su padre llamarla negra y él creció llamándola de tal singular manera.

La punta de sus deditos rosados tocaron suavemente la mejilla lastimada, ahora tan roja y con la piel agrietada por el frío infernal solo hacia que doliera más, pero él ya tenía 6 años, ya era un niño grande, sabía muy bien cómo cuidarse, y si lloraba no había quien le seque sus lágrimas.

HIJO DEL DESTINO. Hablemos de amor.        ☀️🌻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora