Sentir lo invisible y ser capaz de crearlo, eso es arte.
(Hans Hofmann)
Michael se detuvo en la misma banca donde se había sentado tantas veces mientras Alejandro trabajaba en su retrato. No pudo evitar sonreír al recordarlo. Su piel cosquilleó y su alma aleteó en su interior.
Volteó justo a tiempo para recibir los labios de Alejandro que estaba por susurrar unas palabras en su oído.
Por supuesto que su alma estaba inquieta. No era sólo por sus recuerdos, era la cercanía física de ellos. Sus almas siempre se sentían. Eran almas entrelazadas, después de todo.
—¿En qué estaba pensando usted, profesor Owl? —Alejandro preguntó, sin aliento, cuando por fin dejaron de besarse.
Los ojos grises de Michael brillaban con adoración y, estando tan cerca, Alex pudo verse reflejado en ellos. La enorme sonrisa, el rubor en sus mejillas, el brillo en sus propios ojos azules y el cabello desordenado por los dedos del hermoso brujo que ahora mismo acariciaba con ternura una de sus cejas.
Un suspiro de satisfacción se le escapó a Alejandro cuando el brujo, con un movimiento rápido, lo llevó a sentarse en su regazo. Acomodó su rostro cerca del cuello de Michael y aspiró su aroma. Todavía a veces le parecía mentira que realmente estuviera aquí, vivo, a su lado.
No se preocupo por su bolsa o sus materiales de dibujo, incluído su bloc. Sabía que Michael no dejaría que les sucediera nada malo. Así que se permitió un momento para acurrucarse con su novio y descansar en sus brazos.
Otro suspiro se le escapó, aparentemente no podía parar, cuando sintió los largos dedos de Michael colarse bajo su ropa y acariciar su espalda. Empujó un poco sus caderas hacia adelante y sonrió contra su cuello cuando Michael gimió suavemente, dejó un beso en la unión con su hombro y luego se echó para atrás. Magia o no, no iban a tener sexo en la plaza de los artistas.
—¿Extrañas Bellas Artes? —preguntó, con una sonrisa de disculpa, mientras se alejaba de él para buscar su bolsa que sí, brillaba levemente con la magia de Michael protegiéndola.
Esos ojos de plata nunca se apartaron de él, lo miraron en todo momento y, cuando por fin tuvo su bolsa de nuevo en su poder, Michael extendió una mano hasta él. —¿Cómo podría extrañarlo si tengo al mejor artista y la mejor obra de arte frente a mí?
Alejandro gruñó, sintiendo su rostro encenderse rápidamente. Aunque las mariposas de su estómago parecían estar de acuerdo con Michael y su cursilería porque se volvieron locas. Aun así negó e intentó no sonreír, en lo que falló. —Hablo en serio. Sé que te gustaba mucho enseñar. Aun recuerdo cuando me llevaste ahí para demostrarme que la magia existe.
La sonrisa de Michael se llenó de travesura. Le guiñó y luego dijo “La magia del amor”.
Alex puso los ojos en blanco, pero también sonreía. —¿De verdad no lo extrañas?
Michael pareció pensarlo un momento. —Aunque lo hiciera, después de desaparecer cuando morí y después perdí la memoria no puedo simplemente volver y tratar de recuperar mi puesto. Y no mentía —agregó cuando Alejandro parecía a punto de hablar—, toda mi hambre de arte se sacia contigo. Mi hermoso niño artista.
Todo en Alejandro quemó, ya no sólo sus mejillas, ante el viejo apodó. Antes había odiado tanto cuando Michael lo llamaba “Mi niño”, porque no era tan mayor y lo hacía sentir como si él fuera un tonto inmaduro. Aunque, en el fondo, le gustaba el tono cariñoso y la mirada de Michael cuando se lo decía.
Después supo, claro, que lo llamaba así porque Michael lo vio crecer. Lo observó desde niño esperando el momento en que descubriera si realmente podía atrapar las almas de los monstruos en sus retratos o no. Era, o así lo veía él, su niño.
—No creí que llegaría a enamorarme de ese niño —dijo Michael, ya sea leyendo las emociones en su rostro o literalmente sus pensamientos—, pero así fue. Y no sólo porque resultaste ser de verdad el famoso Atrapador de almas. Es la pasión con la que buscas la justicia, la intensidad de tu mirada cuando tus manos están haciendo arte... Dios, Alejandro, eso es magia de verdad. Y sé que te lo he dicho antes, pero no atrapaste mi alma cuando la guardaste en mi retrato. Te juro que la tenías desde antes, yo te la di. Es tuya. Porque no podía ser de otra manera.
Alejandro sintió su corazón acelerarse ante tremenda confesión de amor y devoción.
—Te juro que si pudiera arrancarme el corazón y dártelo, lo haría ahora mismo. Porque también es tuyo.
Alejandro hizo una mueca, porque eso sonaba asqueroso. Pero cuando parpadeó hubo una imagen demasiado clara ante sus ojos.
Era Michael de pie, bellamente desnudo en cuerpo y alma. Un resplandor azul lo rodeaba, quizá era sólo su magia. Sus ojos grises parecían realmente de plata mientras, con su mano extendida, le ofrecía el mencionado corazón. El órgano todavía latía y brillaba todavía más azul, había hilillos delgados que se extendiían con cada latido. Y Alejandro podía sentirlos penetrando en su cuerpo, adhiriéndose a su alma. Su alma y la del poderoso brujo entrelazéndose de nuevo...
—Me gusto eso —Alejandro se sobresaltó cuando escuchó la voz de Michael frente a él y sintió sus dedos tocando su sien.
—¿Q-qué...? —Alex tartamudeó, avergonzado por su inesperada fantasía.
Pero Michael simplemente sonrió. —Ya sabes qué. Eso fue sexy y lo haría si pudiera. No lo dudes. Aunque la pintura definitivamente puedes recrearla. Estoy más que seguro —dijo, tomándolo de la mano y comenzando a caminar— y estoy dispuesto a ser tu modelo.
—¡No voy a dibujarte desnudo! —Alejandro balbuceó, bajando la voz para que nadie lo escuchara.
—¿Por qué no? —Michael preguntó tranquilamente—. Me has visto desnudo antes y sé que te gusta.
El cosquilleo en el vientre de Alejandro, su corazón acelerado y su miembro sacudiéndose estaban de acuerdo. Mordió su labio inferior y trató de pensar en una razón lógica para no dibujarlo desnudo.
No se le ocurrió ninguna.
Además ya estaban en ese solitario callejón que estaba cerca de la plaza de los artistas. Dos pasos dentro, una chispa de magia y el siguiente paso lo estaban dando dentro de su casa. Su habitación, más específicamente.
Michael ya lo había soltado y estaba desabotonando su camisa. Le siguieron sus pantalones. La ropa interior...
Alejandro lo miró sin decir nada o hacer cualquier movimiento.
Miró las fuertes pantorrillas de Michael, los muslos musculosos, el trasero firme, las anchas caderas, la cintura... Estaba apenas en sus omóplatos cuando Michael se giró y Alejandro se atragantó mirando esos hermosos abdominales, la exquisita uve divinamente marcada. La entrepierna tuvo su atención sólo un segundo porque entonces el cosquilleo al sentir la magia de Michael lo hizo levantar la mirada. El brujo le ofrecía un corazón de magia azul y blanca. —¿Así está bien?
Y Alex estuvo sacando sus colores y el bloc dibujo antes de darse cuenta. —Perfecto —contestó con el primer trazo—. Eres perfecto, Michael.
Escuchó más que ver la sonrisa en la voz de Michael cuando dijo: —Tú eres perfecto. Ahora date prisa porque después de esto, definitivamente necesito hacerte el amor.
Alejandro gruñó, pero sí se dio prisa.
Quizá Michael tenía razón. No necesitaban Bellas Artes para crear arte. Ni tampoco ser brujo o atrapar almas para crear magia. Porque, una hora después, entre las sábanas hicieron ambas con sus cuerpos juntos y sus almas entrelazadas.
* ~ * ~ *
Hola. Como dice el título, este es un capítulo especial, no va dentro de la historia. Al menos no en el punto en que nos quedamos en el anterior. Se supone que iba a subirlo el día 14, pero no pude 😔. Igual espero les guste y en la semana subo el nuevo capítulo, ahora sí volviendo a la historia. Muchas gracias a quien siga por aquí ❤️
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Almas entrelazadas (Gay)
FantasySEGUNDA PARTE DE ATRAPA MI ALMA: Donde Alejandro Stevens busca regresar a Michael Owl, su otra mitad, a la vida. Alex tiene parte del alma de Owl, ya que sus almas fueron entrelazadas siglos atrás, y Cris -el joven aprendiz de Owl- tiene parte de s...