Almas entrelazadas (Gay)

Capítulo 16

Hubo un empujón y un tirón con este hombre; me  atraería como si no pudiera vivir sin mí y  luego me alejaría como si no me necesitara en absoluto.
(N.R.Walker)

—¿Qué? —Theo, con el ceño fruncido, preguntó a Alejandro. Sonaba cansado.

Estaban cansados, llevaban horas mirando las fotos y leyendo los expedientes de los casos de los hombres que habían muerto todos a la misma hora sin razón aparente. Y si bien Alejandro estaba aquí sólo como apoyo para su amigo, porque decidió que –aunque Michael todavía no recordaba del todo– su amigo lo necesitaba y tenía que volver al trabajo; Theo no, el puesto y la reputación de Theo dependían de que resolviera esto...pronto.

Theo que suspiró frustrado, su mano barrió una de las fotos sobre otra y luego golpeó la mesa sobresaltando a Alejandro que había dejado de mirarlo y escucharlo desde hacía rato. —¡Podrías al menos fingir que estás aquí!

Las pálidas mejillas de Alejandro enrojecieron intensamente. Sus ojos azules se clavaron en la mesa, mirando sin ver una de las fotografías, simplemente buscando una distracción de la intensa mirada de su amigo. Mordió sus labios con fuerza y luchó por concentrarse, sabía que no estaba siendo de ayuda para buscar la solución –o, mejor dicho, inventar una excusa creíble porque ambos sabían que no podían decir la verdad–, pero es que no podía, su mente seguía viajando a esta mañana:

«Había despertado, como las últimas semanas siempre sucedía: con el cuerpo de Michael sobre él, detrás de él o frente a él. Y si bien las primeras veces fue extraño, parecía lo más normal del mundo y era por eso que Michael se lo había pedido en primer lugar, pero se sentía extraño...como si Michael no estuviera seguro del por qué lo quería cerca. Alejandro trataba de darle espacio, a pesar de los besos y todo lo demás, para no abrumarlo demasiado. Dormían cerca, pero –al menos mientras estaban despiertos– no demasiado ni se abrazaban; Alejandro a veces tomaba su mano, pero eso era todo. Dormidos la cosa cambiaba porque Michael siempre lo buscaba, terminaba aferrado a él y sólo entonces se relajaba, balbuceaba dormido palabras que –si Alejandro no durmiera también plácidamente reconocería como lo que eran– eran fragmentos de recuerdos, de esta vida y la anterior.

Y esta mañana –a Alex todavía se le aceleraba el corazón al recordarlo– no habría sido tan diferente, pues Michael despertó como de costumbre envolviendo con su cuerpo a Alejandro desde atrás, si no fuera por las palabras que había balbuceado adormilado mientras besaba a un lado de su cuello: “Atrapa mi alma”, y luego un “Cariño” arrastrado mientras sus manos lo apretaban con fuerza y sus dientes dejaban una marca en aquel punto entre su hombro y su cuello, “Atrapa mi alma, Alejandro”.

Alex se había sobresaltado con las sensaciones que eso le provocó incluso estando dormido. Su corazón latía de prisa, sus manos hormigueaban –por tocarlo o dibujarlo, simplemente por sentir su alma–, y esta última –su alma– se sentía inquieta y atraída por la de Michael, entrelazadas como estaban. Su hombro había golpeado a Michael en el rostro y luego, cuando completamente apenado y ya despierto Alejandro se volteó para disculparse, sus frentes chocaron y sus dedos se enredaron en un nudo en el cabello de Michael. Ambos se miraron entre asustados, apenados y sorprendidos, tan ridículo todo, y luego estallaron en carcajadas. «¿Qué está pasando?»  se preguntaba Michael, sintiendo esa extraña agitación en su pecho; «Estás recordando, mi amor» pensó Alejandro, con el nudo en su corazón aflojándose un poco más. Luego, cuando Alex subió su la otra hacia su cabello para tratar de liberar su mano ya atrapada, acunó su rostro y buscó las palabras correctas para tranquilizarlo, para preguntar si recordaba algo o por qué lo dijo –pero sin presionarlo o forzar sus recuerdos– pero Michael lo sorprendió con un gemido bajo, cerró sus ojos y buscó sus labios a tientas...