Capítulo 13

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«Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se borran.» (Proverbio africano) 



—¿Qué pasó? —Cris preguntó apenas cruzó la puerta.

Alejandro, que había estado esperando, le pidió bajar la voz.

Cris lo miró extrañado, pero lo siguió en silencio hasta la cocina. —¿Es Michael? ¿Pasó algo? ¿Está bien...? —su corazón de repente acelerado porque tan asustado como estaba por su sueño no se le ocurrió pensar en Michael. Se detuvo cuando sintió los dedos del Atrapador de almas clavarse con fuerza en su brazo, deteniéndolo.

Alex notó que Cris estaba por correr a buscar a Michael y no podía negar que en un primer momento fueron tal vez celos los que lo hicieron detenerlo, pero después notó las marcas en su cuello. —¿Cris, qué...?

—¡Ah! —Cris se separó de él en cuanto sus dedos lo rozaron, mirándolo con sorpresa. Dejó escapar una respiración temblorosa. Casi había olvidado cuánto malditamente mucho dolía. Parece que sólo con Theo se curaban. Maldijo por lo bajo, ¿tenía que encontrar a su alma gemela en un humano prejuicioso y asustado que corría justo cuando más lo necesitaba?

—¿Qué pasó? —Alejandro no podía creer lo parecidas que eran esas marcas a las de Michael. De no ser porque pasó la noche con él, habría pensado que se enfrentaron a la misma persona.

Cris hizo una mueca, evitando tocarse de nuevo porque ni siquiera él podía hacerlo sin que esa maldita magia oscura lo quemara. Se sentó, todavía con una expresión molesta, se perdió un momento en su reflejo en el cristal de la mesa...no pudo evitar recordar a Theo sobre él, sus labios, sus manos, la sensación en su pecho, su alma...

—Cris, ¿qué es?, me estás asustando... —Alex retiró su mano cuando notó la incomodidad del joven brujo y cómo se sobresalto y se encogió lejos de su toque.

—Lo siento —Cris lo miró avergonzado. No era momento para perderse en sus sentimientos heridos cuando había un brujo oscuro aparentemente no muerto dando señales confusas—. Lo siento. Yo...tuve un sueño y...

Alejandro lo miró, esperando, conteniendo la respiración. No podía ser coincidencia. Un sueño. Las marcas...

“No digas su nombre. No digas su nombre. Por favor, por favor, no digas su nombre...”

Cris prefirió no dar detalles. No eran necesarios y, además, Alejandro no entendería. Aunque había magia en él, la suficiente para atrapar almas, no era como la de ellos; Alex era un Atrapador de almas y no un brujo.

El ceño del joven brujo estaba fruncido y Alejandro estaba por gritarle para que dijera algo, cualquier cosa, porque iba a morir si no hablaba, cuando Cris dijo: —Mira, sé que no lo conozco...no llegué a conocerlo, él murió algunos años antes de que yo me encontrara con Michael y él me salvara, pero estoy seguro que es él. Tiene que serlo. Aunque no entiendo por qué a mí...

—¿De qué hablas? —Alejandro preguntó, aunque en el fondo ya lo sabía.

—Soñé... Era él, sus ojos... Tiene que ser él, porque sólo hay dos brujos lo suficientemente fuertes y mayores para tener esos ojos de plata, y sé que Michael nunca me haría daño porque me quiere...

Alejandro, no pudo evitarlo, carraspeo.

—...me quiere como a un aprendiz —aclaró Cris, evitando mencionar que lo suyo con Michael era ya pasado, que el vínculo entre ellos era sagrado y, además, el suyo era muy claro ahora también—, es mi maestro, mi mentor, mi salvador. Debo a él mi vida y aunque se la regresaría con gusto, sé que Michael nunca la tomaría o pediría. Así que sólo queda una opción...

Almas entrelazadas (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora