Capítulo 23

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Una alegre mañana la vida nació, en las sombras de un amanecer muerto.
(Damon Albarn)



Sí. La magia de Michael había regresado. ¿Y no era eso maravilloso?

Alejandro estaba mirando a Michael, a su alma gemela, dormir. No podía detener la enorme sonrisa que seguía volviendo cada vez que intentaba detenerla. Tenía sus manos entrelazadas entre sí con fuerza, porque eran casi irresistibles las ganas de tocarlo. Sus dedos picaban por acariciar su piel o por dibujarlo; con cualquiera de las dos maneras lo estaría sintiendo.

Un suspiro se le escapó cuando recordó la primera vez que pudo sentirlo. Que sus cuerpos se unieron en esta vida. Y ya estaba sonriendo otra vez.

Y también había mariposas aleteando en su estómago porque, aunque él no era brujo, podía sentir su magia. Incluso mientras dormía.

Al final no lo resistió más y se acercó a él. Lentamente, tratando de no hacer ruido ni mover demasiado el colchón para no despertarlo. Después de haber vencido a Susan, cuando la adrenalina por fin desapareció de todos, Michael estaba agotado por haber usado su magia recién recuperada. Y sus pensamientos eran demasiados ahora que estaba recordando como para seguir despierto.

Sus dedos tocaron suavemente el rostro de su hermoso brujo. Adoró la suavidad de su piel mientras iba bajando, atrapó su barbilla y dejó un beso en su mandíbula antes de recostarse sobre su pecho. Cerró los ojos para disfrutar mejor el ritmo de su corazón; ese que le aseguraba que le aseguraba que seguía vivo, que estaba a salvo. Y la magia de las almas entrelazadas que le decía que seguía siendo suyo.

—Estás pensando mucho —la voz ronca, todavía adormilada, de Michael se escuchó. Vibró en el pecho sobre el que Alejandro estaba recostado.

Alex sólo lo abrazó con más fuerza. —No puedo creer que estés de regreso.

Lentamente, pero igual de fuerte, los brazos de Michael lo envolvieron también. —Nunca te dejaría. La muerte no logró separarnos la primera vez y no lo haría ahora. Te amo.

A este ritmo, Alejandro iba a deshacerse en suspiros. Se giró un poco y se movió, acomodándose mejor, sus piernas se entrelazaron con las de Michael. Sus cuerpos, igual que sus almas, se amoldaban perfectamente. Buscó a ciegas los labios del brujo y lo dijo sin palabras. Porque así de fuerte era la conexión entre ellos. «También te amo».

* * * * *


Theo se dijo que no eran celos. Él no tenía razón para estar celoso. ¿Por qué lo estaría?

¿Sólo porque Cris le insistió en que le diera una oportunidad a esto entre ellos, para después ser un idiota y querer hacerse el héroe arriesgando su vida y agotando su magia?

¿Y, además de todo lo anterior, exigirle que se fuera y lo dejara solo con Alejandro?

¿O quizá el hecho de, que incluso mientras casi se moría, todavía pudo mirar a Michael con adoración antes de desmayarse?

«Michael, volviste».

Esas habían sido sus últimas palabras consientes. Su última mirada se la llevó el ex amante de Cris y no él.

Y sí, sí, ya sabía que Michael estaba enamorado de Alejandro y siempre lo estaría. Sus almas entrelazadas y todo eso. Pero no podía evitar esa pesadez en su pecho, lo amargo que se sentía y cómo parecía desgarrarlo por dentro saber que siempre compartiría el corazón de Cris con alguien más.

Almas entrelazadas (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora