Dormí más de lo normal, sin embargo, cuando mis ojos se abrieron tan solo pudieron desear volver a cerrarse. Era consciente de la posición en la que me encontraba; faltaban días para que el padre de Alison nos viniera a buscar, demasiados días para aguantar una situación tan incómoda como aquella, si es que la discusión no se repetía de nuevo.
Intenté evitar la cocina por ahorrarme encuentros indeseados a si que, sin dudarlo, me dirigí directamente al baño para brindarme del sonido relajante de la ducha y el sutil y suave tacto de las gotas de agua rozando mi desnuda piel.
El estrés de la madrugada y la ira aún estancada en mí se junto con el agua que recorrió todo mi cuerpo hasta perderse en el fondo de la ducha; el enfado, la rabia, el dolor y las preocupaciones que habían ardido intensamente en mi corazón se desvanecieron, se ocultaron bajo la oscuridad dejando un claro en una parte puntual de éste, dejando como prueba de su previa presencia unas significativas cenizas.
Al salir con un rápido movimiento quité la nubosidad del espejo para fijar mi mirada en mis ojos; estos mostraban un cansancio resaltable e inconfundible aunque tranquilamente lo camuflaría con un falso cansancio físico, ocultando el mental, aquel que solo Theo era capaz de observar y distinguir.
Una inesperada punzada me obligó a respirar profundamente para volver a entrar en la calma que me envolvió mientras me duchaba; el agua golpeaba con fuerza mi rostro, así se lo permití yo, y el bao cegaba mi visión, su espesura y la manera tan rápida en la que me atrapó fue lo que me cautivó de él.
Un diminuto paraíso en mitad de un infierno descomunal, así lo vi yo, así me encontraba; en busca de pequeños lugares de luz donde descansar del doloroso y pesado caos de mis días.En el momento en el que abriese la puerta la luz especial del lugar y los elementos que incrementaban la tranquilidad desaparecerían en un abrir y cerrar de ojos de ojos y, aquello, hizo que me detuviese frente a la puerta con la indecisión de si salir a enfrentarme a mis problemas, a mis demonios que despertarían por falta de paraíso y por la aparición del infierno frente a mí, su hogar, aquel donde reposaban y esperaban pacientemente mi vuelta, mi inevitable y aborrecida vuelta.
Lo hice. Los desperté y aquello provocó que se esfumase la poca calma que fui capaz de recopilar y guardar en mi interior. Mis esfuerzos resultaron insuficientes; enseguida los demonios encontraron aquella tranquilidad y la hicieron añicos sin contemplaciones, un acto oscuro y habitual que observaba a diario tras encontrarme un paraíso ante mis ojos. Podía ser la luna, la noche, el agua rozando mis mejillas o Theo, y éste último, sin embargo, era el único capaz de esconder la calma de manera en la que jamás podría ser hallada, en lo más profundo de mi corazón, donde nada podría encontrarla. Ese era el efecto que tenía su escurridizo rayo ante los demonios ya que se filtraba por los caminos más remotos con rapidez, demostrando una habilidad digna de admirar. Su luz no podia traspasar la oscuridad que me tenía abrazada, sin embargo, aquel rayo logró hacerlo y desde que lo hizo jamás se fue, quedó en mis profundidades y, a pesar de carecer de la fuerza necesaria para iluminar lo más mínimo, su presencia calidecia la frialdad que me tenía invadida desde hacía años.
Volví a mi cuarto, me negaba a bajar, me negaba a mirarle a los ojos, no era capaz de reconocer a Anthony. Quizás fue el alcohol el causante de la disputa y de sus palabras dañinas dirigidas hacía mí, aún así, pude apreciar en sus palabras unos matices de sinceridad y darme cuenta de ello fue doloroso de procesar.
Coloqué los auriculares en mis oídos y una vez me tumbé sobre la cama, boca abajo con la cabeza apoyada sobre mis brazos, dejé de percibir el exterior para centrarme en la melodía de la canción y poder así perderme en su letra.
Y en ese momento tras una canción cualquiera sonó Mind over Matter (slowed down), su ritmo, a pesar de no ser el de la original, me transportó a un lugar lejano y aislado donde la paz reinaba con total libertad. Siguieron otras y, que merezcan ser destacadas, fueron Arabella y R U mine de Artic Monkeys.
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La Melodía De La Noche
RomanceEllos dos disfrutaban de la oscuridad de la noche, de la paz que les brindaba y de su silencio; el habitual silencio que solía incomodar a la gente se convirtió en su melodía favorita