Capítulo 19

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Las olas del mar llegaban débiles a la orilla de la playa. Creaban un sonido relajante y constante para mis oídos. El aire era especialmente frio y sus ráfagas alborotaban mi cabello a la vez que golpeaban mis mejillas tornando el pálido de éstas en un rojo intenso. Me encontraba sumergida en los sentidos, en las sensaciones que aquella escena era capaz de transmitir a uno, a quien la sabia apreciar y valorar como merecía. Me enriquecí de la calma de la noche, cosa que hacía mucho tiempo que no hacía de verdad. La batalla de mi mente sucumbió en un silencio. Alcé la vista al cielo. La luna llena brillaba con intensidad, iluminaba la oscuridad de su alrededor con la ayuda de las múltiples estrellas que imitaban su iniciativa. Estaba siendo testigo de una grandiosa imagen prestada generosamente al mundo, tendiéndole la posibilidad de observarla, de calmarse ante ella, de matar los demonios de nuestro interior con su ayuda, tan solo con su aparición una vez que el sol cumplía su función por el día para luego desaparecer por el horizonte en su habitual escondite, cediéndole su lugar a la reina de la noche y a las maravillas que ésta traía consigo. Me cuestioné una vez más si la merecía; ese es el efecto que tiene lo hermoso y lo especial ante las personas. Y lo más especial en mi vida era Theo, me cuestionaba si lo merecía a mi lado, su apoyo, su sonrisa que avivaba en mí el aumento de la luz del rayo que se filtró entre mis profundidades, aquel que me guiaba en el aterrador y engañoso camino de la vida. Probablemente no y aún así permaneció conmigo, junto con mis virtudes y mis defectos, junto con mis lágrimas y mi tristeza.

Sonreí. Involuntariamente y de forma honesta y sincera.

Escuche unos pasos tras de mí y antes de que pudiera reaccionar sentí unas manos deslizarse por mi cintura hasta quedar abrazándome. Mi sonrisa se agrandó. Volteé hacia mi derecha y me encontré con aquello que buscaba; la mirada de aquel que evitaba mi caída, la sonrisa causante de la mía y el brillo de sus preciosos ojos azules iluminados por la luz de luna, atrapando su belleza y siendo capaces de reflejarla.

- ¿Una vez más nos encontramos aquí Ashley?

- Eso parece Blake.

Al escucharme pronunciar su apellido, como antes solía hacer con frecuencia, esbozó una gran sonrisa mostrándome la perfección de ésta.  Inclinó su cabeza dejando nuestros rostros a centímetros de distancia.

- ¿No puedes resistirte a mis encantos Ashley?- inquirió en un tono desafiante mientras continuaba limitando la distancia entre nuestros labios.

- ¿No eres tú quien está sucumbiendo a los míos?- se acercó hasta que nuestros labios se rozaron.

- Supongo que estamos en tablas.

- ¿Y cómo sugieres solucionarlo Theo?

Sonrió y sin apartar la mirada de mis labios susurró;

- De la mejor manera posible Ashley.

Retiró una de sus manos de mi cintura para colocarla sobre mi mejilla y acto seguido besarme. Nuestros labios se fundieron en un dulce beso. Éste comenzó a intensificarse profundizado por su mano sujetando mi mejilla con mayor fuerza aunque con la misma delicadeza de siempre. Nos separamos por falta de aire. Me miró a los ojos. Sonrió y volvió a besarme. Pasaban los segundos y me di cuenta de la necesidad que tenía de besarlo, de sentir el tacto de sus labios sobre los míos, su lengua complementada a la perfección con la mía. Finalizó el conjunto de besos mordiendo mi labio inferior, atrapándolo entre sus dientes para luego separarse unos centímetros de mí, soltándolo suavemente y con lentitud y volver a besarme, esta vez, de manera tierna mientras acariciaba mi mejilla.

Sus ojos brillaban en exceso, los míos estaba segura de que hacían lo mismo.

- Podríamos repetirlo, para asegurarnos- dije con una sonrisa pícara que desapareció al instante por la presencia de la comisura de sus labios sobre los míos de vuelta.

La Melodía De La NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora