Capítulo 11

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Elían

Suelto un gruñido, abro los ojos viendo mi oscura habitación, el reloj marca la 1:47, el celular vuelve a sonar. Nas.

- ¿Qué mierda te pasa?, van a ser las putas dos de la mañana.

- ¿Estas con Karys? – ignora mi pregunta. Me levanto de golpe ante la suya.

- ¿Por qué debería estar conmigo?

- O sea que no lo está – su voz se escucha angustiada.

- Nasra ¿Por qué debería estar conmigo?

- Hubo una discusión en la cena, Kay se fue en su auto, no tiene el celular con ella, Ámbar llamó a sus amigas, tú eras nuestra última oportunidad – me pongo una sudadera gris, me calzo y tomo las llaves del auto.

- La buscaré.

- Bien, nos informas, por favor.

Conduzco a la colina, aprieto el volante hasta dejar mis nudillos blancos, Dios, que esté ahí, suelto un suspiro al ver su auto, aparco el mío junto al suyo, salgo.

- ¿Cómo se te ocurre hacer...? - voltea su rostro mirándome haciéndome callar. Tiene la cara roja, los ojos pequeños y los labios un poco morados.

Me siento a su lado pensando las palabras adecuadas.

- Gracias por venir, no era necesario – miro su perfil hasta que su rostro gira quedando cara a cara. Noto como su labio tiembla no sé si por el llanto o por el frío, me quito la sudadera y se la entrego – Estoy bien – tomo su mano, está helada.

- Póntelo – acata mi orden – ¿Me quieres contar o prefieres que llame a Nas? – niega.

- Hubo una discusión – despega su espalda de la parte delantera del auto y se pone de frente mirándome a la cara – Yo perdí los estribos, pero pasé todo el día intentando hacer algo con Ámbar y con Enzo, ellos solo me ignoraban yo... creí que este sería mi final feliz. El rechazo de ellos no es ni de lejos lo pero que me ha pasado en la vida.

- El acosador – asiente.

- También las cinco psicópatas – arrugo la frente – Son cinco chicas, las cinco se llaman Luna, ellas se lo pusieron, eran amigas del acosador, ellas me dejaban sin comida, sin sabanas, sin almohadas, cuando no acataba sus órdenes me castigaban.

- ¿Qué clase de castigo?

- Me golpeaban la espalda con una soga, también me encerraban en el sótano, cuando Héctor se sobrepasaba – pasa saliva – Ellas cuidaban la puerta – niega - Héctor me encerraba en el sótano para... bueno para...

- No es necesario que lo digas – hago el máximo esfuerzo por que mi voz suene dulce pero el enojo y la impotencia me consume por dentro.

- Ellas cuidaban las puertas, Héctor tenía amigos así que estar con él era un seguro para conseguir alcohol, condones, droga.

- ¿Solo te hacían eso a ti?

- Si – el ¿por qué? pica en mi garganta, pero no se lo pregunto – Bueno no – suelta un suspiro – Héctor si, las lunáticas no, solo que cuando se metían con alguien yo saltaba a defenderlo.

- Eres una persona maravillosa, Karys – le sonrío, ella solo hace una mueca, un intento de sonrisa.

- Yo creí que al salir de ahí todo sería diferente, pero... si las cosas siguen así Antoni y Amelia – se le quiebra la voz – Van a tener que escoger y... – rompe en llanto – No me van a escoger a mí.

- Shh... – la traigo a mi pecho, enreda sus brazos en mi cuello, paso un brazo debajo de cabeza y otro por su cintura – No van a llegar a ese extremo – acaricio su espalda.

- Gracias por estar aquí – murmura en mi cuello.

- Creí que no era necesario – suelta una risita, pero sigue llorando.

Su respiración se hace más lenta y su cuerpo más pesado, pongo su cabeza sobre mis piernas para que esté más cómoda, acaricio su cara, paso mis dedos por su ceño fruncido haciendo que este se relaje; El celular vibra captando mi atención.

- ¿La encontraste? – miro la hora, joder faltan cinco minutos para las tres – La encontraste ¿Sí o no? - esta vez es la voz de Enzo, mi enojo se enciende al saber que él es culpable de las lágrimas de la hermosa chica que duerme sobre mis piernas.

- Si, ya vamos – antes de que responda cuelgo.

Realmente no la quiero despertar, haciendo maniobras y jugando con mi estabilidad la logro levantar, un brazo por su espalda y otro por sus piernas, la meto en el lado del copiloto de su auto, recuesto un poco la silla para que esté más cómoda, recojo la manta y la linterna.

Me cercioro de que mi auto esté bien cerrado, después volveré por él. Me monto al auto junto a Karys y lo pongo en marcha, aparco el auto justo en la entrada, abro su puerta y la saco con facilidad, me las arreglo para tocar la puerta, esta se abre segundos después.

- ¿Está bien? – ignoro a Enzo y entro. Amelia suelta un pequeño chillido cuando nos ve.

- ¿Está bien? – asiento.

- Solo está dormida, la subiré a su habitación ¿Si?

- Si, si, si, es la que está del lado de Nas – asiento. Su agarre se cierra en mi cuello cuando pasamos debajo de un bombillo haciéndome sonreír.

Subo las escaleras con cuidado, escucho pasos detrás de mí, pero no me fijo en quien es, llego a la puerta, alguien a mi derecha la abre, Ámbar, entro a la habitación y cierro la puerta con el pie, la cama de Karys no está hecha por lo que me facilita el trabajo, le quito los zapatos y la arropo, dejo un beso en su frente y salgo.

- ¿Dónde estaba? – tengo a los tres hermanos frente a mí.

- Ustedes dos – miro a Ámbar y a Enzo – Deberían madurar – paso de largo y bajo las escaleras.

- Gracias por todo Elían – Amelia y Antoni me abrazan.

- No hay de qué – sonrío – Creo ya es hora de que vaya – miro la hora en mi celular.

- Si, chicos ustedes también, gracias – por primera vez noto a Gia y Ricci, se despiden y salen conmigo.

- Dejé mi auto en un lugar, ¿me llevan? – ellos asienten.

- ¿Cómo está?

- Ustedes también deberían madurar y tratarla bien o al menos decentemente – ignoro la pregunta de Ricci.

- ¿Están saliendo?

- No es tu problema Gi, gira a la derecha – le indico a Ricci.

- Mis padres creen que todavía hay algo entre nosotros, si descubren que no es así me buscará novio por cielo y tierra.

- Siempre que necesites ayuda aquí voy a estar, pero no puedes impedir que salga con alguien.

- No me importa a quien te folles, el problema es que no quieres follar a Karys, bueno, no es lo único que quieres hacer con ella.

- Aquí.

- ¿Dónde, en la mitad de la nada?

- Gracias por traerme – ignorando su pregunta salgo del auto y me voy en busca del mío.

El color de ojos no importa [BORRADOR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora