Capítulo 41

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- Me parece una total y completa falta de respeto que me hagan trabajar un domingo después de una fiesta – me quejo tirándome sobre la cama de Gi – Aparte quería pasar el día con mi novio.

- ¿Para follar como conejos?

- El que las hace se las imagina, querido Matti – suelta un bufido – Quiero dormir y tengo resaca.

- No seas floja, solo nos falta pintar unos estantes y mi habitación estará lista.

- Además, creí que te había dicho que aprendieras a tomar, niña – me reprocha con la mirada.

- Shh, bien, bien, vamos – nos dirigimos al patio para evitar que la pintura dañe algo de la habitación de Gi.

- Sus bebidas, chicos – una señora entra dejando una bandeja con tres bebidas sobre una mesa.

Me levanto, tomo el jugo y se lo entrego a Gi, tomo la taza de café, pero un mal moviente de mi pie hace que esta termine cayendo sobre.

- ¡Mierda! – quema, tiro el pocillo haciendo que este se rompa.

- ¡Kay!

- ¡Quítate la blusa! – en rápido movimiento me la saco, pero mi sostén también se mojó por lo que a pesar de que no tengo la mayor fuente de calor todavía siento mi pecho caliente.

- Ve al baño, quítate eso antes de que te quemes, te traeré uno, Matt trae una de tus camisetas – me encierro en el baño del primer piso, unos minutos después me pasan ropa y rápidamente me la pongo.

- ¿Estás bien? ¿Te quemaste? – Matt me mira con el ceño fruncido.

- No, creo que no, tengo la piel un poco roja, pero todo bien.

- ¿Segura? – asiento.

- Perdón por el pocillo, se los puedo pagar.

- Eso no importa, Ka, ¿Segura que no te quemaste?

- Segura.

- Bien, si la piel te arde o algo así nos dices, ¿Claro?

- Claro.

- Entonces sigamos.

Pasamos toda la tarde en el patio, mientras esperábamos a que los estantes secaran Matt trajo su carpeta de dibujos y nos pidió a Gi y a mí que nos juntáramos y sonriéramos, nos tomó varias fotos ya que su hermana le dijo que no se quedaría en la misma posición por más de dos minutos.

- Creo que ya están – asentimos y subimos.

Ponemos los estantes y los empezamos a llenar de algunos libros, fotos de ella con los chicos, con sus abuelos y su hermano, me sorprende ver que no hay ninguna foto de ella con sus padres, en la sala hay varia de los cuatro, sé que no tiene buena relación así que supongo que por eso se reserva de poner fotos con ellos.

Terminamos de arreglar poniendo dos de esos maniquíes que utilizan las diseñadoras para que sus diseños cobren vida, solo que estos son tamaño pequeño.

- Listo – Gi ve toda su habitación, tampoco es que haya cambiado mucho, pero supongo que el haberlo hecho con su hermano le da el toque especial.

- Gracias, Kay – me sonríe – Gracias, Matt – nos da un abrazo haciéndome sonreír. La puerta se abre haciéndonos separar, por un momento creo que son sus padres, pero al ver a Is y a Lu me relajo.

Los ojos de las chicas frente a mi están sobre mí, los de Lu están en mi hombro descubierto dejando ver la tira del sostén y los de Is sobre la camiseta que llevo puesta.

- Yo... Este me cambiaré – salgo rápidamente y bajo hasta el baño en el que dejé mis pertenecías.

El horrible olor del café inunda mis fosas nasales, pero no le doy importancia, vuelvo a subir, estoy por entrar, pero la conversación me deja paralizada.

- No digan estupideces – gruñe la voz de Matt.

- ¿Estupideces? Hace dos semanas que parecen unos chicles, salen juntos, ven películas juntos, bailan juntos – le responde Is.

- El día del partido los estaba abrazando y cuando nos vio dejo de hacerlo y hoy tenia puesta su ropa – esta vez habla Lu.

- Están siendo irracionales, ¿En serio creen que tenemos algo con Kay? – se me corta la respiración ante la pregunta de Gi.

- ¡¿Irracionales?! Todos lo creemos y lo saben, ¡Hasta Elían dudó!

- Baja la voz, Isabella, no queremos que Kay se entere de esta estupidez – muevo la puerta haciendo que cuatro pares de ojos se fijen en mí.

- Kay ya se enteró – tomo las llaves de mi auto y mi teléfono.

- Kay – Is trata de acercarse a mí, pero levanto mi mano.

- No, por favor – bajo rápidamente ignorando las diferentes voces llamándome.

Me adentro a mi auto dejando que las lágrimas salgan sin retenerlas, ¿Todos creen que entre Matt, Gi y yo hay algo? ¿Hasta Elían? Mi estómago se encoje, por el retrovisor veo como sus autos me siguen, pero les doy poca importancia.

Llego a casa y me bajo rápidamente, no los quiero ver, no quiero ver a ninguno, pero para mí muy mala suerte, Nas, Lis, Ámb, André y Elían están en la sala. Sus miradas caen sobre mí, Elían frunce el ceño al ver mi cara, se levanta rápidamente y se acerca a mí.

- Kiri ¿Qué te pasó?

- ¡No me toques! – chillo.

- ¿Qué?

- Kay – exclaman detrás de mí, Matt se trata de acercar, pero me alejo.

- ¡No quiero que ninguno me toque, no los quiero ver! – mi garganta arde por los gritos y el llanto.

- ¿Sis, qué pasa?

- ¿Así que todos creen que engaño a Elían con Matteo y Gianna? – se quedan como piedras – ¡Respondan!

- Kay – empieza Nas – No es tan así.

- Esto es increíble – miro a Elían y el dolor en mi pecho aumenta – ¡Eres un mentiroso!

- Kiri...

- ¡Deja de decirme así! ¡Me dijiste que no lo harías y lo hiciste! – lo encaro sintiendo mis lágrimas bajar como cascadas por mis mejillas.

- ¿Qué cosa?

- Dudar de mi amor por ti, ¿Lo recuerdas? – cierra los ojos asintiendo – ¡Todos lo hicieron, todos dudaron del amor y respeto que les tengo! ¡Ninguno tuvo la decencia de decirme lo que pasaba!

- No queríamos que te sintieras mal, tratábamos de protegerte – aprieto los labios.

- Vaya forma de proteger, Nas.

- ¿Qué son esos gritos? – volteo ante la voz de mamá, ella, papá y Enz están de pie junto a la escalera.

- ¿Hija, por qué lloras? – corro a su cuerpo y lo abrazo.

- Abrázame, papi, por favor – ruego con la voz entrecortada.

Sus brazos se ciernan en mi espalda haciéndome llorar aún más, porque es la primera vez que le ruego a mi padre que me abracé y él lo hace, todas esas veces que rogué con las palabras atascadas en la garganta y mis suplicas nunca fueron escuchas porque no los tenía, no tenía padres, sin embargo, aquí estoy en los brazos de papá que me siento segura.

Me separo de él y le sonrío – Subiré a mi habitación – sin esperar respuesta subo rápidamente. Me tiro a la cama, no lloro, no grito, solo me quedo ahí, mirando al techo.

El color de ojos no importa [BORRADOR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora