Heart of courage

134 12 9
                                    

P.O.V. GILDA

Las letras estaban ahí, pero simplemente no podía concentrarme. Yacía una hora de que había tomado el libro y no le encontraba ni pies ni cabeza.

Mis manos temblaban, así que las junté. Mala idea, ahora comenzaba a arrancarme padrastros de los dedos, una mala costumbre que había adquirido por mis choques de ansiedad a lo largo de los años.

Cerré mis ojos y respiré profundo intentando encontrar la paz que tanto deseaba, pero en su lugar, las lágrimas se aglomeraron en mis ojos. 

Era tan frustrante estar aquí sentada, fingiendo estar estudiando para mi examen de certificación.

— ¿Gilda?

Limpiar mis lágrimas, cerrar el libro de golpe e incorporarme era todo lo que podía hacer justo ahora para fingir que me encontraba bien.

— Adelante.

Un pequeño grupo de niños entraron al salón.

— ¿Sucedió algo? —me acerqué aterrorizada— ¿están bien?

— Sí, no te preocupes. Estamos sanos y salvos.

Se miraron entre ellos algo extrañados; fue entonces cuando caí en la cuenta de la hora.

— ¡Claro! Lo siento. Pasen, por favor.

El grupo entró al salón y comenzaron a sentarse en los lugares que ya habían proclamado suyos.

Se encontraban muy animados y eso me pareció fascinante, pero a la vez melancólico. Ellos probablemente no sabían lo que estaban haciendo algunos de sus hermanos mayores en este momento y era mejor dejarlo así.

— ¿Repasaron lo que les solicité?

— Claro que sí.

— Yo aún tengo dudas con la práctica.

Comenzamos a discutir el tema como cualquier otro día. Como si nada estuviera sucediendo. Como si viviéramos una vida normal en donde yo daba una clase y ayudaba a otros niños a crecer y aprender.

Pero toda fantasía tiene su final.

La puerta se abrió de golpe dejando ver a uno de nuestros hermanos quien entró con la respiración entre cortada.

— ¡Gilda! —inhaló, y al exhalar volvió a gritar — ¡Phil te espera en la sala de reuniones!

Mi corazón bien pudo detenerse o simplemente latir tan rápido como nunca. No me detuve a analizarlo, sólo sé que dejé todo en el escritorio y salí corriendo a encontrarme con él.

Al entrar, Phil me recibió pidiéndome que guardara silencio.

Habían cubierto las ventanas y apagado las luces para poder montar una pequeña sala de proyección. Detrás de todo eso estaba Yvette, quien no paraba de teclear en la computadora portátil que tenía delante.

— Listos para hacer conexión en cinco, cuatro, tres, dos, uno...

De repente, la imagen del proyector cambió y ahora había 4 diferentes panoramas.

En el computador se veían barras, como en los videojuegos, cuando las personas con las que juegas en línea comienzan a hablar o los escuchas respirar.

Algunos de los presentes modularon el sonido con amplificadores o algo por el estilo. Yo no era diestra en ese ámbito.

De vuelta a la pantalla, de vez en cuando podía ver a los que se ofrecieron a ir a esa misión. Todos, a excepción de Don, Anna y Lannion, eran los sobrevivientes de Goldy Pond. Claro que eso no era raro, después de todo, hablábamos del rescate de quien fue su líder por muchos años.

Memorias [TPN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora