Dance with me

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P.O.V. RAY

La lista mental de cosas por hacer era corta, pero no eran fáciles de llevar a cabo. Sin embargo era consciente de que tenía que hacerlo y lo primero en ella era hablar con Norman.

— Barbara me ayudó a recopilar tres de las cinco firmas esperadas. Para las restantes iré a hablar en persona con ellos —decía mientras firmaba y hacía anotaciones en su agenda—. También debo reunirme con el rector del conservatorio nacional de música. Hay una interesante propuesta que me gustaría...

— Norman. Emma y yo nos besamos.

Lo que menos quería era andar con rodeos, pero una vez que las palabras salieron de mi boca, deseé haber preparado el terreno antes de lanzar la bomba.

¿Qué estaba haciendo? ¡Se trataba de mi mejor amigo...! No. Estábamos hablando de mi hermano. Había traicionado a mi hermano.

Yo sabía perfectamente que él amaba a Emma desde que éramos niños y ahora... lo había apuñalado por la espalda y sin una pizca de tacto.

Su mano se quedó suspendida en el aire por un segundo, pero en cuanto recobró la postura terminó de agendar un par de cosas para finalmente dirigirme esa penetrante mirada y una sonrisa sin nombre.

Mi estómago comenzó a revolverse y sentía que no podía respirar, como si me oprimiera el pecho.

— Vaya, sí que cargabas algo muy pesado con ello, ¿no? —No respondí—. No lo había notado, supongo que no has perdido el toque.

Eso dolió más de lo que podía imaginar. Sé que él no lo dijo con una mala intención, pero era obvio que ambos recordamos cómo yo jugaba de agente doble en GFH.

—Norman...

No me permitió continuar y ciertamente lo agradecí, ¿qué podría decirle?

— No te molestes, Ray, ya tuve esta conversación con Emma.

— ¿Cómo? —fruncí el ceño. Era claro que no esperaba esa respuesta.

Norman se incorporó de su escritorio y comenzó a ordenar un par de papeles.

— Emma habló conmigo esta mañana. Bueno... —rió—, fue más bien en la madrugada. Me lo contó todo... y como le dije a ella, te lo repito: no deben darme explicaciones. No soy su policía, ni su niñera, ni mucho menos tengo derechos sobre Emma o sobre ti.

En ese momento no sabía si me encontraba satisfecho con su respuesta. De hecho, comencé a pensar que preferiría que me golpeara hasta dejarme inconsciente.

Finalmente se rindió en poner orden a sus documentos. Se me acercó con paso lento pero firme.

— Ray —depositó su mano sobre mi hombro—, no tienes por qué preocuparte. Estoy bien. Mientras Emma y tú sean felices yo estaré feliz.

— Pero tú...

Al apartar su mano un escalofrío recorrió mi columna vertebral.

— No lo hagas. No digas más. No merezco tu lastima. Así son las cosas y lo acepto, sólo espero que tú también lo aceptes.

No me permitió responderle, pues en cuanto terminó de hablar, me rodeó y salió de la oficina sin mirar atrás.

La idea era que, una vez que le contara a Norman, él me golpearía, me diría lo dolido que se sentía por haberlo traicionado y al final tendría que alejarme de ambos sí o sí. Pero claro que ese no era el Norman que conocía. Por más que me hubiera encantado que lo hiciera, ya sabía que no sucedería y eso era lo que odiaba de él. Era demasiado noble.

Memorias [TPN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora