Angel with a shotgun

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P.O.V. RAY

Aunque mi vuelo salía en una semana, mi maleta ya estaba lista. Era una cosa enorme, pero dentro de esta sólo llevaba una muda de ropa y mis partituras. Sólo era para aparentar, porque si por mí fuera, me iría sin nada más que la ropa que llevaba puesta en ese momento.

La ironía de la vida. Estaba seguro de que Norman había pensado exactamente lo mismo cuando iba a ser "adoptado" en GFH.

El tono de llamada me hizo volver a la realidad. Sabía quién era y por eso mismo no demoré en responder; sin embargo, la razón fue una completamente inesperada.

— Recuperaremos a Oliver.

— ¿Qué? —escuché el palpitar de mi corazón acelerarse con cada segundo que pasaba— ¡Estás loco! ¡No...!

— No era pregunta. Es un aviso, Ray.

— ¡No pueden hacerlo! Escúchame... —gruñó desesperado—. ¡Maldita sea! ¡Escúchame!

— No hay nada que escuchar. Ustedes nos sacaron de Neverland. Nosotros podemos rescatar a Oliver, sólo necesito tiempo. Norman se encargará de ello y tú no puedes hacer movimientos por el momento. No queremos que llames la atención.

Su voz firme y casi arrogante me hizo perder la paciencia.

— ¡Esto es diferente!

Phil no me permitió discutirle por más que trataba de hacerle entender mis argumentos y, cuando menos lo esperaba, cortó la llamada. Volví a intentarlo una y otra vez, pero no volvió a contestarme.

— ¡Maldita sea! —Aventé el pequeño objeto contra el sofá de la habitación.

Se me acababan las opciones al igual que el tiempo. Si quería mantener el número de bajas al mínimo, debía actuar de inmediato. Pero sólo tenía una última movida, la que sin duda me sacaría del tablero dejando a la reina y al rey por su cuenta. Esta sería la última jugada del alfil.

Qué poético.

Por un momento permití que el pánico me inundara, pero cuando recuperé la compostura, tomé el último libro que había estado leyendo y me asomé por el ventanal. Las barreras metálicas bloqueaban un poco la vista, pero no me impidieron notarla, justo como pensaba, atendiendo sus adoradas Lycoris radiatas.

Últimamente, el ambiente en la mansión se encontraba en constante cambio y era algo que ciertamente me molestaba. Había tantas emociones encerradas que no me permitían concentrarme, así que había estado frecuentando los jardines, en donde podía perderse un poco la sensación de pesadez.

Norman y Emma tenían grandes eventos con la prensa y cada vez eran más frecuentes. Por ello me habían mantenido encerrado la mayor parte del tiempo.

Supongo que fue de manera inconsciente el que comenzara a buscar huecos en la seguridad, de nuevo.

Entre otras cosas, y para mí sorpresa, encontré que no era el único que trataba de escapar por momentos.

Ya se había vuelto un hábito encontrarnos para intercambiar un par de palabras. A veces clave, a veces directas, otras veces sólo en silencio.

A final de cuentas, los guardias parecían encontrar cada vez más normal nuestros breves encuentros, y para este punto, ya habían bajado la guardia. Sin mencionar que el hombre al que el señor de la casa consideraba el más leal, siempre estaba cerca de ella.

Pobre iluso. Después de años a su lado, cometió el error de subestimar a la mujer que había tomado por esposa. Supongo que se le olvidó la verdadera razón por la cual aún la mantenía cerca.

Memorias [TPN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora