¿Dónde están?

126 18 12
                                    

P.O.V. NORMAN

Bajé del auto y enseguida los reporteros comenzaron a empujarse entre ellos para abrirse paso ante mi persona. Los guardias se apresuraron a rodearme para permitirme la entrada al edificio.

— ¡Joven Minerva! ¡Serán sólo unos segundos!

— ¡Señor, ¿es cierto lo de su proyecto?!

— ¡¿Por qué planea crear una casa hogar!

— ¡¿Emma y Ray están dentro?!

— ¡¿Qué opinan sus hermanos al respecto?!

Una pregunta tras otra eran vociferadas y yo no tenía intención de hablar al respecto, así que me apresuré a entrar; sin embargo, antes de siquiera cruzar el umbral, una pregunta me hizo pararme en seco.

— ¡¿Por qué metió a Phil en todo esto?!

Me giré de golpe buscando al dueño de esa voz, pero fue en vano. Los periodistas aprovecharon para tomar fotografías y lanzar más y más preguntas, agobiándome y deslumbrándome con la luz de las cámaras.

Los guardias me jalaron para ponerme a salvo dentro del edificio, posteriormente, armaron una valla impidiendo el paso de los acosadores.

Me tomé un par de minutos para reponerme.

Aquella pregunta aún rondaba por mi cabeza. ¿Qué estaba haciendo? Todo esto era muy peligroso. ¿Por qué fui capaz de lanzar a Phil al ojo del huracán?

Me maldije por lo bajo. Debía encontrar una forma de alejar todo tipo de problemas de los inocentes, mis hermanos. Sin duda debía encontrar otra forma...

— ¿Norman?

Alcé la mirada de golpe. Por primera vez en muchos años, había sido sorprendido.

—Phil. Lo siento, yo...

—No tienes que disculparte por llegar tarde —sonrió de tal manera que solamente me hacía sentir aún más culpable. Lo peor: él no era consciente de ello—. Sé lo pesados que suelen ser los periodistas.

—No, Phil, no me refería a...

—Norman —por un segundo su semblante se tornó completamente serio—. Ya te dije que no te disculpes. Ya no soy un niño pequeño. Sé que ante cada acción hay una reacción. Pero no les temo. Ya no.

Lo miré con melancolía y pena.

Tal vez no era tan pequeño, pero seguía siendo mi hermanito. Había tenido que madurar demasiado rápido en consecuencia al gran intelecto que poseía. O era así o lo habrían utilizado de conejillo de indias desde hace ya bastante tiempo.

—Vamos. Tenemos que hablar de ciertas cosas, ¿no es así?

Me indicó con las manos que le acompañara y yo sólo atiné a asentir.

Podía ser más joven que yo, pero a penas y lo pasaba por unos centímetros de altura. Estos años habían ayudado a que él se desarrollara tanto en físico, como en inteligencia y, por ello, estaba orgulloso. Nunca pensé que un miembro de los más jóvenes se acoplase tan maravillosamente a este mundo tal y como él lo logró.

—Claro.

Comenzamos a andar poniendo rumbo a su despacho e intentando entablar una plática fluida de negocios y números, lo cual estaba siendo más complicado de lo que esperaba, ya que cada tanto él era abordado por gran cantidad de personas para que firmara papeles, diese su opinión respecto a algunos documentos o para repasar las citas del día, la semana y el mes.

Memorias [TPN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora