Me gusta crear mis propias historias de amor, las que me gustaría que me pasaran y esta es una de esas.
El principe de Matthew de Bixaurus estaba enamorado de aquella plebeya que trabajaba en su palacio, pero es que de muchas maneras era más que eso, la conocía desde niño pero solo se limitaba a decirle pequeñas palabras o ordenarle algo, pero eso no quitaba que la observará de lejos, viéndola limpiar el gran jardín, que el odiaba que ella hiciera esas cosas, pues era una niña, debía estar estudiando como el lo hacía, su inocencia aún no lo dejaba ver qué el sería el rey de todo un imperio, y que esas eran situacuones que debían suceder tal cual, el se negaba, no quería verla haciendo esas cosas y a su padre se lo comento.
-Padre, no quiero que Anna siga limpiando el jardín o lavando la loza, yo quiero que ella estudie como lo hago yo- Dijo aquel niño de ocho años con tal determinación
Su padre al oírlo decir aquellas palabras sonrió, pues sabía que su príncipe odiaba las injusticias, aún teniendo ocho años y sabía que estaba criando a un buen rey, esa misma tarde, le dijo a la madre de Anna como iban a funcionar las cosas apartir de ahora, y que ella ahora vería clases junto al príncipe en sus tutorías, la madre sorprendida acepto.
Así fue como Anna al fin, conoció al príncipe, a quien observaba haciendo las cosas que ella quería hacer, y hoy cumpliría una de ellas, estudiar, el príncipe cuando la vio llegar sonrió y se sientio feliz por qué ahora, la niña del jardín lo acompañaría en sus clases.
Después de ahí, todos los días recibían sus tutorías, juntos se acompañaban el uno al otro y así fueron conociéndose.
El príncipe estaba encantado con Anna, le parecía una niña explendida que aprendía rápido, con quién podía conversar de sus temas favoritos y ella lo entendería, no comprendía cómo era que si el no hubiese hecho nada ella seguiría limpiando el patio del castillo y posteriormente pasaría a la cocina.
Así pasaron los años y ellos se fueron haciendo amigos, quizás la relación era más fuerte de parte de Matthew, el quería tener la atención de Anna siempre, no de mala manera, pero sus sentimientos eran más que amistad.
El rey había hablado ya con el príncipe que Anna pasaría a ser su consejera real, ella era la mejor para ese puesto, era increíble en todos los ámbitos y le tenían la confianza para aquel labor; el príncipe no podían estar más extasiado pues Anna sería su consejera real, y aunque su amistad no era de mejores amigos se llevaban muy bien y tenían muy buena relación.
-Ann, quería comentarte algo que dijo mi padre hace unos días -dijo el príncipe a Anna, quien comía con el en jardín principal antes de su clase
-Claro, dime, matt -Dijo ella con una sonrisa
-Padre quiere que seas mi consejera real cuando yo obtenga el trono
- Dios, eso sería increíble, sería mucho más de lo que he soñado, pensé que no se, cuando terminara las tutorías solo quedaría hasta ahí, que obtendría un empleo pero no de esta magnitud, pero ¿Que piensas tú de esto, Matt, estás de acuerdo?- Dijo ella, con algo de timidez al final
-Para mi sería un gran honor, cuando lo padre me comentó esto pensé que era una grandiosa idea. Y ahora que se que tu quieres esto, nada me haría más feliz que tenerte a ti como mi consejeras, haríamos esto juntos -Dijo el con total sinceridad, el sabía que quería esto más que cualquiera, nada lo hacía más feliz que tener a Anna junto a el
- Entonces si tú estás de acuerdo, yo estaría encantada de hacer esto contigo matt, sería grandioso, lo haríamos juntos, como siempre lo hemos hecho -Dijo ella para después darle un sorbo a su te-
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En un mundo de personas rotas.
De TodoEmpecé escribiendo anécdotas historias que algún día me contaron, historias que imagino antes de dormir. Cosas que a medida del tiempo fui escuchando, historias que desee que sucedieran, historias que desearía que nunca pasen, relatos cortos que de...