¿Un amor para toda una vida?

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En pequeñas ocasiones he fantasíado con esas relaciones de años, que empiezan cuando tienes 16 y terminan en una lápida, siempre unidos, hasta que la muerte los separe, con una relación sana, y risas sin parar, he soñado con todas esas cosas, pero sé, que son sueños y nada más.

Así un tiempo me contaron la historia de estos dos, Camila y Antonio, dos personas que se enamoraron en secundaria, el un año mayor que ella, pero nada para espantarse, estuvieron juntos por un tiempo, eran una relación que al ver podías saber lo bien que se llevaban, lo bien que estaba todo, eran felices, el uno con el otro, tenían acuerdos, no habian restricciones y sin tabú, era increíble verlos juntos, nadie era como ellos...

Quizás unos tres años pasaron, estuvieron juntos todo lo que pudieron, hasta donde todo fue sano, decidieron separarse, Antonio se iría del país y Camila se estaba concentrando en la universidad, y se le agotaba el tiempo para todo, ambos estuvieron bien con la ruptura, pero ambos sentían la desolación de separarse.

Pasaron unos tres años más, ambos se habían graduado, Antonio estudio mercadeo en alguna universidad lejos y ella estudió derecho en la universidad de su ciudad, tenían una vida completa, parejas estables, vidas estables, como era de esperarse, Antonio volvió a su cuidad natal, necesitaba un abogado de confianza para su nueva emprendimiento en su nuevo negocio, y ahí fue, cuando recordó a Camila, no es como que la fuese olvidado o algo parecido, solo no había pensado en ella en varios años, eran solo unos chicos cuando su relación culminó, el sabía que era buena en lo suyo, así que la contacto.

Camila recibió la llamada, estaba bastante feliz de que se encontrarán, pues aún sentía un gran aprecio por Antonio, y no había hablando con el en mucho tiempo, el dijo que se vieran en aquel centro comercial a dónde siempre iban a comer las galletas favoritas de ella, y ante tal recuerdo sonrieron, hablaron de sus negocios, y se fue desviando la conversación para todo lo que fue su relación, reían recordando, sabiendo que fueron felices y completamente sanos, ella le contó que estuvo en varias relaciones y ninguna funcionó, ahora está en una y todo está bien, el le cuenta que estuvo apunto de casarse, pero la chica lo abandonó, comían recordando y comentando sobre todo lo que pasó, quizás esa chispa nunca se perdió, su relación siempre funcionó.

Acordaron verse otra vez, para cerrar el contrato que Camila redacto, con el tiempo que pasaron juntos, supieron que siempre han sido un buen equipo, quizás ella tenía la ilusión de que podían volver, pues fue su primer amor, y quién nunca la decepcionó, Antonio seguía amándola como a esa chica de dieciséis años a quién siempre cuido.

Su amistad fue creciendo, ya había pasado un año desde su reencuentro, pero nada había pasado, ambos eran lo suficientemente maduros para que nada estuviera pasando, todas las personas que los conocían y sabían cómo fue su relación querían que volvieran, pero ellos solo hacían silencio a esos comentarios, otra vez la relación que estaba teniendo Camila fallo, y ahí ella se dió cuenta que ningún amor se había sentido como ese que le tuvo a Antonio, o quizás, el que le tiene, nadie se comparaba a el y a su sentir, a su mirada y a su manera de hablar, nadie era el, y ella no había notado que pasaba esto hasta ahora. Antonio por otro lado, había dejado de insistir en las relaciones, desde que lo abandonaron no pensó en más nada que no fuese su trabajo, pero desde que volvió a ver a su chica, que ya no era su chica las cosas habían cambiado, no comprendía cómo aquella situación estaba pasando, se suponía que ya era un adulto, y que esa etapa ya se había cerrado.

Ninguno se los dos notaba que se seguían amando, ninguno notaba la química que estaban derrochando, quizás porque se veían como un pasado, y no como un ahora, eran amigos y socios nada más, no había necesidad de confundir las cosas.

Una noche, en una fiesta de antiguos amigos de bachillerato, bailaron y tomaron hasta media noche, ambos, todos estaban impactados porque no los habían visto demostrando su cariño por el otro desde hace tanto, quizás se habían pasado de copas, solo un poco decía Camila riendo, Antonio intentaba controlarse, pero no había nada que hacer solo quería besarla y así fue como sucedió, se besaron, y habían sentido tantas cosas que hace años no habían probado, sus labios ardían, quizás no literalmente, pero así se sentía, hubieron más besos de dónde vino ese, se besaron toda la noche después de eso.

Al día siguiente nadie recordaba nada, o bueno, eso decía Antonio quien recordaba cada beso que se habían dado, pero decidió callar, era mejor hacerlo ¿Para que cambiar las cosas? Todo está bien así tal cual... Pasaron los meses y todo seguía igual, nada había cambiado y solo veía a  Camila cuando era debido, hasta que le dijo que se iría de nuevo, debía viajar a Nueva York lo antes posible, y ella, de nuevo se quedaría en su cuidad.

Se despidieron, el no volvería pues todo había pasado tal cual habían esperado, ambos lloraron, no volverían a verse en mucho tiempo, no sabían la razón por la cual llorar, pero lo hicieron ese día antes de su vuelo. El le dijo que se cuidara, que era la niña de sus sueños, que no importaba si ya era mayor, que para el siempre sería su niña pequeña de besos sabor a galleta (como le decía cuando eran novios) que jamás abandonará sus sueños y que siguiera teniendo esas metas que las alcanzaría todas y una más.

Antonio, viajo como se había previsto, en un avión que lo dejaría en su destino, al que nunca llegó...

Esa noche llamaron a Camila, el avión en el que viajo Antonio se había estrellado, hubieron fallas, hubo tormenta, quizás nunca debió despegar, quizás el jamás debió despedirse, nadie se salvó esa noche, todos habían muerto.

El día de el entierro de Antonio, llovió, quizás las lágrimas de Camila se camuflaban gracias a eso, ella se sentía desolada, nunca debió callar lo que sentía, nunca debió reprimir lo que había pasado esa noche, no debió dejar de decirle que seguía enamorada de él, mucho más que el primer día.

Ella se quedó hasta el último minuto, la familia de Antonio la recibió en su casa, y estuvieron sosteniendose juntos, Antonio siempre fue ese chico carismático que te hacía sonreír sin importar las circunstancias, y ahora que ya no está se sentía la ausencia.

Camila hablo con el esa noche, quizás después de todo lo que el le dijo debió decirle que seguía enamorada de él, quisiera cambiar lo sucedido y nunca haberlo callado.

Ella comprendió que no todas las personas están destinadas a estar juntas, ellos funcionaban juntos, eran el mayor de los equipos, pudieron ser el amor más real y puro, eran todo y nada juntos, ellos fueron un amor fugaz de esos que casi no se encuentran, de esos amores que solo se sienten una vez por qué te hacen sentir tanto que nada se compara, ellos fueron pareja sin serlo, fueron amigos, compañeros, socios, se ayudaban mutuamente, pero aún así la vida se lo arrebato, lo único que pudo separarlos realmente fue la muerte injustamente, el no debía irse, no así, había logrado lo que quería, para lo que había estado esperando todo este tiempo.

El fue el amor de su vida, y ella lo fue de el, ella soño de joven casarse con el, ella se vio toda una vida a su lado, y aunque no fueron pareja ese tiempo que estuvieron unidos, los lazos que tenían era mucho más que el de un amigo, el se fue enamorado de ella y ella lo estaría quizás toda su vida...

No todos los amores son como deberían, no todos tienen un final feliz, ellos debieron terminar juntos, pero la historia así no lo dicta.

Nadie nunca será como el, nadie volvió a sentirse como el, los besos no eran igual si nadie le decía que sabían a galletas, nadie nunca se compararía con el y con la historia que escribieron juntos, pero eso estaba bien, y Camila lo entendió, nadie debía sentirse como Antonio, porque él era único, y nadie debía ser el, ella se dió su oportunidad, quizás fue feliz pero no como hubiese querido...

En un mundo de personas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora