Mirarse al espejo no debe doler.

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La forma en la que supe de esta historia siempre me encanto, pues pude vivirla de cerca, ya que fuimos compañeras en la universidad,una historia que me hizo llorar.

Olivia era una chica tranquila, solía ser muy risueña y amaba hablar muchísimo, ella era delgada y por mucho tiempo de su vida escucho comentario tras comentario sobre su cuerpo, cosas que a ella no le interesaban, ¡Solo tenía 10 años! Ella no quería un cuerpo voluptuoso ella solo quería jugar, pero ahí estaban esos comentarios que le solían decir "¡Debes engordar!" "Jamás le vas a gustar a nadie siendo tan flaca" y eso empezó afectarle a su autoestima y a su forma de verse a ella misma.

Cuando cumplió catorce empezó a darse cuenta de que el cuerpo de las demás niñas eran llamativos, los chicos les decían cosas lindas y a ella solo la ignoraban, y ahí empezó a comparar su cuerpo con el de los demás.

Mientras más tiempo pasaba ella más empezaba a odiarse, odiaba ver su cuerpo, odiaba ponerse ropa angosta y pegada a su cuerpo, odiaba los vestidos y odiaba las faldas de tubo, quizás si ella tuviese caderas o una cintura marcada, como le decía su madre, pero no, ella solo era flaca y "rectangular" decía su hermana, comentarios que ya no solo le afectaban, ahora también la lastimaban.

Ya el problema no solo era con su cuerpo, era con toda ella.

Odiaba salir de su casa y relacionarse con personas. Odiaba a los chicos de su clase y a sus comentarios de mierda. Odiaba que nunca nadie le haya dicho que era linda tal cual y como era.

Su alimentación era buena, su nutricionista decía que estaba bien, que solo era su contextura, pero no sé sentía así, ella sentía que todo en ella estaba mal.

Se sentía acorralada en su propio cuerpo, desde los 10 años había empezado a odiarse, ella no quería tener ese cuerpo.

(...)

—Estoy harta de todo -Dijo viéndose al espejo- ¡¿Por qué no puedo ser como las chicas de la televisión?! !¿Por qué tengo que ser flaca y que solo se me vean los huesos?!

— Si comieras más no estarías así. -Dijo su hermana desde el umbral de la puerta- Vamos al gimnasio, a ver si dejas de ser una puerta -Dijo, con su tono de burla caracteristico, para luego marcharse-

Su vida era así constantemente, intentaba buscar el lado bueno de su vida, pero nada era suficiente.

Odiaba sus clavículas, odiaba sus costillas, odiaba verse de lado enfrente del espejo, se odiaba a ella.

No podía ver nada positivo en su cuerpo, solo veía a una persona que no quería ser.

Ella solo veía sus defectos, jamás veía sus virtudes.

(...)

—Si tuvieras amigos no estarías aquí un sábado por la noche. -Dijo su hermana mayor—.

—Si dejaras de meterte en mis asuntos, podrías tener una vida. —Dijo cortante—

—Si comieras más y tuvieras un cuerpo con curvas, tendrías un novio con el cual salir.

— Tú tienes un cuerpo con curvas y no veo que tengas un novio con quién salir, en cambio estás aquí jodiéndome, puedes marcharte por dónde viniste.

Su hermana tenía la costumbre de llegar y joderla, decir burlas hacía su cuerpo solo porque ella si tenía un lindo cuerpo. Ella tenía quince años, ni siquiera deseaba un novio, pero si quería que alguien la quisiera.

A veces se preguntaba si realmente alguien la querría por como era y no le importaría su cuerpo y sus inseguridades, quizás llegaría alguien que le ayudara a vencerlas.

En un mundo de personas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora