Nadie podrá apagarte.

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Dos adolescentes llenos de amor y sentimientos puros que intentaron ser apagados. Una historia contada con tanto amor y orgullo, estoy encantada de que ellos me contarán esto y que su historia nunca muera con los años.

Emilia y Orlando eran amigos de la escuela, solían jugar juntos en el patio con sus compañeros y comer juntos en la cafetería por un par de años, paso el tiempo y llegaron a la secundaria no volvieron a verse hasta el bachillerato, donde todo empezó a ocurrir.

Emilia tenía una familia religiosa, donde le hacían creer que absolutamente todo era pecado, a veces solía tener miedo de decir algo mal y que su madre se enterara y la hiciera rezar por durante horas para limpiar sus pecados. Ella sabía que su familia no era del tipo religioso normal, eran radicales, no hacían lo que predicaban y eso la enfadaba, pues se excusaban en un Dios para hacer ver bien sus actitudes, Dios no era así, Dios jamás juzgaba.

Orlando tenía una familia tranquila, una madre que solía ir a la iglesia los fines de semana, pero eran bastante liberales, una familia que Emilia solía llamar "normal".

Orlando y Emilia se conocieron en primaria, en segundo año, dejaron de estudiar juntos en cuarto año de primaria, para luego volverlo hacer en primer años de bachillerato, donde se reencontraron.

(...)

-Una vez mas, la jodida comida que mandó mi madre es pan integral con alcachofas y queso, hasta cuándo va entender que no es sabroso eso - dijo Steve sentándose en una de las bancas junto a Orlando-

- Probablemente se le hace gracioso hacerte rabiar.

-No me hace rabiar, me hace pasar hambre.

- Pues prepárate tu propia comida.

-Ay cállate y dame de la lasaña que tu mamá te mando, Orlandito.

-Hola, chicos, ¿Cómo están? - Saludo Emilia, interrumpiendo la pelea de ambos chicos- Mamá otra vez está molestando con que debo dejar de tratarlos, ustedes no van a la iglesia y no son personas del buen camino.

- Tu mamá es una jodida molestia, ¿Qué tiene que no vayamos a la iglesia? Yo le rezo a Dios todas las noches para que me cuide. - soltó Steve de la nada, ambos chicos lo vieron extrañados - ¿Qué, por qué me ven así?

- No creí que hicieras algo así. - Dijo Orlando encogiéndose de hombro-

- Yo hablo con Dios como si fuésemos mejores amigos, a veces suelo olvidar lo que estoy diciendo mientras hablo con él, pero pido disculpas y sigo, él jamás se enoja conmigo.

- Eres raro, de verdad. -Rió emilia por lo bajo- En fin, lo que venía a decir es que no puedo dejar que me vean por mucho tiempo con ustedes, y estoy enojada.

- Tranquila, Emi, pronto podrás irte de casa y pasar tiempo con nosotros. - habló Orlando para luego embozar una sonrisa- Todo estará bien pronto, solo faltan pocos meses para irnos a la universidad

-Ay, que lindo eres cuando estás enamorado. - Dijo Steve y puso su mano en su barbilla- ¿ Y comienzas a ir la iglesia para que tu futura suegra te acepte?

- No lo sé, la señora me odia desde el primer grado cuando dije que Jesús era el mecánico de mi padre, desde ahí su mirada de odio me da escalofrío.

En un mundo de personas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora