Ira parte 10

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No era la primera vez donde ambos pecadores se encontraban a solas en la cocina del hotel, pero si sería la primera en donde Angel tendría la oportunidad de interactuar con Alastor en un escenario un tanto más íntimo, el demonio de mayor edad comenzó retirándose el saco seguido de inmediato por sus guantes y corbatín dejándolos al cuidado de uno de sus lacayos quien se encargaría de resguardarlos hasta que terminaran con su pequeño trabajo y de esta forma evitar arruinarlos con algún imprevisto, se arremangó por encima del codo y tomó uno de los mandiles del perchero para colocarlo sobre su cuerpo, protegiendo el resto de sus ropas de esta manera, al mismo tiempo que su propia sombra se encargaba de cubrir las prendas del albino con una pieza similar y resguardar su cabello con un pañuelo, el mismo que Niffty utilizaba cuando cocinaba, para después alejarse cerca de la barra con el cerdito en brazos, evitando de esta forma entorpecer la tarea de sus dueños, y una vez ambos demonios estuvieron listos era tiempo de llevar a cabo los preparativos para el desayuno.

El ciervo inicio dando una rápida introducción sobre los platillos que prepararían, los ingredientes utilizados y el tiempo estimado de preparación mostrándose incluso más animado de lo que acostumbraba a medida que describía cada pequeño detalle del proceso de preparación, las facciones de su rostro se relajaron dejando en su lugar una apacible expresión junto a una sonrisa no tan pronunciada, sino que casi discreta, mientras que sus manos trataban de encargarse de sujetar su cabello para que este no estorbara su visión mientras cocinaran sólo para terminar fracasando en el proceso, normalmente la pequeña ciclope era quien se encargaba de arreglarle el cabello debido a que él no era muy diestro para ese tipo de actividades.

Ver al temido y sanguinario Overlord, según la opinión de la chica polilla, teniendo problemas hizo que Angel se decidiera por ayudarle, pidiendo primero su permiso recordando que el de rojo odiaba ser tocado sin aviso, recibiendo una sorpresiva respuesta afirmativa de su parte. Tomó una liga, una que siempre llevaba en una de sus manos por cualquier emergencia de moda, colocándose detrás del más bajo para comenzar a peinarle con sus dedos, teniendo cuidado con sus astas y orejas, sujetando su cabello en una sencilla coleta dejando su rostro al descubierto exceptuando por aquellos mechones rebeldes que lograron soltarse, al darle un vistazo rápido a su trabajo el actor no pudo sentirse más orgulloso del resultado y sonreírle como símbolo de garantía, cualquiera que lo viera pensaría que se trataba de un demonio diferente.

Complacido por el apoyo recibido Alastor agradeció al albino para continuar con sus explicaciones llevándolas al área de la practica al tomar uno de los afilados cuchillos y proceder a dar una muestra de sus habilidades.

La precisión y velocidad con la cual uno de los vegetales, previamente lavados y desinfectados, era cortado de manera fina y uniforme era algo de que sorprenderse, en un principio había creído que el mayor únicamente quería tomarle el pelo al presumir de lo que suponía eran sus supuestos conocimientos culinarios, todo por querer subirle el ánimo, pero ahora que le tenía a menos de un metro de distancia y disfrutando de la exclusividad de la primera fila podía darse cuenta que lo dicho con anterioridad era una aplastante verdad que fácilmente superaba sus propios conocimientos con creces, porque si, el albino le había contado una mentirilla al demonio de la radio. El actor dejó dicho que se encontraba negado para las labores relacionadas a la cocina cuando la realidad era que se trataba de una de las actividades que más disfrutaba de llevar a cabo, superando por mucho a salir de fiesta, las drogas y en menor medida al sexo, esa seguía siendo su favorita. Cada que se daba la oportunidad de escapar al departamento de su mejor amiga para una de sus noches de chicas semanales cocinaba algo para la menor, siendo la ciclope la única que contaba con el privilegio, excluyendo a Fat Nuggets, de probar alguno de sus elaborados platillos italianos y elogiarle como si de un famoso chef se tratara, aumentándole la autoestima con sus dulces y sinceros comentarios. Todo lo que sabía fue aprendido de su madre y hermana, unas cuantas cosas de su hermano mayor, aunque este lo niegue, quienes le permitían cocinar con ellas cuando su padre no se encontraba en la mansión por motivos de trabajo y a su vez protegerle de la furia de su patriarca cuando este le atrapaba realizando labores que consideraba exclusivas de las mujeres.

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