Negación parte 9

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Strawberry Shortcake

Angel

Su cuerpo era alumbrado por las potentes lámparas que su fotógrafo, un viejo hombre con apariencia de reptil, había colocado en puntos estratégicos del pequeño set para tener la iluminación adecuada para las fotografías de esa semana. La alta temperatura de los focos ocasionaba una ligera capa de sudor sobre su blanco pelaje creando un efecto brillante sobre su piel, a sus oídos llegan los constantes "cliqueos" producidos por la cámara que se encargaba de enfocarle desde distintos ángulos y la incomodidad que aquellas atrevidas prendas sobre su cuerpo le generaban no hacían más que aumentar su mal humor.

Comienza a moverse de manera disimulada intentando conseguir una posición que le resultase mas cómoda teniendo cuidado de no seguir molestando mas al reptil que ya le había llamado la atención en varias ocasiones y no desordenar del todo la cama que habían decorado para esa sesión. Un amplio colchón decorado con sabanas rosa pastel, cojines rellenos de plumas de forma redonda en tonos fucsia y rojo cereza además de unos cuantos peluches de tamaño mediano, de los cuales dos habían caído de la cama por sus constantes movimientos.

- Angie, por favor, ya deja de moverte – el hombre hacia su mayor esfuerzo para no gritarle al albino.

- No es mi culpa – enderezo su cuerpo sentándose sobre sus rodillas – esta maldita cosa me está apretando el pecho – jalo un poco la parte del busto tratando de soltarse de dicha presión – debieron darme una talla equivocada, no tuve estos problemas durante la prueba de vestuario – su par inferior de brazos señalaron una parte en concreto – creo que las varillas están perforando mis costillas.

- Se supone que los corsés hagan presión en tu cintura y hagan lucir tu busto – dejo la cámara en manos de uno de sus asistentes – la idea para esta edición es hacer un hermoso acercamiento en estas niñas – con sus manos hizo un encuadre sobre la pelusa del actor – vamos cariño, unas cuantas tomas mas y después puedes quitártelo y quemarlo si quieres.

- Pffff – bufo fastidiado – bien, pero si me queda, aunque sea una sola marca juro que voy a meterte una bala por donde no va a gustarte – volvió a tumbarse sobre su espalda flexionando una de sus piernas y sonriendo de manera coqueta para la lente.

- Después arreglamos una cita y veremos quien le mete que a quien – pidió una cámara distinta y a alguien que pudiera retocarle el maquillaje.

En cuanto la sesión fotográfica se dio por finalizada se apresuró con una de las chicas de vestuario para que pudiera soltarle los amarres del corsé y poder sacarle de su cuerpo. Masajeo sobre su "busto" aminorando un poco su malestar, se aproximó a uno de los espejos de cuerpo completo del vestuario revisando el daño que las varillas pudieron ocasionarle, para su fortuna no contaba con ninguna cortada, pero en su lugar quedaron unas cuantas marcas rojizas que probablemente se convertirían en pequeños moretones al siguiente día.

- Maldición – un par de sus dedos acaricio una de las marcas.

- ¿Qué ocurre mi pastelito? – la voz de su proxeneta entrando por la puerta ocasiono que un tenue quejido escapara de sus labios – el fotógrafo me ha dicho que tuvimos algunos problemas con las fotos – cerró la puerta a sus espaldas afilando su mirada sobre el menor.

- Oh Val – hace su mejor esfuerzo en fingir una sonrisa – una disculpa por eso papi – de manera inconsciente abraza su cuerpo con ambos pares de brazos ocultando su pecho – es solo que una de las encargadas del vestuario me dio una talla equivocada y por el tiempo no pudimos cambiarla por una nueva – cierta timidez cubre su tono de voz.

- ¿Es así? – sujeta sus manos entre las suyas alejándolas de su cuerpo, tanto inferiores como superiores – mira que feas marcas han quedado sobre ti y, oh vaya – una de sus manos le suelta para pellizcarle la piel del vientre – no creo que la talla fuera incorrecta, en realidad has engordado un poco.

- N-no, no es posible – suelta sus demás brazos volviendo a verse al espejo – he tenido cuidado con mi alimentación, tal y como lo pediste – su vista trata de dar con algún bulto de grasa visible – he seguido tus indicaciones al pie de la letra.

- Yo creo que no – coloca su par superior sobre sus hombros – un pajarito me ha dicho que sigues recibiendo los regalitos de tu amiga – y las inferiores sobre su cintura ejerciendo un poco de presión sobre ambas áreas – a pesar de que sabes que no debes comer nada que yo no autorice – el afligido rostro del actor engrandece la sonrisa de la polilla – como mi "estrella número uno" debes de mantenerte en un peso ideal y lucir una cara bonita – sujeta ambas mejillas con una intención que buscaba ser cariñosa – ya sabes, porque nadie quiere a una prostituta gorda y desarreglada.

Los ojos de Angel comienzan a llenarse de lágrimas al escuchar las falsas palabras de preocupación de Valentino. Dentro de él sabe que todo lo que dice no es mas que una vil mentira, pero haberlas escuchado tantas veces de manera repetitiva ha ocasionado que comenzara a creerlas, nunca se ha considerado alguien desagradable a la vista, ni en vida ni en muerte, y resulta increíble como unas cuantas cosas dichas por su jefe son capaces de ocasionar que su confianza se redujera al nivel del suelo.

El actor despierta con la respiración alterada y sintiendo los acelerados latidos de su corazón chocando contra su pecho, su rostro se encuentra humedecido por las lágrimas que escaparon producto de ese recuerdo, una pesadilla en la vida real, y unas cuantas gotas de sudor resbalaban por su sien. Limpia su rostro con su antebrazo, junta ambas piernas, aun cubiertas por las sabanas, contra su pecho para poder recargar su frente contra sus rodillas mientras trata de alejar aquellos malos recuerdos lejos de sus pensamientos, dicha acción resulta en algo inútil ya que sin importar cuantas veces se ha repetido que todo cuanto el mayor ha sido capaz de decir en su contra eran simples castigos por hacerle trabajar unos cuantos minutos extra ha llegado a ese punto donde le resulta imposible poder separar la verdad de la mentira.

Un par de toques sobre su hombro izquierdo le hacen ponerse en alerta procediendo de inmediato a sacar un revolver que mantenía bajo su almohada, viejos hábitos de mafioso, al dormir y apuntar a quien sea que se atreviese a entrar a su habitación a hurtadillas. Su sorpresa es bastante notoria al toparse con la sombra del demonio ciervo, quien al saberse descubierto y apuntado con el arma mantiene ambos brazos en alto fingiendo una expresión de preocupación tan mala que resulta divertida para ambos seres.

- Ah, solo eres tú – carraspea un poco tratando de aclarar su garganta, algo difícil después de todo lo que tuvo que gritar en su trabajo – ¿en qué puedo ayudarte Bambi? – guarda el arma en uno de los cajones de la cómoda.

Aquella sombría figura, valiéndose únicamente de sus habilidades para la mímica, no tarda nada en informarle que están esperándole para el desayuno.

- Entendido cielo – nuevamente carraspea – danos unos minutos y bajaremos a comer.

Un asentimiento es dado por la sombra, quien deja un par de palmaditas sobre su cabeza como si de un niño pequeño se tratara, mientras dibujaba una enorme sonrisa donde simulaba estar su rostro, ofrece una reverencia y un par de movimientos de su mano izquierda antes de abandonar la habitación deslizándose por debajo de la puerta. El albino enarca una de sus cejas ante la parafernalia realizada durante la despedida, el sonido del timbre de su teléfono celular llama su atención procediendo a tomarle entre sus manos topándose con un mensaje de parte de Vox quien le avisaba que Valentino había decidido darle unos cuantos días para que pudiera recuperarse, algo raro después de todo el espectáculo que había armado hace un par de noches, no obstante, prefiere no preguntar y solo responder que el mensaje había sido recibido.

Sale de la cama notando por primera vez que todo este tiempo estuvo vistiendo su pijama, un conjunto de shorts y camisa de tirantes de satén en color rosa y negro, cuestionándose en qué momento pudo haberse cambiado a sabiendas que llego entrada la madrugada y muerto de cansancio. Ni siquiera era capaz de recordarse subiendo las escaleras, subiendo por tres pisos, hasta su habitación por lo que solo se encogió de hombros restándole importancia al asunto pensando que quizás era tanto su cansancio que difícilmente recordaría como hizo las cosas... o quizás solo era sonámbulo y no lo sabía.

Dirige sus pasos en dirección a su armario sacando una bata semitransparente, también en color rosa, para colocársela encima y tomar de uno de los cajones un par de medias gruesas para poder ocultar sus pies. Luego de cubrirse y calzarse sus pantuflas, camina a la camita donde descansa su cerdito para levantarle en brazos, haciéndole despertar y restregarse de manera cariñosa con el pecho de la araña, y salir ambos de la habitación en dirección al comedor para poder tomar el desayuno.

DueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora