Capítulo 2: Golpes

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Cuando desperté tenía una idea clara, Mikasa era una tipa algo loca y peligrosa.
Me vestí con suma prisa y ella se despertó mirándome en silencio, no me dijo nada, me dejó marchar sin molestias.

Bajé las escaleras algo avergonzada, visualicé en la sala a la Señora Ackerman durmiendo en su silla de ruedas, me pareció tierna, decidí acomodarla mejor y apagar el televisor para volver a mi casa cuanto antes.

Ese momento de placer con Mikasa marcó el inicio de una etapa extraña y molesta en mi vida, era algo adictivo pero peligroso. Al otro día Mikasa se presentó en mi casa, me pidió que la acompañara a comer junto con su madre y no pude negarme, el ambiente parecía alegre y calmado.

La señora Ackerman estaba de muy buen humor:
-Mi esposo llamó (...), dice que viene antes de lo establecido.

(...):-¿En serio? ¡Vaya! Eso es una buena noticia.

-Así es, pero por favor no quiero que te alejes de nosotros, la verdad nos encanta tu compañía.

Mikasa:- No te preocupes mamá, ella no se alejará de nosotros.

(...):-P-pues si...yo seguiré frecuentándola, ustedes me caen muy bien.

Sentí las manos de Mikasa recorriendo mi muslo izquierdo debajo de la mesa, pero su rostro se veía tan calmado.

-Y díganme, ¿Qué tal se están llevando? Ayer se encerraron por un buen rato.

El comentario de la señora Ackerman me hizo recordar aquel momento, un rojo ardiente cubrió mi cara recordando todo lo vivido.
Mikasa:- Te lo dije, solo nos estábamos conociendo un poco más. Hablamos de cosas triviales y eso.
-Ya veo, en todo caso me alegra que se lleven bien.

Después de la comida Mikasa me invitó a su cuarto para hablar, estaba tranquila como siempre.
Una vez encerradas se sentó en su cama y me miró:
-¿Qué te ocurre?

-Nada.

-Estás un tanto extraña, te comportas de forma extraña, ¿No te gustó lo que hicimos ayer?

-No es eso...es que me arrastraste por el piso y la verdad no sé qué pensar.

-Lo siento...pero quiero que sepas que me gustas (...), me gustas mucho, por eso tengo fotos tuyas y...

Lo último lo dijo apartando su mirada bastante sonrojada.
Esa faceta de ella me excitaba un poco, me gustaba verla comportarse tímida conmigo.
Me senté al lado de ella, el otro día juré que quería alejarla pero mirándola así solo me daban ganas de tenerla cerca por siempre.
Acaricié su pelo suave y la tomé del mentón.
-Me pareces muy linda, Mikasa.

-¿Eso que quiere decir?

-No lo sé...

-¿Somos algo verdad?

-Creo que eso no se pregunta.

La besé de inmediato. Ella en desesperación me abrazó con fuerza mientras introducía su lengua, Mikasa se ponía salvaje y ardiente, se subía encima de mí mientras acariciaba cada centímetro de mi cuerpo, apartaba la ropa con brusquedad queriendo ver lo que traía debajo con impaciencia.
Mi cuerpo desnudo era un deleite para sus ojos, me miraba desesperada hasta que volvía atacar mi boca, bajando por mis pechos donde los besaba con pasión.

Mordía mis labios  callando cada gemido que intentaba salir, pero no pude evitar intentar apartarla cuando empezó a morderme con fuerza uno de mis pechos.
Se apartó de inmediato, me miró excitada y me besó nuevamente.

Mikasa se desvistió de forma rápida y fue al mismo cajón de la vez pasada, sacó un consolado con arnés el cual se puso de inmediato.

Se miraba bastante extraña con aquel artefacto puesto, sus pechos al descubierto me llenaban de morbo.

 Mía  (Mikasa x lectora) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora