🔞 Volkacio BDSM🔞 [Parte 1]

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Respira...tranquilo...uno, dos, tres...inhala...exhala...Viktor intentaba calmarse mentalmente a sí mismo. Todo su cuerpo temblaba en anticipación, tal vez no debió haber aceptado aquella cita del extraño que le llamó en anónimo, pero le había prometido que sería inolvidable. Claramente no se esperaba estar en una sala casi en completa oscuridad, exceptuando por una ínfima luz rojiza que le estaba poniendo aún más tenso.

Oyó unos pasos que resonaban en el pasillo hacia su dirección, pero el sonido de su propio corazón latiendo desbocado y su respiración agitada retumbaban aún más fuerte. Una parte de su cerebro le decía que debía correr de allí, y la otra quería arriesgar incluso su vida por descubrir qué ocurriría.

—De rodillas— Una aterciopelada voz habló a su espalda, tensándolo al instante. Sin entender por qué, su cuerpo reaccionó antes que su mente, obedeciendo sin chistar lo que se le había ordenado.

Posó con cuidado sus rodillas en el suelo, aún temblando levemente. Los pasos se acercaron a él, rodeándole y dejando ver frente suyo a un imponente hombre cuya hermosa cresta de color rojo resaltaba dejándole sin aliento. Ambos iban vestidos de traje, Viktor con su camisa color granate y el de cresta con un ajustado traje negro. Horacio dirigió su mirada hacia el ruso, escaneándole en detalle y poniéndole más ansioso.

Bajó la mano hasta el pálido mentón de Volkov, elevándolo para verle mejor. Su dedo pulgar comenzaba una delicada caricia sobre aquellos finos labios, encendiendo algo en su interior. Aquella cálida mirada que el de cresta le daba, incluía la silenciosa promesa de que cuidaría de él independiente de todo lo que planeaba hacerle esa noche.

Con ese mismo dedo exigió la apertura de su boca, que esperaba expectante a lo que vendría. Introdujo sus dedos índice y medio, acariciando con ellos la lengua del peligris, quien cerraba sus ojos disfrutando de aquella extraña interacción.

—Mírame— el moreno susurró tiernamente, sin embargo, su mirada ardía en llamas. Volkov sabía que sería él quien saldría calcinado, y aun así estaba cayendo voluntariamente en las garras de ese abrasador fuego. Los largos dedos del de cresta formaban un vaivén en su boca, lento y provocador. Un gemido escapó del ruso, deseando que aquellos dedos fuera otra cosa, y en vez de ocultarlo, rodeó con sus labios esas falanges, succionando atrevidamente.

Horacio debió fingir que no estaba disfrutando de su osadía, su rostro cambió drásticamente en una mueca de severidad. —No te ordené que hicieras eso. Aquí soy yo quien dice qué hacer y qué no. Ahora desvístete y tiéndete allí— espetó apuntando a una especie lecho alto. Tan solo habían pasado unos segundos y Viktor ya extrañaba el toque de aquel hombre.

Una vez acostado mirando al techo, sus extremidades fueron amarradas a los bordes de aquella superficie, tensándole en el proceso. —Shhhh, tranquilo— Sintió un suave susurro en su oído, seguido de tiernos besos, que bajaban por su cuello hasta su pecho. Aquello produjo en él una extraña sensación, notó en su interior el calor del cariño que le transmitía ese hombre en cada dulce beso que depositaba sobre su piel. Se estaba entregando en cuerpo y alma ante aquel hermoso moreno que le hacía soltar suspiros en cada toque.

—mhm...— Viktor, al percibir la húmeda lengua de Horacio sobre su pecho comenzó a soltar gemidos bajitos, torciendo sus dedos de los pies ante la exquisita sensación. Los sedosos labios del de cresta jugueteaban sin descanso, llegando hasta sus pezones para darles atención. —Agh...— su mente se comenzaba a nublar ante aquella lujuriosa bruma que le inundaba. Esa lengua mimando y succionando sus puntos sensibles le tenía agitado y fascinado.

Impresionado observó cuando el de cresta roja se trepó sobre él, quedando a horcajadas. Su cuello fue hambrientamente devorado por esos gruesos labios, haciéndole tirar de sus amarres ante tal estremecimiento que le causaba. Audibles jadeos reemplazaron su respiración, arqueando su espalda ante el hábil toque de esa caliente lengua en su piel. Las morenas manos recorrían su lechosa piel con devoción, contrastando con la brutalidad de sus besos.

Los labios de Horacio atraparon los del peligris con necesidad mientras comenzaba un provocativo vaivén con su pelvis, formando un delicioso roce entre su aún tapada erección contra el miembro ya liberado de Volkov, que le sentía con más potencia. La habitación fue inundada con el bullicioso sonido de sus besos que acunaban cada gemido emitido por ambos.

El de cresta se irguió, desabrochando su camisa botón a botón, con lentitud, provocándole con un sensual movimiento mientras lamía sus labios con lascivia. Las manos de Volkov cosquilleaban en la necesidad de tocarle.

Horacio se movió acercando su rostro al marcado abdomen del ruso, dejando húmedos besos y lamidas mientras bajaba de a poco. Con su lengua trazó un camino por todo alrededor de su miembro, Volkov gemía en anticipación, forzando su amarre y haciendo sonar las cadenas que le rodeaban. —¿Qué ocurre? — preguntó divertido, tentándole —¿Acaso quieres...esto? — Pasó sus labios sobre la longitud de su erección, dejando una caricia y repasando aquella misma zona con su lengua, le miraba fijamente, sus ojos quemaban en deseo. Con el rostro completamente sonrojado Viktor asintió, rogando por su atención.

El de cresta atrapó entre sus labios el glande, trazando círculos a su alrededor con la lengua. Los graves gemidos pronunciados por el ruso le encendían más. Buscando derretirle en placer, comenzó a succionar la punta llenándole de saliva. Con una mano masturbaba la base del miembro con fuerza, y con la otra acariciaba suavemente alrededor. Volkov se removía inquieto bajo él, gimoteando agitado, hundido en el deleite de su calidez y expertiz.

Sus extremidades inferiores fueron liberadas y su cadera alzada un poco, dando mayor visión y acceso a su entrada. Horacio sin prisa dejó caer un aromático aceite sobre el rosado orificio del peligris, resbalando sedosamente. —tranquilo...iré de a poco— susurró el moreno al ver que Viktor volvía a tensarse ante la nueva actividad. —Nunca habías hecho esto, ¿verdad? — preguntó tiernamente, mientras con su dedo pulgar lubricado mimaba su entrada con cautela, y al confirmar su corazonada, depositó un tierno beso en el lechoso muslo del ruso.

—Agh...— La intromisión de ese dedo se sentía curiosamente extraña y adictiva. Horacio le masturbaba mientras dilataba con delicadeza su entrada, hasta que los gemidos fueron continuos. Introdujo entonces los dedos índice y medio, a la vez que su otra mano jugaba con sus testículos, dando pequeños golpecitos cuyo dolor terminaba por gustarle a Volkov, arqueando su espalda encantado.

Horacio bajó de allí, alejándose un segundo —Date la vuelta, caderas arriba— ordenó con seguridad. Volkov estaba nervioso por no ver qué haría, y sus manos seguían amarradas, dificultando obedecer aquel comando.

El sonido seco de una certera nalgada le sobresaltó, sintiendo segundos después el ardor siendo calmado por las caricias de quien acababa de golpearle. Su respiración irregular fue notoria. Otra nalgada, seguida de otra y otra, todas seguidas por su respectivo calmante mimoso. Comenzaba a disfrutar ese escozor que enviaba una pequeña oleada de placer.

Una fina vara con cuero en la punta apareció frente a sus ojos, acelerando sus latidos, asustado.
—¿Crees que podamos usar esto en ti hoy, o seguimos solo con mis manos? — Horacio de verdad iría lento si se lo pedía.

—P-por favor, sólo las manos h-hoy— sus blancas manos sudaban de terror. Hasta que una tierna sonrisa apareció en la cara del de cresta, aceptando su petición. Besó su frente y susurró dulcemente —No te preocupes—.

Lentamente introdujo un objeto fálico de cristal rosa en la entrada del ruso, despertando una vez más sus gemidos. Una vez dentro, golpeteó aquel juguete recreando una deliciosa vibración en su interior. Profundos gimoteos inundaron la habitación. Horacio comenzó un rápido vaivén con el rosado artefacto, hipnotizado viendo cómo Viktor se deshacía de placer pidiendo más y más. Continuó así por varios minutos, agregando nalgadas y pellizcos que a ambos deleitaban. Abrió su pantalón y sin quitárselo lubricó su palpitante miembro, penetrando bruscamente al peligris tras haber retirado el juguete de él. Poderosas embestidas hacían a ambos gruñir deliciosamente, Horacio se afirmaba de sus caderas, profundizando cada estocada; Se quitó su camisa y se estiró para colocarla en la boca del ruso —Ten, muerde esto— dijo sin detener su violento balanceo. Con ello logró acallar un poco los gritos de placer que Volkov soltaba, el de cresta había encontrado su punto sensible, y probablemente ninguno de los dos aguantaría demasiado.

Viktor tiró una vez más de su amarre, desesperado y hundido en cada exquisita sensación. Gimoteó mordiendo aún ese trozo de tela. —Córrete para mí— murmuró Horacio en un gruñido acelerando sus embestidas, siendo obedecido de inmediato por el peligris quien liberaba sus blanquecinos fluidos entre encantadores lloriqueos. Contrayendo sus carnes y dando paso al orgasmo del de cresta, que se corría en su interior segundos después, llenando de dulces besos espalda de Volkov junto a suaves caricias. Liberó sus manos y le masajeó las muñecas tiernamente. Una vez el ruso se sentó al borde del alto lecho, Horacio tomó su rostro entre sus manos, besándole con parsimonia y delicadeza.

—¿C-cuál es tu nombre? — se atrevió a preguntar Viktor con temor. 

—Puedes llamarme amo o señor— respondió alejándose —Y si quieres volverme a ver, tendrás que ponerte esto— El peligris recibió una caja entre sus manos, observando al de cresta salir de la habitación. 

Con curiosidad la abrió de inmediato...era un collar de cuero color azabache...

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora