🔞Hollins - El Huevo🔞

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—¿C-cómo?— Horacio confundido tragó saliva con dificultad ante lo que el sheriff le había soltado recién, con un tinte gracioso pero cargado en lascivia.
—Eso, lo que escuchaste, si quieres mi huevo, vas a tener que sacarlo con esa boca— la voz grave de Collins en su oído le hizo soltar un jadeo. Aquella risita con la que terminó su frase había terminado por nublar su mente.
Acercó su rostro al rubio, haciendo que sus alientos chocaran. —Pues...pensaba sacártelo con mi navaja si te soy sincero... ¿Tan desesperado estás por una mamada mía?— espetó con una sonrisa maliciosa, pasando su lengua con una tortuosa lentitud por el labio inferior de Collins. Le había dejado inmóvil, llevaba tiempo jugueteándole al agente del FBI, pero no pensaba que éste respondería así. Pudo sentir cómo la mano del de cresta gris se posaba sobre su creciente erección, dejando suaves y sensuales caricias.
Sin aguantar un segundo más, el sheriff atacó con brusquedad los labios de Horacio, comenzando un húmedo y desesperado beso. Las manos de ambos recorrieron en torpes caricias la piel del otro, dejando que audibles jadeos escaparan de sus labios.
El rubio bajó sus besos hasta el cuello del FBI, dejando mordidas y notorias marcas en éste, ya no había vuelta atrás. Horacio mordía su labio tratando de detener los incipientes gemidos, pero le fue imposible, sobretodo cuando sintió las escurridizas manos de Collins introducirse en su pantalón para apretar y masajear su redondeado trasero, obligándole a jalar el cabello de éste para separarle agitadamente. Se miraron rápidamente, ambos respiraban por sus bocas, haciendo que se mezclaran sus cálidos alientos. Volvieron a juntar los labios, sus lenguas danzaban en la humedad de aquel beso acompañados de pequeños quejidos de placer.
Horacio cayó sobre sus rodillas en un ágil movimiento, abriendo el pantalón del sheriff mientras le dedicaba una felina mirada. Sacó de éste el endurecido miembro, repasando sus propios labios con la lengua, hambriento, definitivamente le apetecía cenar aquello.
Un gruñido se oyó por parte de Collins, al sentir la perforada lengua del de cresta recorrer la longitud de su miembro, dando especial atención a la punta de éste.
—¿Qué pasa?— espetó desesperado cuando detuvo sus movimientos.
—al sofá, ahora.— ordenó el FBI en tono severo. Mientras se dirigía a la puerta para poner el seguro.
Se arrodilló nuevamente frente al rubio que estaba con las piernas separadas en aquel sofá. Terminó por quitarle el molesto pantalón y levantó con la mano su miembro, dejando a la vista lo que tanto esperaba obtener. —joder...que de verdad los rasuraste— dijo soltando una risita, que desapareció de inmediato para volver a lo suyo.
Mirándole a los ojos, comenzó a depositar cortos besos en ambos testículos, estaba disfrutando de aquella suavidad, mientras oía los suspiros que escapaban del sheriff. Rápidamente reemplazó sus labios para repartir caricias con su lengua, mojando todo a su paso deliciosamente.
Collins rompió el contacto visual para inclinar su cabeza hacia atrás, gimiendo el nombre del agente federal que le estaba haciendo tocar el cielo con aquellos movimientos. Sintió las suaves succiones que hacía Horacio, obligándole a morder su propia mano para no hacer ruido, puesto que podía oír a sus compañeros rondar por los pasillos de aquella comisaría en el norte.
El de cresta estaba disfrutando verle sufrir de esa manera, por lo que subió su apuesta, introduciendo el palpitante miembro del rubio en su boca, con rápidos movimientos. Jugueteaba con su piercing sobre la erección que ya goteaba presemen. —H-horacio por favor— suplicó en un hilo de voz, recibiendo sólo una sonrisa cargada en lujuria y perversidad. Sus suplicios únicamente consiguieron que su propia agitación aumentara. El de cresta estaba concentrado haciendo movimientos circulares alrededor del glande, acariciandole con su perforación, y masturbando el resto con su mano, subiendo el ritmo de sus sacudidas.
No podría soportar por más tiempo, sentía su cuerpo estremecerse en anticipación, con la respiración irregular, mordiendo sus labios con fuerza.

—¿COLLINS?— Un grito fuera de la puerta interrumpió todo, helándoles la sangre. Ambos palidecieron, con sus corazones golpeando a gran velocidad.
—¿F-ford? Eh...q-quedé encerrado, sabes si están las llaves en algún lado?— dijo con voz temblorosa parándose al lado de la puerta para que le oyera.
Horacio se preparaba para hablar, pero Collins adelantándose a sus movimientos le cubrió la boca con su mano, acorralándole contra la pared junto a la puerta. —Ni se te ocurra decir una palabra— gruñó en su oído, aquello le había encantado a Horacio. Sediento por obtener más del sheriff, alzó sus caderas acariciando su erección entre sus carnes, sabiendo que estaba surtiendo efecto al sentir cómo su agarre se hacía más fuerte.
Podían oír a Ford buscando las llaves afuera, aumentando su adrenalina y llamándoles a caer ante un exquisito riesgo.
En ningún momento el rubio liberó la boca del de cresta, pero llevó la otra mano hasta su pantalón, abriéndolo y bajándolo hábilmente. Le tenía aún acorralado allí, frente al peligro. Llevó sus dedos bañados en saliva hasta la entrada de Horacio, humedeciendo y jugando con ésta. Podía oír los suaves quejidos que soltaba bajo su agarre. —¿No querías jugar?— susurró en su oído, lamiendo el lóbulo y bajando su lengua hasta el cuello del de cresta.
Aprovechó para introducir un dedo, luego dos, en suaves movimientos que derretían al del FBI. Los sonidos que emitía le ponían cada vez más duro, haciendo que su erección doliera. Jugó con sus dedos en el interior hasta que su propia excitación le impidió tardar más tiempo.
Collins escupió sobre su propia erección, esparciendo su saliva en ésta para dirigirla hasta su entrada. Subió su mano hasta los endurecidos pezones de Horacio, acariciando y pellizcando, mientras seguía devorando su cuello. Al sentir que éste alzaba sus caderas, gimiendo, captó el mensaje, entrando poco a poco en él.
Sin aguantar la espera, comenzó con una fuerte y constante penetración, sujetando el cuerpo del moreno contra el suyo.
Salvajes jadeos resonaban en aquella oficina, adornados por los dulces gimoteos que salían de los labios del de cresta, quien se deshacía en los fuertes brazos del sheriff. Las paredes de Horacio le apretaban haciéndole perder la cabeza. Mordía su espalda disfrutando de su aroma. El vaivén constante les tenía en llamas, sentían como ardía todo a su alrededor, olvidando dónde estaban. Sus largos dedos apretaban todo a su paso sobre el cuerpo del FBI, quien se movía contra su pecho y caderas sensualmente, estaban perdiendo el control, profundizando cada penetración con brusquedad.
—C-collins, y-ya—con un gemido que sonó bajito, tiró su cabeza hacia atrás, solo pudo soportar un par de estocadas más en las que el sheriff aumentó la velocidad, tocando aquel punto sensible dento de Horacio. Éste soltó un lastimero quejido, derramándose sobre aquella pared donde estaba aprisionado.
Tras regularizar su respiración, volvió a arrodillarse, tomando entre sus manos el miembro del rubio, bombeando junto a sus labios en busca de su orgasmo. En un grave gruñido de placer, dejó caer aquel espeso líquido en la boca de Horacio. Admiró su rostro, ojos brillando con las pupilas dilatadas, con la boca abierta y lengua afuera, todo cubierto en sus fluidos.
Oyendo ruidos fuera de la oficina, el de cresta tragó todo sin pensarlo, tratando de ocultar las evidencias de lo recién ocurrido.

—No encontré las llaves Collins, así que traje a un cerrajero— gritó del otro lado Ford.
—Mierda— ambos se vistieron rápidamente. Horacio lanzó las llaves por la ventana para no ser descubiertos.
—Ya te dí mi huevo— le susurró entre risas el sheriff, —pero aún me debes la cita—

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora