🔞 Volkacio - Nadador 🔞

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Viktor Volkov no era en realidad muy fanático de los deportes, sin embargo, llevaba una larga temporada disfrutando de uno en específico. Las competiciones de natación se habían convertido en su pasatiempo favorito, aunque, siendo sincero consigo mismo, debía admitir que su verdadero vicio tenía nombre y apellido.

Cada sábado por la tarde se encontraba en aquellas gradas apoyando en silencio a Horacio Pérez, el nadador olímpico que le quitaba el aliento cada vez que hacía aparición en su campo de visión, sabiendo que no era el único a sus pies, pues apenas el moreno ponía un pie en aquel espacio los murmullos cargados de admiración y deseo no se detenían.

El ruso caminaba por el parking de la piscina olímpica en dirección a la entrada, era día viernes y por ende no había un alma allí, pues no era día de competición. Su amigo Greco, quien también era deportista, le había comentado que los días viernes por la tarde aquel lugar estaba reservado por Horacio para sus entrenamientos. El de barba le había empujado a ir ese día contra su voluntad, cansado de oír a Viktor suspirar por el nadador sin hacer nada por conseguir siquiera su número telefónico.

Nervioso jugueteaba con sus dedos caminando a paso extremadamente lento, no tenía idea de qué haría. Había estado practicando qué decirle cuando le viera, pero sabía que nada sería suficiente, pues la personalidad del moreno era avasalladora, cual animal salvaje imposible de domar.

Oyó el agua chapotear con fuerza al interior del recinto, sabiendo que Horacio estaría dentro. Suspiró inquieto antes de ingresar, sus piernas temblaban ligeramente, comenzaba a arrepentirse. Apenas puso un pie en la zona de la piscina pudo verle, venía nadando de espalda desde el extremo contrario de aquella enorme piscina, dejándole sin aliento, pues cada músculo se le marcaba deliciosamente.

Volkov pegó un salto al notar que el moreno saldría del agua, escurriéndose entre las gradas para quedar detrás de estas, aterrado de ser visto. Horacio salía de la piscina con sensual lentitud avanzando como si de una pantera se tratase. Las gotitas de agua caían traviesas por su aceitunada piel, rozando aquel marcado pecho y abdomen, y joder, cómo las envidiaba el peligris. Sus labios se separaron soltando un jadeo al verle quitarse la gorra de natación, liberando aquella cresta que lucía con magnificencia.

Sus mejillas tomaron un fuerte color rojizo cuando el moreno volteó de espaldas a él, dándole vista a su redondeado trasero. Viktor mordió su labio inferior, sintiendo un poderoso calor crecer dentro suyo, quemándole deliciosamente sin ser capaz de quitarle sus ojos de encima. Pérez, con absoluta lascivia se inclinó hacia adelante para elongar, haciendo que su apegado y diminuto traje de baño remarcara aquellas jugosas y apetecibles carnes, robándose un gemido involuntario del ruso, quien se vio obligado a posar su propia mano sobre su boca, avergonzado y con el corazón latiendo desbocadamente. Desesperado se sintió al oír una risita proveniente del moreno, quien estaba más que consciente de su presencia allí, sabiendo que sus jugueteos tendrían efecto en el tímido ruso.

—¿Disfrutando las vistas? —fanfarroneó el de cresta, su sonrisa felina le acechaba desde su posición, dejándole inmóvil en su fallido escondite.

—Y-yo... yo sólo venía de p-pasada... d-debo irme— balbuceó torpemente al ver que el contrario se acercaba a su escondite, acortando las distancias entre ambos. El de cresta se coló entre los tablones de las gradas para llegar hasta él, acorralándole en aquel oscuro y poco visible espacio.

—¿Ah, si? Pues no parecía que estuvieses buscando la salida— su ceja enarcada y profunda voz comenzaban a dificultar la respiración de Volkov, quien, jadeando, intentaba evitar todo contacto visual con el moreno, temiendo perder toda cordura...como si supiera de antemano todo el poder que tenía sobre él.
Horacio le tomó de la camisa, arrugando la tela entre sus puños y estampándole contra la pared. Soltando un gruñido, su boca no tardó en buscar la de Viktor, uniendo sus labios en un beso salvaje, brusco, devorándose mutuamente. Sin demora, las manos del peligris comenzaron a viajar indecorosamente sobre la expuesta piel del moreno que sólo portaba esos pantaloncillos cortos, deleitándose en su suavidad de aquella trabajada espalda que tanto le quitaba el aliento. Jadeaban mezclando sus calientes respiraciones en aquel húmedo beso, comenzando a rozar sus crecientes erecciones en busca de más, perdiendo el rumbo de todo y cayendo ante sus instintos.

La mano del de cresta bajó a acariciar el miembro de Volkov, tocándole sobre el pantalón. Aquel exquisito contacto hizo que el ruso echara su cabeza hacia atrás mordiendo su labio inferior en un pobre intento por acallar sus incipientes gemidos, cosa que le fue imposible una vez que la boca de Pérez atacó su cuello con ansias, mordiendo y lamiendo aquella sensible extensión de piel. Sus rápidas manos abrieron en cuestión de segundos el pantalón del peligris, liberando su miembro sin necesidad de quitarle la prenda.

—¿Q-qué haces? — susurró comprendiendo lo que estaba por ocurrir, recibiendo como respuesta una juguetona risita de Horacio, que le miraba con total malicia mientras caía despacio sobre sus rodillas.
Sin decir palabra, el de cresta comenzó a dejar lamidas por todo su pene, viéndole retorcerse de placer. Sutiles gruñidos salían de los finos labios del ruso, quien disfrutaba de aquellas húmedas caricias con su mano posada sobre el cabello del moreno. Prontamente, Horacio fue a por más, rodeando con sus labios el glande y jugueteando allí con su lengua, los gemidos que comenzaba a soltar Volkov le confirmaban que iba por buen camino, introduciendo poco a poco toda aquella extensión de carne a su boca, afirmando sus dos manos en los muslos del peligris.

Inició un constante vaivén salivando todo su miembro. Su perforada lengua agregaba sensaciones fascinantes, sumado a las deliciosas succiones, que resonaban en ese espacio reducido donde se encontraban. Viktor sentía sus piernas fallar, sintiéndose débil, preso de tan grande placer.

Estaba ahogándose en un mar de gemidos que evitaba soltar, sabiendo que si Horacio continuaba estimulándole de esa manera con su boca se correría allí mismo. —Shhhh...— el de cresta se detuvo, lanzándolo al suelo y tapando su boca —Acabo de escuchar pasos— los grisáceos ojos del ruso se abrieron por completo, asustado sin saber qué harían mientras sus latidos retumbaban con fuerza. Por el contrario, el alma traviesa de Horacio tenía claro que no quería detenerse. Ocultos entre las gradas aún, bajo éstas en la oscuridad, el de cresta se quitó aquel diminuto bañador que aún traía, viendo los ojos de Volkov abrirse aún más. —No hagas ruido o nos vamos a la puta calle los dos, ¿me oíste? — espetó el moreno en un susurro, viéndole asentir obediente. Completamente hipnotizado por sus brillantes ojos bicolores y sus gruesos labios rosados.

Con Viktor aún sentado en el suelo contra la pared, Horacio se montó sobre él a horcajadas, podía oír aún los pasos allí afuera, llenándole de adrenalina. El de cresta dejó caer saliva sobre el miembro de Volkov, esparciéndola y colocando la punta en su entrada. Sin perder tiempo bajó poco a poco sus caderas, penetrándose a sí mismo. Ocultó su rostro en el cuello del ruso, ahogando allí sus gemidos aún sin moverse, le tenía completamente adentro, sintiendo que su mente comenzaba a nublarse mientras se acostumbraba a su tamaño.

Viktor, aún con una mano de Horacio tapando su boca para que no hiciera ruido, observaba al contrario sobre su cuerpo, aquellos tatuados brazos y la fina capa de sudor que cubría su tersa piel le hacían sentir hambriento, anhelando probarle tomó ambas manos del moreno entre las suyas, posándolas en su pecho bajo la silenciosa orden de aferrarse a su camina que seguía puesta. Volkov entonces llevó sus dos manos a los muslos de Horacio, guiando el inicio de las embestidas que a ambos hizo gemir. El constante roce estimulaba sus terminaciones nerviosas, deleitándose en cada rica sensación que comenzaba a desesperarles, necesitando más. El de cresta daba pequeños saltitos, gimoteando dulcemente mientras el ruso gruñía fascinado, perdiéndose en una neblina de placer cuya salida no querían encontrar. El peligris aumentó la velocidad de las penetraciones, enterrando sus dedos en los gruesos muslos del moreno obligándole a acelerar el choque de sus pieles. Extasiados, desesperados, salvajes, volvieron a besarse, acunando allí cada gimoteo que ya no eran capaces de detener. Quejidos de placer eran pronunciados por ambos mientras sus lenguas danzaban en una húmeda y caliente batalla. Cada embestida les llevaba más y más al límite, haciéndoles apretar la piel del otro entre sus dedos. —Ah-ahí...— gimoteó apenas el de cresta sobre los labios de Viktor, habiendo encontrado su punto más sensible. Rodeó con sus brazos el cuello del peligris, relentizando sus movimientos, disfrutando aquella exquisita sensación al estimular su próstata, y continuó así un par de segundos, gimoteando bajito sobre sus labios. Mirándose a los ojos entre quejidos de placer, derramó sus fluidos sobre el abdomen de ambos sin detener sus suaves movimientos, que estaban volviendo loco a Volkov. —Bésame— ordenó en un murmullo el peligris, juntando sus labios y apretándole más contra su cuerpo, corriéndose en su interior sin soltarle.

Jadeando, aún abrazados en el suelo, dejaron tiernas caricias sobre la piel del otro. —Sé que vienes a las competiciones cada sábado, pero no me molestaría si vienes a hacerme compañía también los viernes— murmuró Horacio sobre sus labios, haciendo sonreír a Volkov antes de volver a besarse, totalmente perdidos en el otro, ignorando todo a su alrededor, incluso la posibilidad de ser descubiertos...

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora