🔞Greco x Horacio x Ford🔞

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Un enigmático sonido llamó su atención, Horacio podía oírlo lejanamente, sin embargo, no era capaz de reconocer su origen.
Se obligó a abrir sus ojos, los párpados le pesaban. Oscuridad era todo lo que veía, el ambiente era cálido pero lúgubre. Veía todo con dificultad, como si una neblina le impidiera captar su entorno con claridad.
Guiado por aquellos sordos ruidos caminó inseguro, tanteando las paredes a su alrededor. Su corazón galopando resonaba con mayor potencia en sus propios oídos, tenía miedo, no reconocía aquel singular sitio en absoluto y la completa falta de luz no era de gran ayuda.
A lo lejos, divisó una suave iluminación cuyo tono ámbar llamó su atención, dirigiendo sus pasos hacia allá con inseguridad.
Era una habitación abierta, sin puertas, igualmente desprovisto de todo dejo de luz. Sólo logró distinguir su interior gracias a las decenas de largas velas que alumbraban aquel espectáculo. Un jadeo escapó de sus labios al verlo. Los muros del aposento yacían repletos de extraños símbolos pintados desprolijamente, con salvajismo, y en mitad de la habitación se encontraban dos hombres de gran parecido. Musculosos cuerpos completamente tatuados y envueltos en sensuales cintos de cuero a modo de accesorios y vestimenta. Su mente les reconocía, claramente eran Ford y Greco, a quienes jamás pensó ver juntos y mucho menos de esta manera. Fascinado, siguió espectando la situación, con su respiración irregular y mudos jadeos.
Ambos hombres de prominente barba se besaban lentamente, acariciando sus fornidos cuerpos con una erótica suavidad. El sonido de sus besos resonaba en el ambiente, despertando prontamente el feroz instinto de Horacio, quien les observaba en silencio sintiendo su propio miembro despertar ante la escena. La mano de Greco bajaba con convicción posándose sobre el miembro ya endurecido de Ford, sus dedos envolvieron la erección fuertemente, comenzando un continuo vaivén que causó los gruñidos del sheriff. Sin dejar de masturbarle, el ex comisario descendió con parsimonia hasta quedar sobre sus rodillas, no rompiendo en ningún momento el contacto visual. Su lengua recorrió deliciosamente la longitud de aquel grueso trozo de carne, dejando caliente saliva sobre éste. Se detuvo en la punta, dando especial atención con su húmedo músculo rosado. Con esas exquisitas lamidas en forma circular sobre su glande, Ford no podía detener sus graves gemidos, aprisionando la cabeza de Greco entre sus manos, penetrando su cavidad bucal bruscamente en busca de su liberación.
Horacio mordía su labio con fuerza, evitando que algún sonido emitido por él les detuviera. Rozaba su propia erección oculto en las sombras, jadeando y con el corazón desbocado.
—Acércate, pequeño— Le indicó Greco al intruso, extendiendo su mano mientras volvía a introducir aquel miembro en su boca necesitadamente. Le miró al ver que éste no reaccionaba, se encontraba inmóvil y aterrado ante aquella invitación.
El ex comisario caminó apaciblemente hasta su posición, acercando su rostro hasta que ambas respiraciones se mezclaban, un simple roce de labios hizo al de cresta soltar un delicioso gemido, instando al de barba a continuar. Tomó su muñeca y le llevó hasta el centro de la habitación. Con las yemas de sus dedos acarició cada centímetro de su moreno cuerpo, acrecentando su necesidad de ser tomado por esos dos velludos hombres.
El cabello de Ford fue bruscamente tomado entre los dedos de Greco, tirando su cabeza hacia atrás —abre la boca— ordenó el ex comisario, escupiendo en el interior de ésta con vehemencia y acercándola al miembro de Horacio, debían recibir bien a su invitado.
Los ricos gimoteos de Horacio fueron acallados entre los labios de Greco, quien le besaba lujuriosamente. Sus lenguas jugueteaban mientras el miembro del de cresta era atendido por Ford, quien succionaba agitadamente, disfrutando de su sabor. No podía detener su vaivén, chupando y masturbando vigorosamente.
Greco tomó a Ford, guiándole hasta el cómodo lecho en mitad del lugar. Se recostó boca arriba, y bruscamente sentó al sheriff a horcajadas en su regazo, introduciéndose en él y deleitándose en su musculosa silueta cabalgando sobre su pene. Graves gemidos resonaron fuertemente, se besaban salvajes llenando sus frondosas barbas de saliva. Las tersas pieles eran pellizcadas y apretadas exquisitamente a causa de su excitación. Horacio desesperado observaba la escena, las gruesas siluetas siendo únicamente iluminadas por la luz de las velas le estaban hipnotizando.
—ven, siéntate en mi cara— la profunda voz del ex comisario le hizo morder su labio en expectación, moviendo sus pies en dirección a ellos.
El de cresta quedó frente a frente con Ford, ambos ubicados sobre el robusto cuerpo de Greco. Juntaron instintivamente sus bocas, buscando la lengua del contrario en una erótica batalla de fluidos y quejidos de placer. Horacio sentía la caliente lengua de Greco en su entrada, lamiendo hábilmente. Se estaba deshaciendo en su constante roce. Seis acaloradas manos se movían lascivamente tocando todo a su paso procurando sentirse mutuamente.
El ambiente subió de temperatura, todo lo que podían oír eran los choques de labios y lenguas ensalivadas, las estocadas entre ambos hombres de barba, y los desesperados gemidos de los tres.
—P-por favor...los necesito— gimió agobiado Horacio, llamando la atención de ambos. Greco escupió en su rosada entrada y le introdujo dos dedos sin demora, provocando un exquisito jadeo de él, y sintiendo cómo movía sus caderas sobre estos dos dedos rogando por más.
—De rodillas— exigió esta vez Ford, tomándole del cuello y sentándolo sobre el miembro de Greco. El moreno se mecía escandalosamente sobre el grueso miembro, maravillando a ambos hombres con sus sensuales movimientos y melodiosos quejidos.
Las manos del ex comisario se encontraban en su cintura, dándole estabilidad. Ford, por otro lado, posó sus labios sobre aquella aceitunada piel, depositando besos mojados en toda su espalda, subiendo a su cuello, donde mordió y marcó su sensible piel, para bajar ahora hasta sus pezones. Allí succionó gustoso, provocándole más gemidos al de cresta, gemidos cuyo dulzor se apresuró a probar, besándole poderosamente mientras éste cabalgaba aún sobre Greco.
Ford se arrodilló tras Horacio, posicionando la punta de su miembro en su ya ocupada entrada. Forzando lentamente su orificio mientras el de cresta esperaba pacientemente a que completara aquella placentera intromisión. Podía sentir a ambos hombres en su interior, expandiendo su suave carne interna.
Comenzaron un placentero vaivén de forma lenta y cuidadosa para no dañarle. Entre suspiros y jadeos llenaban a Horacio con cada estocada ricamente propinada, experimentando entre esas cuatro paredes la más exquisita de las sensaciones jamás percibidas. El de cresta se aferraba fervientemente a la piel de Greco, intentando soportar aquel estremecimiento, gimoteando el nombre de ambos fornidos hombres. Él mismo comenzó a mecerse con rapidez sobre ambos miembros en busca del tan ansiado orgasmo; sentía cómo rozaban deliciosamente su punto más sensible, nublando su mente por completo. Bajó su cuerpo para atrapar los labios del ex comisario. Un grito de placer salió de Horacio cuando su miembro fue tomado por la mano de éste, aguantó sólo un par de estocadas más, derramándose sobre el abdomen de Greco. Su cálido interior palpitando sobre ambas erecciones provocó que ambos hombres de barba liberaran sus calientes y blanquecinos fluidos en su interior, entre salvajes gruñidos animales.

—¡Mierda! — Murmuró Horacio agitado despertando repentinamente. Estaba en su cama, agitado y envuelto en sudor...Otra vez le perseguían esos extraños sueños que tanto disfrutaba...

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora