🔞Hollins BDSM🔞

3.8K 114 2
                                    

—¿Pero cómo mierda vas a disfrutar que te amarren y te hagan sufrir? ¿Estamos locos o qué? —

Collins entre risas preguntaba confundido. Claro que había escuchado del BDSM antes pero no creía que alguien de verdad quisiera vivir tal experiencia, sonaba bastante surrealista la idea de que un castigo fuese excitante.

Miraba la felina sonrisa del agente de FBI, cuyos ojos brillaban divertidos detrás de su vaso de whisky. Llevaban un par de copas bebidas cada uno, en casa del de cresta, y sentían el ambiente bastante cargado hacía bastante rato, sobretodo porque sus conversaciones siempre se desviaban al plano sexual, les era inevitable.

—Si quieres, te puedo mostrar algunas cosas que he aprendido— Soltó coqueto el moreno, el alcohol definitivamente le había ayudado a desinhibirse. —Ya vuelvo—

Ni siquiera le dio tiempo a responder al sheriff. Éste tragó con dificultad, no sabía qué esperar de aquello. Sus manos comenzaron a sudar y su corazón latía desbocado a cada minuto que pasaba, la espera se le hacía eterna, estaba nervioso y ansioso.

Un estruendoso ruido rompió el silencio, era Collins atorado, tosiendo ahogado con el sorbo de whisky que pretendía beber hasta que le vio allí de pie, el moreno volvió vestido con una ajustada prenda de cuero que tapaba sólo su entrepierna, y tiras de cuero rodeaban imponentes su escultural cuerpo. Collins sintió algo crecer entre sus extremidades inferiores, aquella sensual imagen hacía que todo a su alrededor diera vueltas.

Aclarando su garganta, entre un jadeo intentó preguntar —H-Horacio, ¿qué haces? — el de cresta dio un certero golpe justo al lado del rubio con la correa que portaba, haciéndole sobresaltar asustado. Seguido de esto, se oyó su risa —Que es broma, Collins, ¿cómo te voy a golpear así con esto? ¿Te has cagado no es así? — seguía entretenido molestándole sin prever que en un rápido movimiento era el rubio quien le tenía aprisionado, le había reducido como si de un maleante se tratase.

—Si quieres jugar estoy dispuesto, pero voy a ser yo quien mueva las putas fichas Horacio, aquí quien va a terminar con el culo rojo y adolorido serás tú ¿Me oyes? — Murmuró cerca de su oído, dejando al moreno fascinado ante la idea. —No tengo idea de cómo usar estas mierdas— dijo tomando unas cuerdas que había traído el FBI —Pero de que lo vamos a pasar bien, eso te lo prometo— una sonrisa maliciosa y su mirada cargada en lujuria cerraban aquella promesa, obteniendo un asentimiento por parte del de cresta, quien le miraba atento, con las pupilas dilatadas.

Collins le sentó en una de las sillas, inmovilizándole con la cuerda tras el respaldo de ésta. Lo siguiente que vio Horacio fue un trozo de tela de seda cubriendo sus ojos, dejando todo en completa oscuridad para él. Aquello agudizó sus sentidos, podía oír al rubio cerca, sus pasos y movimientos. Sintió entonces la humedad de una lengua subir desde su rodilla por el muslo, con una tortuosa lentitud, un jadeo escapó de él, le estaba encantando la sensación. Sus piernas fueron abiertas con brusquedad, sintiendo entonces esa lengua en la ingle, haciendo círculos, podía notar su propia erección palpitando necesitada. La lengua de Collins subió hasta su ombligo, girando alrededor de éste y bajando poco a poco, tentándole.

Horacio mordía su labio inferior, no podía ver nada, pero cada toque removía todo en su interior. Percibía el cálido aliento del sheriff chocando contra su piel. Con un dedo, éste acarició su miembro sobre aquella prenda de cuero que llevaba, haciendo gemir bajito al moreno, rozó toda la longitud de éste, una y otra vez.
—P-por favor— rogó desesperado, obteniendo sólo una cruel risita de Collins, quien comenzaba a entender el gusto por verle 'sufrir'.

Retiró el short que llevaba Horacio, liberando su erección, y con ambas manos acarició los costados, por el interior de sus gruesos muslos. Aquella era una zona muy suave y sensible. El de cresta inclinó hacia atrás su cabeza, encantado con ese sedoso toque que no se detenía. Comenzaba a soltar dulces gimoteos, estar así a merced de esas manos le tenía vuelto loco.

—Agh...C-Collins— sintió sus pezones siendo aprisionados por una cálida humedad. Toscas caricias con la lengua le estaban nublando la mente, y aún más cuando percibió que incluía deliciosas succiones y mordidas que subían hasta su cuello, dando especial atención a la zona bajo su mandíbula. Estaba tan hundido en el éxtasis que no notó que le había quitado la venda de los ojos, viendo al sheriff bajando peligrosamente hasta su erección sin romper el contacto visual.

Un audible jadeo fue soltado por Horacio cuando aquella gota de líquido pre seminal que salía de su glande fue tomada por la lengua del rubio, y llevada hasta él, obligado a probarlo en un escandaloso y hambriento beso. Sin soltar sus labios, las manos de Collins recorrieron su cuerpo, llegando a su pene. Allí le masturbó ejerciendo bastante presión, tragando en ese beso los gimoteos de Horacio, quien agudizaba sus quejidos avisando que no podría aguantar mucho más.

Bajó una vez más y tomó entre sus labios el miembro del moreno, quien desesperado por tan abrumadora y exquisita sensación intentaba zafarse infructuosamente de aquella silla. Jadeos y gemidos se agolpaban en su garganta, el vaivén de esa caliente boca succionando trabajosamente le estaba volviendo loco. —C-Collins ya... — lloriqueó, el moreno, corriéndose deliciosamente bajo el toque del rubio, que le miraba fijamente sin dejar de mimarle con su lengua.

Aún ni alcanzaba a regularizar su respiración cuando fue desatado de la silla y lanzado violentamente al sofá, puesto bocabajo aún con sus manos unidas. El sheriff usó sus propios fluidos para lubricar su entrada, propiciando una sola estocada que le hizo gritar de placer y dolor. Una vez se acostumbró a esa intromisión alzó sus caderas en busca de más. Estaba deleitado de sentirle dentro, en ese rico vaivén constante. —Apriétame, pellízcame por favor, hazme mierda— rogaba desesperado el de cresta, sintiendo que podría volver a correrse en cualquier momento.

Las grandes manos del rubio daban certeros golpes en las redondeadas carnes del moreno, usando sus palmas para darle el dolor y placer que buscaba para acompañar las embestidas. Jadeaban y gruñían, fascinados por las sensaciones. Las nalgas de Horacio estaban rojísimas, escociendo deliciosamente. El tiempo a su alrededor se había detenido, ardiendo junto con ellos. Collins apretaba toscamente separando las carnes del de cresta para su propio deleite, disfrutando de las vistas y de los gimoteos del menor. Estaba cerca de acabar, lo podía sentir en su vientre que se contraía. Sólo un par de estocadas más y se derramó en su interior, respirando forzosamente por largos minutos.

Tras unos instantes, salió con suavidad de él, soltando el amarre de sus manos y lanzándose a su lado en el sofá, estaba agotado. —Creo que ya viste que no sé nada de esa mierda del BDSM Horacio, pero si algún día quieres enseñarme, no me quejo— dijo haciéndole reír, con total seguridad le tomaría la palabra, con tal de repetir la experiencia, y aprender juntos, lo que fuese.

Aprovecharon el resto de la noche para besarse juguetonamente y seguir bebiendo entre risas y caricias, no sabían qué sería de ellos al día siguiente, pero no iban a dejar de disfrutarse mientras pudiesen...

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora