🔞 Fordacio 🔞

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—¡Auch! — Horacio lloriqueaba, tirado en el suelo bajo un árbol, en mitad de la nada, mientras Ford intentaba vendarle el tobillo.

—Sí, sí, tú quéjate— le regañaba de vuelta —Que para meterte en tiroteos eres el primero, ¿No? — Le miraba ocasionalmente, concentrado en su labor con el ceño fruncido.

—¿Se te olvida que soy del FBI y ese es mi trabajo? ¡Auch! — Gritó al final, debido a la brusquedad con que el sheriff le estaba ayudando. —¿Qué quieres, que me quede en la rotonda esa de mierda a poner multas con ustedes? ¡Argh! — Le vio anudar el vendaje por fin.

La voz del contrario sonó con más suavidad, mirándole a los ojos sin enojo —H, sólo pido que nos avises, te lo he dicho cientos de veces, nuestra intención es apoyarte y ayudarte... ¿Cómo lo haremos si no nos permites estar al tanto para cuidarte? — Le ayudó a ponerse de pie, notando que no le era posible caminar debido a su lesión. —Ven aquí— espetó tomándole en brazos para llevarle hasta la camioneta en la que había llegado a buscarle. El suelo era una pesadilla puesto que se encontraban en mitad de aquel boscoso terreno, lleno de rocas y arbustos en él.

—Déjame, yo puedo solo— pataleaba el de cresta retorciéndose en sus brazos, desestabilizándole por completo.

—¡Horacio si sigues así nos vamos a caer los dos, por f...! — Tal como dijo, ocurrió. No alcanzó a terminar la frase cuando estruendosamente, ambos llegaron al suelo, cayendo entre un árbol y un arbusto, con Ford sin soltarle, intentando que el menor no pisara sobre su tobillo.

El FBI se cruzó de brazos, sin mirarle a la cara, tratando de ignorar el hecho de que estaba literalmente sentado sobre las piernas del de barba. Estaba molesto y avergonzado en partes iguales, hasta que escuchó la risa del contrario, primero en volumen bajito, para terminar siendo una carcajada, haciéndole levantar la vista hasta aquel sheriff. Verle reír tan naturalmente hizo que sus facciones se relajaran, mirándole a los ojos por fin, para preguntar tímidamente —Ford... ¿No me odias? —

Aún con su sonrisa, éste le devolvió la mirada, el brillo en sus ojos fue para Horacio como un cálido abrazo tras la continua soledad que siempre le rodeaba, derritiendo algo en su interior sin poder apartar su vista de él. —¿Cómo voy a odiarte Horacio? Si tus ocurrencias me dan vida— Niega riendo. Con parsimonia, una de sus manos sube hasta la mejilla del moreno, dejando en ésta una dulce caricia con tal lentitud como si no quisiera romper el momento jamás. Los ojos de FBI se cierran ante su tacto, disfrutando cada segundo en silencio. Ford detiene su mano en la mandíbula de Horacio, y el de ojos bicolores le mira entonces, sin decir palabra, pero suplicando mentalmente que continúe.

Como si leyese sus pensamientos, el de barba movió su mano, continuando su recorrido hasta el cuello de H. Sus ojos escaneaban esa marcada quijada, cayendo inevitablemente a sus carnosos labios, lamiendo los suyos propios como reflejo. Una tensión les envolvió, haciéndoles ignorar todo a su alrededor. Horacio, en un arranque de valentía, guiado por sus instintos, acercó su rostro al de Ford, quedando tan solo a milímetros de distancia. Sus respiraciones se mezclaban, comenzando a agitarse ambos, sus corazones latiendo acelerados en anticipación, ya no había vuelta atrás. El de barba fue quien, cerrando sus ojos, buscó los labios de Horacio, atrapándolos con suavidad. Era un beso cargado de dulzura, acompañado de tiernos suspiros que escapaban de ambos. Sus manos buscaban al contrario mimándose mutuamente con delicadeza por sobre sus ropas.

Jadeando, se separaron momentáneamente, sus mejillas tintadas de rojo y las pupilas dilatadas de los dos, dejaban claro sus deseos, volviendo a chocar sus labios, pero esta vez con más fuerza. Los chasquidos de sus labios y lenguas batallando deliciosamente era todo lo que podían oír, junto a sus irregulares respiraciones. Agitados, se besaban de forma casi salvaje, comenzando a colar sus manos bajo las prendas del otro.

Ford se deshizo de la camiseta que vestía el FBI, pasando sus manos por sus marcados abdominales, tensando todo a su paso, gruñendo ambos en medio del beso, mientras el de cresta había dirigido sus manos al pantalón del sheriff, abriéndolo sin demora para liberar su erección. Sólo se separó del beso para dejar caer saliva sobre el miembro del de barba, rodeándole con sus dedos para comenzar un exquisito vaivén sobre éste. Recibiendo un sorprendido gemido por parte de Ford, quien jadeaba extasiado bajo su toque.

Horacio sin dejar de masturbarle, llevó su otra mano a su propio pantalón en un intento por quitárselo. El mayor, con una sonrisa al ver la prisa que parecía llevar, le ayudó en su tarea de deshacerse de aquella prenda, cuidando de no pasar a llevar su lesión del tobillo y dejándolo a horcajadas sobre sus piernas. Una vez en esa posición, Ford observó como el de cresta le tomaba una mano, rodeando sus dedos índice y medio con los labios, para meterlos en su boca, lenta y eróticamente mientras le miraba a los ojos. Sentía todo en su interior arder, perdido en su mirada que parecía venir del mismísimo infierno. Habiendo mojado por completo sus dedos, Horacio en un tono autoritario le ordenó —Hazlo—

Entendiendo a lo que se refería, el sheriff llevó esos dedos a su entrada, tomándose su tiempo para introducirlos de forma lenta y cuidadosa. Horacio buscó sus labios una vez más en un brusco beso, ahogando allí sus incipientes gemidos. Arqueaba su espalda deleitándose en sentir sus dedos jugueteando en su interior y dando atención aún al miembro de Ford, adoraba sentir la calidez de éste entre sus manos y oír los gruñidos que del sheriff escapaban.

Con cuidado, el mayor recostó a H sobre el césped, dejando un camino de húmedos besos desde su cuello y bajando por su pecho y abdomen. Con malicia atacó su abdomen bajo el ombligo usando su lengua para esto, desesperando al de cresta quien suspiraba y jadeaba ansioso, expectante.

Acabando con su sufrimiento de Horacio, el sheriff tomó su miembro entre sus manos, besando y lamiendo la punta de éste. Melodiosos gemidos provenientes del menor llegaron a sus oídos, alentándole a continuar. Succionaba con abundante saliva, creando un delicioso sonido y volviendo completamente loco al moreno que estaba tendido. Se removía en su lugar extasiado, gimoteando deliciosamente.

Tal era su disfrute, que en un descuido Horacio gritó de dolor en un mal movimiento de su tobillo. Aquel grito les detuvo, haciéndoles mirarse a la cara aterrados y soltando luego ambos una estruendosa risa, calmando todo el momento en un instante.

—Pero con cuidado hombre, que sigues lesionado— Advirtió Ford con suave voz, apoyándose en sus rodillas y colocando el tobillo sano sobre su hombro. Alineó su miembro a la entrada del contrario, buscando en su mirada la aprobación para continuar.

Poco a poco se introdujo, dándole tiempo para acostumbrarse al verle cerrar los ojos con fuerza. Acarició tiernamente sus muslos, relajándole con paciencia. Una vez estuvo listo comenzó a moverse en su interior, deleitado en aquella poderosa sensación de sentir sus terminaciones nerviosas ser estimuladas tan poderosamente.

Se vieron envueltos en una neblina de placer que les estaba llevando a otro mundo, todo lo que oían eran sus propios gemidos, rogando desesperados por más. Ford aceleró la velocidad de sus embestidas, perdiéndose a sí mismo en ello, jadeando y gruñendo. Estaba completamente hipnotizado ante la caótica y hermosa imagen de Horacio deshecho bajo su toque, gimoteando su nombre casi ininteligiblemente de lo bien que se sentía tenerle dentro suyo.

Un delicioso grito de placer escapó de la boca del FBI cuando le sintió chocar en su interior con su punto más sensible, pidiendo entre lloriqueos que repitiera aquel movimiento una y otra vez. Arqueó su espalda, sintiendo que no podría aguantar mucho más. El sonido de sus carnes chocando y los gemidos que salían de sus gargantas aumentaba cada rica sensación. Horacio sintió sus músculos tensarse, echando su cabeza hacia atrás sollozando de placer por cada embestida del sheriff.

Un par de estocadas más y el de cresta se derramó sobre su propio vientre entre dulces gimoteos. Jadeando vio como el de barba tras ver aquella escena salió de su interior, corriéndose también en su marcado abdomen, dejando caer allí sus calientes fluidos mientras Horacio mordía su labio fascinado con el atrevimiento del contrario.

Con sus respiraciones irregulares aún, Ford limpió al menor con sumo cuidado. Tiernamente, le ayudó a vestirse, y cuando ambos estuvieron listos le llevó en brazos hasta la camioneta donde había llegado hasta allí para buscar al federal, dejándole en los asientos traseros por lo espacioso que era. Al apoyarlo allí, Horacio le agarró de su camiseta, atrapando una vez más sus labios en un suave beso cargado de dulzura y entrega. —Llévame a casa y quédate conmigo— Susurró sobre sus labios, sin tener claro él mismo si con eso se refería a una sola noche o al resto de sus vidas, pero deseaba descubrirlo junto a aquel sheriff que definitivamente se había ganado un espacio en su escurridizo corazón.

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora