🔞Hollins + Volkacio🔞

4.1K 138 13
                                    

Un suspiro nervioso salió de Horacio, por fin se reencontraría con Volkov luego de años sin verle. Habían programado la "cita" de trabajo para aquella tarde, y si era completamente sincero, no tenía idea de qué le diría, puesto que todo el intercambio de información que había planeado ya se había realizado hace meses con la LSPD y sobretodo con los Sheriffs, con quienes tenía una relación importante, bastante más carnal y cercana de lo que había podido presuponer antes de conocerles.

Por lo mismo había pedido a Collins que le acompañase, no estaría tranquilo en una oficina a solas con el comisario a quien tanto había admirado y querido en su momento. El sheriff conocía toda la historia de esos dos, sabía muy en el fondo que el de cresta seguía sintiendo cosas por el ruso ese, y le parecía divertida la idea de incomodar al comisario para ver hasta dónde llegaría por Horacio.

La "cita" se tornó incómoda desde el primer minuto, donde Volkov presenciaba cómo Collins estaba peligrosamente cerca del de cresta, casi abrazándole. Fastidiado, bufaba entre frases, esperando a que se retiraran pronto y no tener que ver esas miradas furtivas que se lanzaban. Sentía que estaban en una burbuja cuyo tamaño crecía perniciosamente debido a la rabia que estaba sintiendo de verles así, iba a explotar en cualquier momento. Su respiración agitada y su corazón desbocado de ira le impedían articular palabra.

— ¿Se encuentra bien, comisario? Le noto un poco tenso— espetó divertido el sheriff, con una ceja levantada. Sus miradas conectaron retadoramente, la seriedad del ruso contrastaba con la sonrisa burlesca de Collins, quien aumentó la apuesta posando suavemente sus dedos sobre el rostro de Horacio, acariciándole con sensualidad sin romper el contacto visual con el comisario. La tensión podía cortarse con tijeras en ese momento. Ninguno soltaba palabra alguna, y el de cresta, desorientado, observaba la silenciosa batalla que llevaban a cabo los dos hombres frente suyo.

Las manos del sheriff bajaron con lentitud y lascivia por el cuello del moreno, llegando hasta su pecho y abdomen. Las pupilas dilatadas del peligris cayeron a esa zona, soltando por fin la mirada de Collins, ahora se fijaba en el trabajado cuerpo de Horacio, que resaltaba bajo su blanca camiseta. Los dedos del rubio llegaron al borde de ésta, levantándola con una erótica suavidad mediante sus caricias, dejando a la vista los abdominales del FBI. Un jadeo abandonó los labios de Horacio y Volkov, haciendo que sus excitadas miradas se encuentren por fin. Ambos tenían sus ojos vidriosos de lujuria sin entender del todo qué estaba ocurriendo.

Las suaves yemas de Collins trazaban círculos sobre la aceitunada piel, tensando todo a su paso y haciendo hervir en rabia y calentura al comisario, haciéndole alzar la voz en un grave tono para detenerle, —¿Qué cree que hace, Collins? Si cree que voy a aguantar sus mierdas está equivocado— tragó dificultosamente mientras sus pasos le acercaron de manera inconsciente a la escena, acercando su rostro para encararle aprovechando su altura.

— ¿Está celoso acaso? No quisiera verle triste al darse cuenta de todo lo que se perdió— soltó el sheriff haciendo falsos pucheros para enfadarle más, y posando lentamente sus labios sobre los de Horacio, quien seguía igualmente perdido en la situación.

Comenzó un delicado beso, atrapando los sedosos labios del moreno entre los suyos. Todo ante la incrédula vista del comisario. Suaves gemidos eran pronunciados por el de cresta, perdiéndose en el aterciopelado toque de Collins sobre su cuerpo, cuyas manos viajaban por toda su piel con suma coquetería, despertando un salvaje instinto en los tres allí presentes.

Quitó con prisa la camiseta del FBI, sentándolo en el escritorio del comisario desvergonzadamente. No se detendría hasta que el ruso se lo exigiera, de lo contrario, le regalaría un bonito espectáculo que no olvidaría jamás.

Bajó sus labios hasta el cuello de Horacio, dejando ruidosos besos incansablemente. Insistió en aquel sensible trozo de su piel hasta oír los desesperados jadeos del de cresta, inmerso en una neblina de lujuria.

Volkov quedó inmóvil ante la escena, no fue capaz de reaccionar. Sus ojos se posaron sobre la lisa piel del menor, admirando cada detalle de ésta. Esos nuevos tatuajes que le daban un toque salvaje y callejero, su trabajado cuerpo delineado por la notoria musculatura, y una fina capa de sudor que comenzaba a aparecer, dándole un apetecible brillo que ansiaba probar ansiosamente.

Los jadeos y pequeños gemidos que soltaba Horacio entraban directo por sus oídos, removiendo todo en su interior, sus manos cosquilleaban por tocarle completo, cada centímetro de su precioso cuerpo. Volkov sentía su respiración irregular, se estaba desesperando. Veía cómo Collins comenzaba a desabrochar el pantalón del de cresta, entendiendo lo que estaba por ocurrir, y sin creerlo aún. Su voz resonó con dureza en la oficina:

— ¿Es enserio? ¿Me estás puto vacilando Collins? — Veía cómo éste posaba su mano sobre la erección de Horacio sin detenerse mientras le miraba a los ojos. El ruso apartó bruscamente al sheriff de ahí, haciéndole pensar que aquella osadía le había molestado, pero nada más lejos de la real razón que comprendió sorpresivamente unos segundos más tarde —¿De verdad vas a darle un par de besos y ya? ¿Qué tan básico tienes que ser para creer que le puedes satisfacerle con solo un besuqueo barato y manosearle aquí y allá para luego desvestirle de inmediato? —

Tanto Collins como Horacio quedaron boquiabiertos ante aquellas palabras. El de cresta despertó de su ensoñación comprendiendo por fin el contexto en el que se hallaba. Intentó taparse como pudo, avergonzado de ser visto como la presa de ambos hombres, y de que Volkov haya presenciado aquella intrépida escena montada por el sheriff.

—Si tan seguro está de sus habilidades entonces enséñeme Volkov— tentó Collins socarronamente al comisario, poniéndole frente al ahora intimidado agente del FBI, quien le miraba con los ojos muy abiertos, igualmente asustado y sofocado ante su autoritaria figura.

Nerviosos balbuceos salieron del ruso, su mente le gritaba que nada de esto tenía sentido y que estaba lejos de ser una idea mínimamente decente, pero un problema creciendo en sus pantalones le rogaba por probar al moreno y saborear cada centímetro de aquella aceitunada piel, aprovechando de demostrar al sheriff cómo tratar al menor como era debido.

— B-bien— comenzó inquieto, buscando el consentimiento en los ojos del de cresta. Había olvidado lo hermosos que eran, la diferencia de colores entre ambos era llamativa, pero el brillo cargado de ternura era lo que les hacía especiales a la vista del comisario, que no podía dejar de observarle en silencio. Hipnotizados se miraban sin interrupción, arrojando encantadores suspiros. Poco a poco sus labios comenzaron a acercarse, buscándose cual imanes que necesitaban del contacto opuesto.

Sus bocas se rozaban sutilmente, regalándose suaves caricias mientras sus respiraciones chocaban cálidamente, haciéndoles cerrar sus ojos para disfrutar de aquel dulce toque. —¿P-puedo? —
Peguntó tímidamente Viktor, recibiendo como respuesta los labios de Horacio atrapando los suyos con necesidad, deseaba probar todo de él. Sus movimientos eran torpes, estaban impacientes y nerviosos, sentían que el vaivén de sus bocas removía los viejos sentimientos que creían apagados, demostrando que nunca habían dejado de quererse pese al tiempo transcurrido.

Las manos de Volkov atraparon el rostro del moreno, dejando tiernos mimos en sus mejillas sonrosadas. Ambos percibían sus respiraciones agitadas, aquel delicioso contacto les estaba nublando la mente por completo, cayendo en un abismo poderoso del que no deseaban salir.

Viktor trazó un húmedo camino de besos hasta el cuello de Horacio, encontrando rápidamente su punto más sensible, donde insistió dando exquisitas caricias con su lengua y mordiendo ocasionalmente, logrando hacer que el de cresta perdiera definitivamente el control. La sensación le era tan deliciosa que ondas de placer le recorrieron todo el cuerpo, arqueando su espalda y rodeando con sus piernas al comisario mientras mordía su labio inferior evitando hacer tanto ruido.

Las blancas manos de Volkov acariciaron todo su cuerpo con brusquedad, los gimoteos del agente del FBI le estaban encendiendo y desesperando, comenzaba a entender la prisa del sheriff que había criticado momentos atrás.

— Déjeme ayudarle, comisario— Interrumpió por fin el rubio que les había estado observando fascinado. No esperó respuestas y volvió a su labor de quitarle los pantalones y ropa interior al de cresta, sin perder mayor tiempo.

Mientras Horacio devoraba fervientemente los labios del peligris, Collins comenzó consentir al moreno con una felación, deleitándose en su sabor. Llenó su miembro con su cálida saliva repartiendo deliciosas lamidas y succiones que le dejaban sin aliento.

Sin romper el beso el moreno usando sus manos rozaba con fuerza la erección de Volkov, por sobre la tela de su pantalón, el cual pronto empezó a molestarle. Lo retiró fácilmente, separándose por un instante de sus labios para dejar saliva sobre su mano y esparcirla por el blanco y palpitante miembro del ruso, masturbándole ansiosamente. Aquel beso acallaba los gemidos que escapaban de sus bocas, dándole un tinte más sensual y provocativo.

— Sobre la mesa, de rodillas— demandó efusivamente el comisario, su voz grave le hizo soltar un jadeo al de cresta, quien obedeció sin chistar. Volkov le inclinó apoyándole sobre sus codos, elevando sus caderas. Aquella hermosa curvatura que formó su moreno cuerpo elegantemente esculpido le dejó boquiabierto, sin aliento. Se ubicó detrás suya, masajeando exquisitamente sus carnes y moviendo ágilmente su lengua sobre la rosada entrada del agente. Le vio gimotear ricamente mientras se deshacía bajo su toque, derritiéndose en placer.

Collins observaba la perniciosa escena encantado, y se acercó nuevamente a ellos al ver que la felina mirada por parte de Horacio le llamaba. Gimiendo por el deleite que le ocasionaba el comisario, tomó entre sus manos el miembro del sheriff, llevándolo a su boca ansioso. Subía y bajaba sobre su erección succionando y acariciándole con su lengua. La oficina se inundó en el dulce sonido de aquellas succiones, sumado a las lamidas y besos que dejaba Volkov en él, y a los gemidos y gruñidos de los tres.

El cuerpo de Horacio se tensó al sentir un largo dedo en su interior, que jugueteaba curioso. Un segundo dedo le acompañó, dilatando delicadamente su entrada. El moreno mordía sus labios encantado por aquella sensación. Tras unos minutos, aquellos dedos permanecieron quietos, obligándole a mover sus caderas en busca de más. El mensaje fue rápidamente comprendido por el ruso, quien lubricó su erección con su propia saliva, ubicándose en su entrada.

De manera lenta y provocativa, comenzó a penetrar aquellas cálidas carnes, viendo cómo el de cresta se arqueaba aún más ante su intromisión. Volkov estaba fascinado con las vistas, observaba cómo su pene desaparecía en el interior de esas redondeadas nalgas, las cuales agarró con firmeza para alinearse mejor y potenciar sus embestidas.

Los gemidos de Horacio dejaban claro que había hallado su punto más sensible, agitados jadeos reemplazaron su respiración ante las bruscas estocadas que recibía. Como pudo, volvió a darle a Collins la atención que requería, continuando el trabajo que había dejado a medias.

El sheriff le tomó de la cresta y el cuello, embistiendo su boca agitado, los gemidos del moreno retumbando sobre su miembro y el ver su hermosa y caótica imagen mientras disfrutaba siendo corrompido por aquellos dos hombres, le estaba elevando estrepitosamente a la locura absoluta. Sentía su abdomen tensarse en anticipación, no aguantaría más. Gruñendo sacudió su mano sobre su erección, mientras Horacio le esperaba con la lengua afuera mirándole sensual y descaradamente. Se corrió en su boca, viéndole recibir sus calientes y blanquecinos fluidos con gusto, para luego perderlo de vista, lo había tragado.

— joder...— murmuró encantado el rubio, mientras Volkov aceleraba el ritmo de sus embestidas, haciendo gritar de placer al moreno. Rápidamente su boca fue tapada por el sheriff, quien con ternura le calmaba viéndole lloriquear de deleite, no debían ser tan ruidosos o serían descubiertos.

Dulces gimoteos salieron de Horacio, quien inclinando su cabeza hacia atrás recibió las últimas estocadas antes de explotar hermosamente sobre aquel escritorio, oyendo los graves gemidos del comisario que también acababa, pero en su interior. Oyeron al sheriff retirarse de aquella oficina, dejándoles a solas.

Viktor salió cuidadosamente de él, sentándolo en el escritorio y acercándose a besarle tiernamente, necesitaba sentir una vez más esa dulce conexión que le derretía. El lento chasquido de sus labios inundó el espacio, uniendo también sus lenguas en una melosa batalla de suave humedad. Entre adorables sonrisas y roces sutiles, dejaban atrás las sombras de un oscuro pasado cargado de soledad...tal vez la vida les había dado una nueva oportunidad, una que deseaban aprovechar...

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora