🔞Fordacio🔞

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Las pisadas de Horacio resonaban despreocupadas (aunque con prisa) en dirección a la puerta de su piso, definitivamente recordaba no haber invitado a nadie aquel viernes por la noche. La abrió con cuidado, asomando únicamente su cabeza.

—¿F-Ford? ¿Q-qué coño haces aquí? — Le había pillado desprevenido, se encontraba con ropa cómoda, tan solo un pantalón de pijama gris, claramente no era apropiado para recibir a un sheriff en su morada.

—Hombre, Horacio, un "buenas tardes" hubiese servido bien como saludo— espetó divertido, riendo ante la actitud del contrario.

No hubo respuesta por parte del de cresta, puesto que seguía en shock.

—¿Puedo pasar? — dijo el castaño elevando una bolsa de papel en cuyo interior tintineaban dos botellas de alcohol. Horacio, rendido, se hizo a un lado y le dejó ingresar. Se pasó la mano por el cuello, nervioso y avergonzado — Lamento recibirte en estas pintas, yo no...— fue interrumpido por las risas del de barba.

— Hombre que está perfecto— demasiado la verdad, rogaba mentalmente por que no decidiera colocarse una camiseta —Si al final fui yo quien irrumpió en tu casa sin avisarte primeramente, pero vamos, que hay confianza entre nosotros ¿No? — palmeó amistosamente su espalda desnuda, dejándola posada allí mismo y soltando una sutil caricia que aceleró un poco ambos corazones ante aquella osadía.

—S-si...eso creo— susurrando esto último.

—Te hemos extrañado, Horacio, ya nos habíamos acostumbrado a verte por la comisaría a diario y de repente dejamos de saber de ti, hace varios días que estás desaparecido, nos preocupaste—

Un suspiro escapó de los labios del moreno, había tocado justo el tema que pretendía evitar.

—¿Qué ocurre, H? — se sentaron en el sofá sin dejar espacio alguno entre ellos.

—Yo...yo no sé si quiera seguir en esto, Ford— espetó en voz baja. —Siento que nadie valora mis intentos de hacer las cosas bien, y yo sé que la cago muchas veces, pero siempre soy juzgado con mayor severidad y termino decepcionando a todos...— lágrimas se agolparon en sus ojos, se sentía hundido en su soledad, el sufrimiento era emocional, pero su pecho dolía de verdad, lo sentía apretado y la rabia ardía en su interior, sin poder evitarlo, comenzó a llorar, las lágrimas caían por sus rosadas mejillas.

Sollozando, continuó —Ya me dejaron solo quienes eran como mi hermano y mi padre, no sé si seguirles esperando como un idiota o si debo pirarme de aquí. Soy un inútil, tal vez por eso me abandonaron y...— fue interrumpido por el repentino abrazo del sheriff, quien pasaba con suavidad las manos por su desnuda espalda.

—Cállate Horacio, ¡no digas estupideces! — alzó la voz, pero siguió sus palabras en un tierno susurro —Para nosotros eres enormemente importante, no seas tonto, que nos encanta tenerte cerca—

Los aguados ojos bicolor de Horacio le miraron incrédulo ante aquellas palabras —¿D-de verdad? ¿No me odian ni nada? — Su voz temblaba.

Una risa fue soltada por Kevin, negando sin creer las inseguridades del agente más extrovertido que tenían. —Creí que era evidente lo mucho que me encantas—

—¿Cómo? — elevó la voz temblorosa el de cresta. Ante aquella confesión, el color subió a las mejillas de ambos, removiéndose inquietos.

—Y-yo...es decir, quería en verdad, ehm, iba a decir que nos encanta trabajar contigo y...— titubeaba nervioso sin poder hilar ninguna idea concreta —N-no quise decir e-eso, es decir, sí eres muy guapo y... o sea, p-pero yo...— se levantó del sofá como un torbellino, avergonzado y nervioso dispuesto a salir corriendo de allí, pero, soltando una divertida risita, Horacio le lanzó de vuelta al sofá, aprisionándolo entre sus dos piernas. Secó sus lágrimas con el antebrazo, divertido con lo que le acababa de decir.

Sentado a horcajadas sobre el de barba, el moreno acercó peligrosamente su rostro al del sheriff, —Dime eso otra vez— susurró sobre sus labios. Ford sentía su rostro arder, su corazón latiendo desbocado, y algo creciendo en sus pantalones debido al exquisito atrevimiento del agente del FBI.

—Y-yo...t-tú me encantas y...— tragó con dificultad —Y eres m-muy guapo Horacio—

—Otra vez— apegó sus labios, rozándolos provocativamente contra los del contrario, haciendo chocar sus cálidos alientos. Ford se removió bajo Horacio, haciendo chocar sus crecientes erecciones sin querer. Gimió bajito, deleitándose por la situación.

—Me encanta, agente H— su voz sonaba grave y excitada, sus manos comenzaron a subir por los muslos del FBI con fuerza —y desearía poder follarle ahora mism...— no logró terminar aquella osada frase, puesto que los gruesos labios del de cresta atraparon los suyos vorazmente, se devoraban hambrientos, salvajes. Horacio retiró con prisa la camiseta de Ford, necesitaba sentirle. Las manos de ambos hombres recorrían apretando todo a su paso en la piel del contrario, los eróticos chasquidos de sus labios y lenguas danzando ardientemente resonaban en el ambiente, se deseaban con ímpetu.

El de barba recostó a Horacio en el sofá, con sumo cuidado, sin romper aquel beso hasta que le dejó completamente tumbado y se posicionó entre sus piernas. Bajó con lentitud sus pantalones grises de pijama, sin retirarlos por completo, sólo dejando a la vista el endurecido miembro del moreno. Sus miradas estaban conectadas, el sheriff podía distinguir un dejo de inseguridad entre los ojos brillantes de lascivia que le observaban con detenimiento, quería que Horacio se sintiera tranquilo, deseado, valioso.

Lubricó con su saliva la erección del de cresta, usando su mano izquierda para masturbarle. El constante vaivén de su mano hacía al menor soltar deliciosos gemidos que ocasionalmente pronunciaban su nombre, fascinándole aún más. Se inclinó hacia adelante, recorriendo aquella aceitunada piel con las yemas de sus dedos, sus caricias eran tan delicadas que parecían casi imperceptibles, cautivando aún más a Horacio.

Ford comenzó un tierno camino de besos por todo su cuerpo, rozando con sus labios y barba cada centímetro de su piel lisa y morena. —Eres tan hermoso...— susurró sobre su pecho, suspirando embelesado. Las manos de H jugueteaban con el cabello del castaño, disfrutando de cada toque que recibía de él. —tan suave...— el sheriff trazó un recorrido con su lengua desde el pecho hasta debajo del ombligo de Horacio. —tan exquisito, tan apetecible— gruñía aún contra la dorada piel del FBI.

—F-Ford...— Gimoteó el de cresta, arqueando su espalda cuando sintió la húmeda y caliente boca de éste rodear la punta de su pene, usando su lengua para juguetear con ella, desesperándole con aquella deliciosa sensación. —A-agh...— enterró sus dedos en el sofá con fuerza. El sheriff comenzó con constantes succiones, sumando una mano que masturbaba la base del miembro donde no alcanzaba a llegar. Aceleró el ritmo de la felación, haciendo temblar de placer al de cresta para luego dejarle caer al vacío justo cuando pensó que llegaría al orgasmo. Con un ruido seco Ford hizo una última succión, dejando desconcertado al FBI a punto de correrse. Con una grave risita le ordenó a Horacio —Ponte bocabajo, que aún no termina esto— agarrando con fuerza las gruesas caderas de éste apenas le hizo caso y alzando su trasero para tener mejor acceso a su entrada. Ford gruñó deleitado —Vaya vistas más espectaculares tengo desde aquí— Apretando entre sus manos los redondeados glúteos del moreno, quien gimió ante el tosco agarre del contrario.

El de barba lanzó saliva al rosado agujero de H, bajando a posar su lengua allí mismo. Mientras separaba sus carnes, masajeándolas deliciosamente, hacía círculos con la lengua en la entrada del moreno. Se deleitaba en verle gimotear bajo su hábil toque, lamía y besaba humedeciendo todo a su paso. Los gemidos de Horacio se hacían más audibles cada vez, rogando por más atención. Dejó más saliva allí, comenzando a hacer movimientos en la zona con sus dedos medio e índice, para empezar de a poco a introducirlos. El de cresta apretó con firmeza el sofá entre sus dedos, apegando también su cara para ahogar un pequeño gritito. —¿Horacio, quiere que me detenga? — le preguntó preocupado.

—N-no, por favor...sigue— Rogó en un hilo de voz, disfrutando de aquella intromisión, y aún más cuando aquellos dedos fueron retirados tras dilatarle, pues sabía lo que a continuación vendría. Oyó atentamente como el cierre del pantalón de Ford se abría, y cómo la tela era removida con cuidado, liberando su miembro, ese tibio miembro que H pudo sentir momentos después apoyado en su trasero, dejándole más ansioso y necesitado, por lo que elevó aún más sus caderas, enviando su claro mensaje al contrario.

Éste no tardó, lubricó su erección y la posicionó en la entrada del moreno, entrando en él con una increíble lentitud, no quería dañarle bajo ningún concepto. Observó cómo Horacio se removía encantado bajo él, encendiéndole aún más. Los jadeos y gemidos de ambos comenzaron a aumentar en cada embestida que daba Ford, sus carnes chocaban exquisitamente nublando sus mentes y llevándoles al paraíso absoluto. Se afirmaba de las caderas del agente para dar certeras estocadas, gruñendo insaciable y buscando el placer de ambos.

Cada vez se volvía un vaivén más salvaje, logrando encontrar el dulce punto más sensible de H, quien respondió con un grito de placer mientras se derretía fascinado con cada penetración. Sollozaba de placer gimiendo el nombre de aquel sheriff.

Ford salió de su interior y ágilmente le dio la vuelta, quedando frente a frente. Volviendo a embestirle mientras bajaba a besarle, necesitaba sentirle no sólo carnalmente, sino que dejarle claro que sus palabras dichas anteriormente eran reales, que las vivía en carne y hueso, y que si fuese necesario daría su vida por aquel hombre. Sus lenguas volvieron a unirse, gimiendo ambos en los labios del contrario, unidos en un halo de tierno cariño y deleite que estaban compartiendo. Horacio volvía a arquear su espalda, sus dedos de los pies se estiraban involuntariamente ante el repentino orgasmo que sentía venir, era inminente, sus gemidos se agudizaron, incitando al de barba a profundizar aún más sus estocadas. Mordían sus labios en aquel beso ante el desesperante placer que sentían, apretando la piel del otro y acariciando con brusquedad incontrolable. —F-Ford...— Gimoteó sobre sus labios, y percibió sus labios bajar hasta su cuello para lamer y morder aquel sensible trozo de piel. Sólo un par de embestidas más y el sheriff sintió cómo Horacio liberaba sus calientes fluidos entre el abdomen de ambos soltando dulces gemidos. Subió hasta sus labios nuevamente, besándole con ternura mientras ralentizaba sus movimientos y se corría en su interior, apretando los muslos del moreno entre sus dedos, para luego subir sus manos con sedosas caricias.

Se quedó en esa misma posición, besándole con suavidad, acariciando los labios del moreno con los suyos y soltando encantadores suspiros entre sonrisas cómplices. —Horacio— buscó su mirada para continuar — Tu valor es incalculable, y tu belleza es infinita...no vuelvas nunca a creer que no nos importas porque no hay nada más alejado de la realidad, te lo suplico— susurró con delicadeza, haciendo suspirar una vez más al menor.

Sus bocas se volvieron a buscar en tierna necesidad de calidez, junto con suaves mimos y caricias que se daban con calma y sutileza.

Horacio, por primera vez, se sentía querido, se sentía valioso...

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora