M16, Servicio de inteligencia secreto.
Ubicación de la Base: desconocida.
Nora
Había una camilla dura y sábanas ásperas debajo de mi cuerpo, de eso estaba segura. Percibía la boca entumecida, como si acabasen de anestesiarme las encías, pero no podía abrir los ojos. Sentía un enorme peso sobre ellos.
Era muy consciente de estar en una especie de trance y de que unos hombres me habían secuestrado. Pero Jona... Jonathan estaba herido y Betty... oh dios mío ¡Betty! Esperaba que no la hubiese pasado nada.
Estaba allí tendida, en parte despierta y en parte dormida y seguía viendo a Adele. Era como ver una película en la cara interna de mis párpados, y el gran proyector de los acontecimientos era mi cerebro.
– Señorita Winchester ¿verdad? Adele Winchester. Espero que sea muy consciente de que se enfrenta a una misión de alto nivel, estrictamente confidencial. – comentó una mujer arrugada mientras se colocaba sobre la nariz unas gafas negras y puntiagudas.
Me asombraban los complejos detalles que era capaz de visualizar mi cabeza.
Adele y esa mujer de aires de grandeza se encontraban en una habitación excesivamente decorada repleta de cuadros de hombres con boinas y pantalones a cuadros rojos y verdes, muy al estilo escocés, a cuyo lado izquierdo les acompañaba su bulldog francés. Parecía una colección del mismo artista, y aquellos debían de ser los retratos de hombres muy egocentristas.
.
– Sí señora, y espero que usted sepa que soy muy capaz de conseguir lo que se me pide. Ayer mismo hablé con el teniente coronel Williams, sé lo que tengo que hacer. – dijo ella con seriedad.
Tenía la melena ondulada a la perfección, y los mechones de pelo dorado le brillaban al igual que el marrón oscuro de sus ojos. Era una mujer sin duda despampanante, pero a diferencia de otras ocasiones en las que recordaba haberla visto más relajada, notaba la tensión en sus piernas rígidas como el palo de una escoba.
– Su misión tiene nombre y apellidos. Damian Shneider. Soldado del frente alemán al servicio de Hitler.
Oh dios mío. Pensé. Solo había escuchado ese nombre una vez, y fue mientras Jona se daba una ducha y me confesaba que a quién veía en sueños era a un joven alemán combatiendo en las trincheras al oeste del país.
Lo que no llegaba a entender es si mis recuerdos y los de Jona seguían el mismo ritmo temporal, si la historia que mis neuronas me contaban prácticamente a diario tenía el mismo orden cronológico que las visiones de él.
– Muy bien, le encontraré. No me supondrá ningún problema. – Adele giró sobre sus tacones negros y abrillantados asumiendo su orden y se dirigió a la puerta con decisión.
– Una cosa más señorita Winchester. Esta vez no se trata de un asesinato a sueldo. Necesitamos que lo traiga a la base con vida. Debe seducirle, encandilarle ¡hágale el amor si hace falta! Pero tráigalo. Es muy importante. – la mujer se quitó las gafas y miró a Adele fijamente. – No haga más preguntas. El teniente coronel Williams le facilitará la ubicación del soldado. Ahora retírese, la conversación ha terminado.
Fue en ese instante cuando la puerta de la habitación en la que me encontraba se abrió causando un chirrido metálico que me dejó la piel de gallina. Paré de soñar con mi perfecta desconocida y su superiora y abrí los ojos para encontrarme con...
– ¿Papá? – me levanté de la camilla y me aprisioné contra una de las esquinas de la celda. No podía respirar.
Llevaba sin verle dos años. Dos años desde el día en el que se marchó de casa tras una pelea. Una pelea violenta, de las que no tienen perdón.
– Hola Nora. Sé que estarás muy confundida – llevaba una bata blanca y unas gafas guardadas en uno de los bolsillos.
En cuanto me echó un vistazo apuntó algo en una libreta y entornó los ojos para examinarme de nuevo. Como si fuese una rata en una jaula, como si fuese un experimento.
– Harry, ¿qué narices hago aquí? – pregunté con todo el valor que mi cuerpo tembloroso me permitía. No dude en llamarlo por su nombre de pila, esa persona había dejado atrás su estatus de padre hacía mucho tiempo.
– Eso no te incumbe, ahora dime, ¿cómo te sientes? ¿notas mareos? Necesito que me respondas a algunas preguntas.
¿En serio iba a actuar como si no tuviésemos nada en común? Estaba claro que no era agente de viajes, y que había algo más oscuro detrás de aquellas ausencias durante largos periodos de tiempo, cuando nos dejaba solos a mamá, Alan y a mí.
– ¿Y que más? ¿Quieres que te cuente también si sigo siendo virgen? ¡Ah no! Es que igual eso es menos interesante que hacer experimentos ¡con tu propia hija!
Lancé el vaso de plástico con agua que alguien había dejado amablemente en la mesilla de noche contra él y reaccionó levantándose de la silla metálica sobre la que se había sentado de inmediato. Al menos había conseguido empapar las notas que había apuntado en su estúpido cuaderno.
– No te atrevas a hablarme así, ahora mismo no tienes opción Nora. Estas aquí y es lo que importa.
– ¿Qué diría mamá si supiese en lo que te has convertido Harry? Si quedaba algún recuerdo sincero de ti en su memoria, después de saber que has raptado a su hija ¡eso se desvanecerá para siempre!
Harry me miró furioso y después tragó saliva, estaba a punto de decir algo cuando lanzó una mirada a la cámara de seguridad que había en una de las esquinas de la habitación y tras ello se escuchó un pitido que indicaba que la puerta de salida estaba desbloqueada.
Antes de salir recobró la compostura y se puso recto, haciendo caso omiso a mis acusaciones.
– Supongo que ya habrás conocido al agente O'Conell. – dijo él con una sonrisa en la cara.
Intenté que no se notase el asombro absoluto en mi mirada, pero era muy probable que mi boca entreabierta ya me hubiese delatado.
– No sé de qué estás hablando.
– Bueno te refrescaré la memoria. Jonathan ha sido un buen recluta durante los últimos dos años, un joven con mucho talento desde luego y muy perspicaz a la hora de engatusar a jóvenes muchachas como tú.
– Yo... yo, quiero decir, él no me ha... engatusado.
De pronto una música estilo swing, muy años cuarenta empezó a sonar por unos altavoces y mi estado de aletargamiento volvía de nuevo a desorientar mis sentidos, me apoyé de nuevo en la cama primero con un brazo y después dejé caer todo mi cuerpo. ¿Qué me estaba pasando?
– Una pena que nos traicionase, y una pena que ahora esté muerto.
¿Pero qué? No, no podía ser verdad. Le habían herido, pero no en una parte vital ¿o sí? Ahora todo parecía tan confuso y borroso...
– Es lo que tiene pertenecer al servicio secreto de inteligencia nacional, a veces los secretos te cuestan la vida Nora. Ahora descansa, debes de sentirte muy mareada. Haz lo que te pedimos y todo saldrá bien. – se giró para marcharse, pero antes de desaparecer le escuché decir: "Y recuerda... deja a Adele hacer su trabajo." Y una pequeña risa malévola resonó por el pasillo.
¿Se podía saber por qué todo el mundo me repetía lo mismo?
Había dejado la puerta entreabierta, pero por mucho que hubiese querido escapar no hubiese podido, puesto que aquella música que salía de las paredes me hacía sentir que mi cuerpo pesaba mil toneladas, y entonces lo entendí.
Tenía que tratarse de una especie de hipnosis, y ciertas cosas como la canción que se colaba por mis tímpanos hacía que volviese a ella. A su vida inquietante. A su misión secreta en busca de Damian ¿pero por qué? Cuál era el propósito de todo aquello y cómo narices metían aquellas imágenes en mi cabeza.
Intenté bloquear a Adele de mis pensamientos antes de sumirme en un sueño profundo.
Y pensé en Jonathan O'Conell y en el sonido de su voz grave. Había traicionado a los suyos, pero también me había traicionado a mí, y, aun así, por mucho que me estuviese resistiendo en reconocerlo, solo deseaba que su corazón siguiese latiendo.
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En la piel de Adele ✔️
Romance#PV2021 Nora Jones es una joven universitaria con aparentes visiones de otra vida, una vida pasada, una vida que no es la suya. La desesperación por saber que ocurre en su cabeza y quién es la mujer de la cual posee todos sus recuerdos, la conducen...