15. Mantener la cordura.

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Sentí como el frío del agua impulsó mí cuerpo fuera de la tina, aún con mis ojos cerrados, y note que, al mantenerme de pie, algo sólido y frío se encontraba debajo de mí. Ya no era el suelo de la clínica veterinaria, ahora era el suelo de una increíblemente blanca y gran habitación.

Mis fuertes respiraciones eran lo único que rompía el insoportable silencio del lugar, miraba a todos lados para tratar de descifrar dónde me encontraba.

¿Acaso esto era el limbo? ¿Mi padre había sido asesinado y hasta aquí era donde nuestra conexión podía llegar?

Podía sentir la desesperación creciendo en mi poco a poco, pero el leve sonido de una puerta abriéndose llamó mí atención y le dio una nueva dirección a mis pensamientos.

Lejos de lo que podría imaginar que habría luego de esa puerta, no se veía luz como en el gran cuarto blanco, sólo se veía oscuridad, nada más que oscuridad, hasta que comencé a acercarme.
Una leve iluminación aparecía a través de la puerta, lo que me permitía ver qué había en el suelo. Pasto, una inmensa cantidad de pasto.

Salí de allí sabiendo con que me iba a encontrar, no reconocer de que proviene esa luz era imposible para mí, era luz de luna.

Terminé el recorrido hasta el borde de la puerta, el fin de la habitación, y luego de que di mí último paso fuera de esta, desapareció. Volteé rápidamente para ver qué había sucedido, pero lo único que se encontraba allí eran kilómetros y más kilómetros de bosque, estaba en la inmensidad de este, en plena luna llena.

Caminé bastante desorientada por la situación en la que me encontraba, veía los árboles que me rodeaban y trataba de concentrarme escuchando como pequeñas ramas crujían por culpa de mis pisadas. Creía que eso era lo único que se hallaba allí, solo yo, pero rápidamente supe que estaba equivocada.

El cuerpo de una niña se encontraba allí, llena de sangre, abandonada en el medio del bosque.

Tanto mí cuerpo como mis poderes actuaron instintivamente; las palmas de mí mano apuntaron al suelo y, para cuando fui consciente de ello, mí cuerpo se elevó y fue rápidamente hacia la niña, como si de un ave se tratase. No lograba escuchar su corazón, y lo único que podía pensar es que era un cuerpo sin vida. 

La estela roja que me impulsaba desapareció una vez que llegue al lado de la niña, pero no antes de que pudiera ver su rostro debido al destello que mí poder emitía.

Mí cuerpo retrocedió tan rápido que una rama se enredó a mis pies y provocó que me cayera, quedando a pocos metros de la niña, que ahora se movía.

Ni una lágrima salía de sus ojos, ni siquiera un quejido, pero su respiración era irregular y se arrastraba por el suelo como podía, hasta llegar al lugar que le podría dar el soporte necesario para que, con su estado, pudiera por lo menos sentarse y parar de arrastrarse. Su mano impacto con lo que ella buscaba, y con dificultad se sentó apoyando la espalda allí.

Su estómago estaba casi desgarrado de par en par y parte de su pierna estaba herida, ella se miraba con miedo, mientras se tocaba las heridas, verificando que era reales y no solo era un mal sueño.

Sus piernas se fueron flexionando poco a poco y una vez que llegaron a la altura de su pecho, las abrazó. Su llanto era desgarrador, pero el gritó que salió de ella lo fue aún más, ira, dolor e impotencia, todo en una pequeña niña de no más de 14 años. Sola en un bosque que no conocía lo suficiente, herida por una creatura que para ella era lo más similar a un demonio que alguna vez había visto, y aterrada por lo que pudiera pasar con ella.

Un pequeño sonido se escuchó detrás de ella, en la oscuridad del bosque, y dos ojos naranjas se hicieron presentes. Pero tan rápido como hicieron su aparición, desaparecieron.

Red ||ᴛᴇᴇɴ ᴡᴏʟꜰ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora