Heridas

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[Camila]

Sentada frente a mi, concentrada en su libro, sin decir ni una palabra. La observaba a detalle, no la comprendía, pero quería hacerlo.

Élla me hacía sentir especial y me gustaba. Era la misma Lauren Jáuregui que miraba desde lejos, o al menos lo era con los demás. Su mirada permanecía dura, fría he intimidante, pero cuando estaba conmigo, algo de esa dura coraza se desvanecía. 

Pasaban los días, Lauren no se sentía capaz de abrirse un poco mas a mi con respecto a sus sentimientos, no la presionaba, pero quería saber como ayudarla. Algunos días ella no dormía, no me lo decía, pero las ojeras eran algo notorias bajo el maquillaje, sus ojos apunto de cerrarse la delataban. Su alimentación a veces era buena, a veces era pésima. Aunque intentaba animarla a comer, ella terminaba llendo al baño y vomitaba. No lo hacía por su peso, eso lo sabía. Lo hacía por la culpa, la culpa de algo desconocido para mi.

Me dolía verla mal, y aunque ella lo ocultaba, terminaba dándome cuenta. Quería ayudarla, pero élla no me lo permitía.

Sabía que lo que la tenía mal era el, Christopher. Cada que se cruzaba con el, algo en élla parecía romperse.

No tenía claro que era lo que estábamos formando entre nosotras, pero quería que continuara. Élla era linda y detallista, pero lo que me causaba curiosidad, era que parecía estar pisando terreno desconocido. ¿Se abrá enamorado antes? No lo sabía, pero la respuesta parecía ser negativa.

Las peleas con mis padres eran constantes, siempre era sobre lo mismo, élla. Me prohibían salir con élla, hablar con élla, y me insistían en salir con Christopher ya que no le quise dar otra oportunidad a Shawn. Decían que lo conocía desde pequeña, pero realmente no recuerdo haberlo visto antes.

Hoy cenaremos con la familia Jáuregui y Mendes, mis padres los invitaron para revivir los  buenos momentos que no recuerdo haber vivido, al menos no con la familia Jáuregui.

—Me equivoque de libro, voy a cambiarlo— le dije apenada

—Llevamos media hora aquí y hasta ahorita te diste cuenta?— preguntó burlona

—Sip, pero fue tu culpa, me distrajiste cuando intentaba estudiar— me excusé. Negó riendo

Me levanté y fui a la estantería de dónde había tomado el libro. Estaba con Lauren en la biblioteca de la universidad, se enteró de que estaba apunto de reprobar un materia y ahora me obliga a estudiar una hora y media en la biblioteca con élla. El problema es que me distraigo aún más con élla presente.

Buscaba el libro que si necesitaba cuando sentí a alguien detrás de mi.

—Hola guapa— susurró muy cerca de mi oído pegando su cuerpo contra el mío. Puso su mano en mi cintura y comenzó a bajar. Forcejeé pero era inútil. Derrepente el peso que sentía apoyado en mi, se desvaneció.

—No quiero que la vuelvas a tocar— lo amenazó, se mostraba relajada pero apretaba los puños he intentaba controlar su respiración. Christopher sólo sonreía como imbécil mientras se levantaba del suelo tocándose el labio. Lauren lo había golpeado.

—¿Nunca se te quitará esa costumbre de golpear a tu hermanito verdad?— dijo sonriente.

—¿Ahora si somos hermanos?— preguntó Lauren con molestia. Me acerqué a élla y tomé su mano. Élla la apretó pero sin llegar a lastimarme, mientras acariciaba con su pulgar de arriba abajo, como si quisiese cerciorarse de que yo siguiera ahí

—Si, y los hermanos comparten sus cosas— me miró por un momento y volvió su mirada a Lauren. La bibliotecaria parecía hacerce la sorda, siempre jodia por el mínimo ruido y ahora no escuchaba nada. La biblioteca estaba casi vacía.

—No te quiero cerca de ella— sentenció.

—¿Porqué hermanita? ¿Tienes miedo de que la primer persona que se a acercado a ti, te termine cambiando por tu hermano? No creo que debas preocuparte de que yo te la robe, eso puede hacerlo cualquiera. ¿O en verdad piensas que élla se quedará con alguien como tú? Nunca nadie escogería a alguien como tú, Lern— Christopher recibió otro golpe por parte de Lauren.

Christopher se levantó, Lauren lo tomó del cuello de su playera y lo puso contra la estantería.

—Vuelves a faltarle al respeto a Camila y olvidaré que eres mi hermano, y cuándo lo olvide, te juro que no me contendre— lo amenazó. Lo soltó y caminó hacia mi, tenía los ojos rojos, pero no salía ni una sola lágrima.

—¿Nos vamos?— me preguntó con la voz quebrada. Asenti y fuimos por nuestras cosas —¿puedo tomar tu mano?— me preguntó en susurro. Busqué su mano y la entrelase con la mia

Fuimos hasta su camioneta. Como siempre, me abrió la puerta del copiloto y enseguida se subió ella.

Con lo poco que la conocía, sabía que cuándo no estaba bien, élla prefería el silencio. Manejó hasta un parque, se estacionó y se quedó en silencio.

—Camila— dijo en un susurro apenas audible, estaba cabizbaja

—Mande— le respondí tomando su mano. Se giró y me miró, tenía una sola lágrima saliendo de sus ojos.

Cold gazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora