comprendí

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Llegué a mi casa después de haber ido a dejar a Eri, me acosté en mi cama y revisé mis redes sociales. 

Revisé los estados de whatsapp, había olvidado que aún tenía agregada a Camila. Y vaya sorpresa me llevé al ver una foto de ella y mi hermano haciendo caras graciosas. Estaban muy cerca el uno del otro, no pensé que verla con alguien más me fuese a doler tanto como lo estaba haciendo. 

Ella se veía realmente feliz, como cuando estaba conmigo. Quizá no fui tan importante para ella, o quizá soy alguien fácil de remplazar.

—Es que eres una imbécil Lauren, una maldita y estúpida imbécil—  dejé mi celular en la cama y busqué en el cajón de mi mesa de noche una cajita dónde había guardado el día anterior una pequeña pipa con cristal y un encendedor. La encontré y la abrí, saqué la pipa y el encendedor. Me acomodé en mi cama y comencé a quemar el cristal, acerqué mi boca a la boquilla de la pipa y aspiré y me separé de la pipa dejando salir todo el humo. Repetí la misma acción cuatro veces más y dejé la pipa y el encendedor sobre mi cama. 

Me levanté y busqué un cuaderno de dibujo, tomé un lápiz y fui hasta el escritorio que tenía en mi habitación. Comencé a dibujar. Estuve al de dos hora dibujando. 

Me separé un poco admirando los dibujos que había hecho, tomé la libreta y la lancé con fuerza hacia la ventana. ¿Porqué tenía que dibujarla a ella?

—¡Maldita Camila!— grité —yo estaba bien antes de que entraras a mi vida. O almenos podía fingir estarlo— susurré limpiando unas lágrimas —

Me senté en una esquina de mi cama, tomé nuevamente la pipa, el encendedor y comencé a quemar el cristal nuevamente. A tercer tanque que me dí, el encendedor ya no prendió, comencé a desesperarme intentando encenderlo. Lancé el encendedor con fuerza al tocador de mi habitación quebrado el espejo. La puerta de mi habitación se abrió.

—¡Lauren!— gritó Oliver

—¿Que?— respondí exaltada —lo siento— me disculpé

—Ya me cansé, okey, ya me cansé de lo mismo, deja esa mierda y pon los malditos pies en la tierra de una vez. Entiendo que te hayas enamorado, y que te esté doliendo, yo también me enamoré, a mi también me hicieron mierda, pero no me impedi avanzar solo por no ser correspondido… Si ella no se quedó contigo apesar de saber lo que hacías, simplemente no es para ti— lanzó a mi cama la libreta que yo había lanzado por la ventana hace unos minutos

—¡Nadie es para mí! ¡Nunca nadie lo es!… Soy una imbécil por hacerte caso y haberle dado una oportunidad a Camila— 

—No, no lo eres. ¿Sabes porqué?— negué —Por qué aunque quizá no se quedó contigo, en su momento te hizo feliz, tanto como nunca lo estuviste antes— 

—Pero ahora duele como una mierda— 

—Lauren, solo dime ¿Al final de que sirve morir con el corazón ileso?— lo miré —ya tuviste la oportunidad de probar un poco lo horrible y maravilloso que es estar enamorado— 

—No solo es por ella— dije con molestia 

—Lose, pero eres más fuerte de lo que crees, y tal vez no logres sanar, pero se que lograrás que deje de doler. Así que solo vuelve a ser la misma, prefiero eso a que sigas haciéndote mierda— señaló la pipa con cristal que tenía en mi cama. Asentí, el salió de mi habitación.

Tenía razón, ya había tenido mi oportunidad de sentirme especial y había sido lindo sentirme querida por primera vez, ahora tocaba volver a ser quién era antes de que Camila se metiera en mi vida.

*

*

Iba en el auto de Zayn, ninguno de los dos decía nada. Íbamos camino a la universidad, ayer estuve toda la noche pensando en lo que Oliver me había dicho, y le haría caso. 

Zayn se había ofrecido a pasar por mi, acepté, después de clases iríamos a ver a Louis y el nuevo socio. 

Llegamos a la universidad, y las miradas se pasaron en nosotros. Siempre había sido igual, nos conocían y aún así nos miraban como alguien importante, ja, si tan solo supieran que al menos yo, no valía mierda. 

—Hey, ¿les avisó Louis?— dijo Ty al llegar a nosotros. 

—¿Que?— preguntó Zayn

—Cuando terminen las clases va a pasar por ustedes para ir a ver a Harry— 

—¿Quien es Harry?— pregunté

—Pues el socio, ¿no te dije ayer su nombre?— me preguntó Zayn

—No, pero no importa. Iré con el director— dije antes de caminar en dirección a la oficina del director. 

Mientras iba por los pasillos camino a ver al director, una pareja que se besaba con intensidad y deseo me hizo detenerme en seco. 

Siempre deteste ver a las parejas haciendo ese tipo de muestras en público, pero nunca me pregunté el porqué, ahora lo sabía. Y era por envidia, tenía envidia de yo no poder obtener lo mismo y sentirme tan sola. No se confundan, yo amaba mi soledad, mas no sentirme sola. Y esas muestras públicas solo me recordaban lo sola que me sentía y lo sola que estaba.

No había distinguido a los que se besaban, hasta que se separaron, y así como terminó su beso, terminó de romperse mi corazón. 

Ella había logrado enamorarme, y hacerme sonreír de nuevo. Pero así como ella me devolvió la sonrisa, también ella me la quitó. 

Se giró a verme, conectamos nuestras miradas y al instante, me arrepentí de haberlo hecho. Por que entonces, y solo entonces, comprendí lo que era el amor. Un sentimiento capaz de hacerte volar increíblemente alto, mientras que a la ves, te envuelve en el éxtasis de saber que te encuentras en la cima. Pero que, sin previo aviso, te deja caer, y contigo, caen los besos, los abrazos, las caricias, las promesas y las acciones que una vez te hicieron sentir plenamente amado, o enamorado. Esas que también una vez lograron brindarle el calor que necesitaba esa parte de ti que estaba por congelarse en la fría nevada de la soledad, pero en la caída, ese mismo calor se convirtio en fuego y terminó por quemarte. Aunque quizás, si tenías suerte, lograrías quedarte en la cima, ileso y sin ningún rasguño. Pero tarde o temprano caerías al igual todos, por que incluso el lazo más fuerte, termina por romperse.

Cold gazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora