El pasado no importa

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El siguiente destino al cuál Regina decidió llevarme fue a un parque de diversiones bastante conocido de la ciudad, amaba visitar éste tipo de lugares y Regina lo sabía bastante bien así que fue una grata sorpresa estar ahí, conforme logramos llegar al lugar comenzamos a subirnos a todos las atracciones disponibles, reímos y gritamos cómo no tienes idea para después visitar la ya muy famosa "Casa del terror", la única atracción del sitio que menos me agrada visitar pero cómo a Regina le parece divertido no tuve más remedio que hacer una pequeña excepción por ella y entrar juntas, realmente puedo decirte que casi me quedó sin voz por tantos gritos y sustos que tuve, pero igual pasamos un gran momento, permanecimos en el lugar algunas cuántas horas más para finalmente comer algo e irnos a nuestro siguiente destino el cuál fue una pista de hielo y fue ahí cuándo realmente comprendí la razón por la cuál Regina me había pedido que fuera bien abrigada a nuestra cita.

Desde que era muy pequeña tuve la gran fortuna de que mis papás me enseñaran a patinar pero hacerlo sobre hielo era algo completamente diferente que prácticamente tuve que volver a aprender a hacerlo con la ayuda de Regina, saber que sus manos me tomaban con fuerza durante cada intentó que decidía realizar fue lo que me dio el valor suficiente para enfrentar y superar mis miedos a caer, si, es cierto que fue totalmente inevitable tener una que otra caída en el proceso pero al final logré aprender con la ayuda de Regina, el sitio lo teníamos para nosotras dos solas ya que un amigo de Regina era el dueño del lugar así que prácticamente logramos disfrutar de todo en completa libertad, aparte de la pista de hielo había muchas otras actividades relacionadas con la nieve que cómo siempre el tiempo se nos fue volando así que inevitablemente vimos llegar la noche para posteriormente dirigirnos a nuestra siguiente y última locación, la cuál al parecer era la más especial de todas.

Salimos felices del lugar para entonces sacudirnos un poco la nieve que pidieramos tener e irnos a nuestro siguiente destino, mi día había sido fantástico, mejor de lo que había pensado, definitivamente nuestra primer cita formal no podía haber estado mejor, ya era de noche y aún nos quedaba un lugar más por visitar, Regina para guardar el secreto decidió no decirme nada así que opté por no insistir yo tampoco en saber, reconocía un poco el camino por el cuál ibamos pero no del todo hasta que en determinado punto Regina me pidió muy amablemente cubriera mis ojos con una venda, así lo hice y no tardamos mucho en llegar al lugar, bajamos entonces de la camioneta con sumo cuidado para pronto sentir un tierno beso sobre mis labios por parte de ella, amaba que fuera así de espontánea así que sin decir más me tomó de las manos para entonces ser conducida a lo que parecía ser un edificio o algo así, se escuchó el sonido de un elevador bajando así que al llegar subimos, tenía un poco de temor ya que no me gusta para nada abodar elevadores a ciegas que opté por abrazarme fuertemente a Regina dejando mi cabeza recostada sobre su pecho, que bien se sentía hacerlo y poder sentir aquella paz que el palpitar de su corazón me daba, el elevador tardó varios minutos en terminar de subir, al parecer eran demasiados pisos los que había que recorrer que pensando un poco en ello un pequeño flash black vino a mi mente de la nada, el recuerdo de aquél día en el cuál tuvimos nuestra primer cita Regina y yo, había sido en aquella torre muy alta desde la cuál podía observarse a lo lejos cada noche el nombre de una persona a la cuál le confesaban su amor, en ése lugar fue nuestro tan esperado primer beso, aquél que me cambió la vida para siempre, fue en ése lugar dónde Regina me hizo una de las promesas de amor más grande que existen al colocar mi nombre en el cielo con fuegos artificiales de mil colores, promesa con la cuál ambas supimos que nuestro amor sería eterno aunque las circunstancias futuras no lo hicieran ver así.

Me encontraba perdida en dicho recuerdo cuándo de la nada escuché deternerse el elevador para entonces indicarme Regina que habíamos llegado a nuestro destino, procedió entonces a conducirme fuera del elevador con cuidado para sentir entonces la repentina brisa del viento, no entendía que estaba pasando hasta que decidió colocarse detrás de mí con la única intención de desamarrar aquélla venda que llevaba puesta sobre los ojos, al hacerlo le costó un poco de trabajo a mis ojos adaptarse de nuevo a la luz del lugar que cuándo finalmente logré hacerlo no pude creer el lugar en el cuál nos encontrabamos... Estabamos en aquélla torre de la cuál te estaba hablando minutos antes, aquella torre que se había vuelto parte importante de nuestras vidas.

Un Amor Imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora