Una semana después, Matthew aun no tenía novedades de las evidencias, y eso perjudicaba su concentración en el Departamento. Ya no sabía cuánto más tendría que esperar, si en algún momento cuando levantara el tubo del teléfono de su oficina sería para avisarle que el expediente ya es de dominio público.
—¿Cuánto más seguirás con esa cara? —inquirió Peter cruzado de brazos mientras esperaban que los peritos salieran del restaurante de Steve's. Un nuevo intento de robo que quedó apenas en eso, una tentativa. Pero ahora no tenía cabeza para buscar el tonto adolescente que quiso meterse a hurtar.
—Hasta que pueda saber cuáles son las nuevas evidencias —reviró Matthew apoyado sobre el auto.
—Pero es que no entiendo qué tanto te preocupa, tú no tuviste nada que ver en ello. Fue un accidente y un terrible día que acabó con Marc —indicó irritado porque su amigo parecía no dejar el tema y dar un paso adelante.
—Porque no estuviste ahí, no lo entiendes —bramó pasando su mano por su rostro. Lo miserable que se venía sintiendo esos últimos días no se comparaba con el embrollo de su sentir, de que ahora no solo se jugaba su tranquilidad, también la de Megan. Si tan solo las evidencias decían que el error lo involucraba a él, ya no sabía qué más esperar de la vida que no fuesen desgracias.
—La culpa la tuvieron los sujetos que dispararon. Un grupo de manifestantes contra el gobierno que impidieron la marcha del oficialismo. Marc y tú solo fueron a repelar los disparos, déjalo estar Matthew —le recordó como si él no se supiera al pie de la letra cada suceso. Era una conversación que ya tuvieron tiempo atrás y al parecer no tendría punto de quiebre.
—¿Qué lo deje estar? —se giró a enfrentarlo —. ¿Acaso no te das cuenta que tengo que mirar a Megan cada día con la duda de si la muerte de su hermano fue mi culpa?
Sus ojos azules parecían lanzar fuego, quizá la bronca y la incertidumbre de no saber qué pasaría después. Temía el porvenir de las cosas, si las evidencias lo harían anclarse más a su pasado y todo el calvario vivido, o si lo impulsaran a seguir adelante junto a su vida, al lado de aquella joven que no poseía maldad alguna, tan solo un alma bondadosa que comprendía su distancia, esa estúpida lejanía que ataba sus pies.
Peter lo miró con pesar, conociendo esa personalidad tan impaciente que portaba su amigo, pero a su vez el desasosiego venía acompañado del miedo. Bastaba verlo a los ojos para comprender que deseaba salir del pozo y vivir su vida, dejar atrás el daño de tantos años de penumbras. Megan vino para ayudarlo sin darse cuenta, sin culpas ni reproches como él pensó que ocurriría.
—Matt, hombre, me preocupas. No estás durmiendo bien y no quiero imaginar cuál es tu situación con Megan, pero te estás encerrando en un círculo vicioso —palmeó su hombro brindándole el mismo apoyo durante esos cuatro años.
Aquel rubio solo pudo bajar su mirada a sus botas y colocar sus manos sobre su cinturón, completamente derrotado. Esos días fueron un tormento, apenas pudo ver a Megan por sus prácticas, y en parte lo ayudó a no sentirse tan impotente de no poder decirle con exactitud qué era lo que encontraron en el caso. Jamás hubo culpables al no dar con ellos, pero ahora todo parecía tomar otro rumbo que lo llevaba lejos de ahí, lejos de ella. Lo presentía, por muy cruel que fuese consigo mismo, sentía que tenía los días contados con esa mujer, que la intensidad de sus sentimientos dependían de un hilo.
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Seductora condena ©
RomanceMatthew tenía dos cosas claras en su vida; seguir liderando el Departamento de Policía como Capitán de su equipo, y pagar en vida la condena de no haber salvado a su único amigo del peor tiroteo de la ciudad. A sus treinta y nueve años estaba someti...