—Termino en una hora y podremos ir a cenar. —Filip acomodaba unas tazas de café sobre la estantería detrás suyo.
—¿Estás seguro? Si no puedes venir, no hay problema, lo dejaremos para otro día —mencionó Megan terminando su dosis de café doble.
—Segurísimo, estoy deseando que pase la hora y tener un poco de diversión.
—Mmm, temo decirte que salir a cenar conmigo no es tan divertido como cuando nos acompaña Kate —frunció sus labios.
—¿Y a ti quién te ha dicho que salir conmigo no es; divertirnos? Con que vaya yo es más que suficiente para que terminemos entrometiéndonos en una buena noche de tragos —dijo con una sonrisa pícara sobre sus labios.
—Oh no, no pienso beber otra vez. Demasiado vomité la última fiesta —arrugó su frente con malestar.
—Apenas descubres lo que es emborracharte y ya planeas dejar de beber luego de una primera resaca ¡Que tontería!
—Eso no es verdad, no fue la primera vez que me emborraché —renegó enseguida tirando su cabello rubio hacia atrás.
—Apuesto dos tequilas que no has vivido tu vida de adolescente al comprometerte tan joven, y sobre todo, haciéndote cargo de tu familia, Meg —departió conociendo a la perfección toda su historia. No fue hace mucho que tanto él como Kate estuvieron al tanto de su pasado. Y en parte era cierto, ya no recordaba cuando fue la última vez que salió de fiesta antes de llegar ahí, probablemente al cumplir la mayoría.
¡Por Dios! más de cinco años.
—Tengo que terminar las prácticas de la semana —se excusó apretando sus labios.
—Las prácticas, las prácticas —repitió rodeando los ojos —. Es cuestión de pocos meses para que te recibas. No puedes encerrarte en el hospital las veinticuatro horas, debes salir un poco, tomar un poco de aire, dejar de pensar tanto en el oficial McGarrett —canturreó provocando que sus mejillas quedaran rojizas al instante.
—No estoy pensando en él —dijo acomodando su saco negro sobre sus piernas —. Solo estoy nerviosa por ver a sus padres —confesó dejando caer sus hombros.
Durante esos dos últimos días, habían quedado para almorzar. Matthew pasaba por el hospital y terminaban en uno de los tantos restaurantes de esa ciudad. Un momento agradable, y a gusto entre los dos para luego volver a sus rutinas. En la noche no se veían, Megan llegaba tardísimo debido a la carga horaria, y Matthew no iba a molestarla, aunque muriera de ganas de un segundo encuentro.
—Pero si sus padres ya te conocen —golpeó su brazo con un pequeño mantel que contenía el logo de la cafetería, la cual no estaba muy concurrida a esas horas —. ¿De qué te preocupa? ¿No habías dicho que les caías bien?
—Si, les caía bien siendo la hermana de Marc, no estando en pareja con su hijo —admitió un poco irritada. En ningún momento Matthew le dio indicios para que se preocupara, al contrario, él parecía más tranquilo de que sus padres la vieran luego de tanto tiempo. Pero ella, sentía una leve molestia en su estómago que provocaba que su mal humor incrementara. Odiaba precipitarse a las cosas, pero si tan solo su cabeza no maquinara todo el tiempo, estaría más tranquila.
ESTÁS LEYENDO
Seductora condena ©
RomanceMatthew tenía dos cosas claras en su vida; seguir liderando el Departamento de Policía como Capitán de su equipo, y pagar en vida la condena de no haber salvado a su único amigo del peor tiroteo de la ciudad. A sus treinta y nueve años estaba someti...