Capítulo 6

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—Si no fuera por Megan, ese niño no resistía ni un segundo más —mencionó Peter apoyado en la puerta del auto de Matthew, mientras éste último terminaba de vendarse el brazo

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—Si no fuera por Megan, ese niño no resistía ni un segundo más —mencionó Peter apoyado en la puerta del auto de Matthew, mientras éste último terminaba de vendarse el brazo. Los médicos le habían quitado todos los pequeños trozos de vidrio incrustados, y limpiado la sangre.

—Así es —afirmó asintiendo. Del otro lado de la carretera una nerviosa Megan hablaba con los médicos de la ambulancia luego de habérsele tomado declaración al ser la primera persona en llegar. El accidente fue provocado por la fuerte lluvia, que ahora cesó en gran parte, provocando que la madre del niño perdiera el dominio del vehículo patinando sobre la carretera.

—¿Qué harás ahora? ¿Quieres que lleve a Megan a su casa? No creo que esté en condiciones de ir sola, es una bola de nervios —indicó girando a mirarla —. Me recuerda a Marc, por cualquier cosa ya sus manos temblaban —recordó riendo. A Matthew le fue imposible no negar sonriendo introduciéndose a un mar de buenos recuerdos al lado de su fiel amigo —. Le diré que la acompaño —señaló listo para dirigirse a ella.

—No, yo la llevaré —lo detuvo abruptamente.

Peter escondió una sonrisa traviesa porque sus movimientos salieron tal cual los imaginó. Matthew aun tenía toda su ropa empapada al igual que todos los que acudieron, pero no pretendía dejarla sola, portaba una fuerte necesidad de acompañarla, pero sobre todo, de asegurarle que su estancia en la ciudad no le molestaba como ella se imaginaba. Bufó exasperado porque ya se había rendido a que funcionaba mecánicamente, a que su mente la pensara todo el tiempo pese a que todo de sí le exigía que se alejara, que no diera un solo paso más que pusiera en peligro todo su sentir, toda esa corriente que lo zarandeaba cuando Megan aparecía ante sus ojos.

—¿Dormirás en su casa? —inquirió Peter con inocencia.

Matthew alzó las cejas escéptico por su respectivo comentario, preguntándose qué eran esas insinuaciones que no venían al caso. Pero cuando quiso refutar sus palabras, la figura de Megan caminó hacia él con su cabello ya atado en una alta coleta y un abrigo seco.

—Hola Peter —lo saludó mientras se abrazaba a sí misma. El frío ya empezaba a cubrir toda la noche.

—Megan, déjame decirte que fue un trabajo increíble —halagó moviendo su cabeza. La joven sonrió levemente. La amarga sensación de no saber si lo lograría habitaba en su pecho, una que el rápido confort de Matthew supo descender.

Juraba ahí de pie, ante aquel hombre que la miraba sin titubear, que la piel se le erizaba de solo pensar en su muestra de cariño, en como quiso refugiarse una vez más entre sus brazos. Algo no estaba bien en su ser, podía intuirlo, era el despertar de un sentimiento que la confundía de mil maneras, pero que la dejaba siempre ante él completamente desalmada. Y es que, entre miradas cargadas de verdades, de sensaciones encontradas, de una seguridad y seriedad que ese inmaculado hombre portaba, y la paz y calma que Megan irradiaba hacia él, era suficiente para que ambos se miraran un solo segundo y conocieran en silencio el peso de eso que nacía en las negaciones de tener contacto, en las ganas de protegerla y de redimir su alma a ella.

Seductora condena ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora