—No puedo creer que Rose dijera lo del embarazo como si nada —comentó Peter sorprendido.
Matthew suspiró cruzado de brazos. Ni si quiera él comprendía qué carajos pasó en su casa ayer por la noche. Lo único que hizo luego de que Megan se marchara, fue tomar sus llaves y salir de la casa. No quería soltar todo lo que su enojo le impulsaba, acabaría corriendo a patadas hasta sus propios padres.
—¿Y Megan qué dijo?
Apoyado sobre su auto frente a la avenida, observaba a Hannah y Pedro recabar las evidencias y tomar declaración a los transeúntes que fueron testigos del intento de robo a una oficina de pagos.
—Nada, no dijo una palabra —bufó pasando su mano por su cabeza.
—Vaya, si fuese Valerie la hubiese agarrado de los pelos y hacerla comer el plato de comida hasta ahogarse —bromeó provocando que aquel hombre arrugara su frente.
—Megan no es así, solo se paró, saludó, y salió de la casa —disertó molesto consigo mismo por permitir que su madre todo aquello.
El desayuno le subía por su garganta al pensar que su madre se lo hizo a propósito. Pero eso no quitaba que la relación que su madre quisiera mantener con Rose, ya sea por el embarazo o lo que fuere, quedaría por fuera de su casa.
—Tienes un lío tremendo, Davis.
—¿Crees que no lo sé? —ironizó rodando los ojos. Sacó el teléfono de sus vaqueros, con la esperanza de tener un mensaje, pero nada. Joder, Megan le estaba dando el tiempo para arreglar todo de una manera tan sencilla que él en su lugar hubiese perdido la paciencia desde el minuto uno —. ¿Cuánto más demorarán?
—¿Qué cosa?
Matthew negó con su cabeza.
—Nada, déjalo —refutó borrando la estúpida idea que se le cruzó por la cabeza. No lograría estar cómodo durante toda la jornada laboral que le restaba sabiendo que su vida no estaba en orden, era como si tuviera que primero enmendar todo y luego volver al trabajo. Absurdo, pero de otra forma perdería la poca paz que ya la quedaba.
—Si lo que quieres es irte antes para poner a tu madre y a Rose en su lugar, puedes ir cuando quieras —departió bebiendo aquel vaso de café que seguramente ya estaba frío.
—¿Podrás quedarte a cargo? Regreso en una hora —reafirmó agradeciendo el gesto de su amigo.
—En una hora hablarás con tu madre, tu ex y también con Megan —enumeró con sus dedos —. Yo que tú voy hablando desde ahora porque no te dará el tiempo para todo —sonrió divertido por la conducta de aquel hombre. Era un saco de nervios, y bien sabía que, si no dejaba todo listo, nadie en el Departamento podría dirigirle la palabra. Llevaba un humor de perros, y solo Peter lograba aguantarlo.
Matthew apoyó sus manos a cada lado de sus caderas pateando una piedra de aquella calle. Si iba a hablar con Megan no tendría ganas de regresar al Departamento en todo el día. ¿Por qué carajos estaba tan perdido por una mujer? Era un tipo grande, debía comportarse como tal y no estar en esa situación donde parecía pedirle permiso a su compañero de cuadrilla.
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Seductora condena ©
RomanceMatthew tenía dos cosas claras en su vida; seguir liderando el Departamento de Policía como Capitán de su equipo, y pagar en vida la condena de no haber salvado a su único amigo del peor tiroteo de la ciudad. A sus treinta y nueve años estaba someti...