El Gran Avatar Korra

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Catra había llegado con Korra a la casa de esta, y como ya estaba más tranquila, pudieron ingresar sin problemas por la ventana, entrada que a las dos les gustaba más. Catra se escabulló hasta la cocina y trajo una bandeja con comida. Casi no habían mediado palabras entre ellas.

─ ¿Puedes decirme lo que paso? ─ Catra dejo la comida sobre la mesa de centro que tenía Korra.

Korra estaba sentada ahí en el piso, viendo a la nada, tratando de asimilar todo lo que había pasado. Su mirada vacía llegó hasta los orbes bicolor, Catra la observaba con los brazos cruzados.

─ No puedo ─

─ Déjame cambiar la frase, me vas a decir qué demonios paso ahí ─

─ Catra, en serio, no puedo... No ahora. Necesito estar sola... por favor ─

─ ¿Me estás echando? ─

─ Claro que no... Nunca te he echado ¿puedes dejar de ser tan ególatra una noche? ─

Catra puso tiesas las orejas. Korra jamás le había hablado así. Jamás la había visto tan... vulnerable. Decidió quedarse callada por una vez y simplemente se sentó en el suelo frente a ella y empezó a comer una tostada y sirvió el té. La morena la miró unos momentos, y también se puso a comer. Las dos pasaron la larga noche en silencio. La gata confiaba en Korra, cada cosa que la morena le había dicho, la había cumplido, exigiéndole lo mismo de vuelta, y Catra siempre había cumplido también.

En la madrugada, a Catra la despertaron ruidos ahogados: Korra sollozaba y lloraba dormida. La felina se sorprendió muchísimo y su primer instinto fue despertarla pero no sabría que hacer ¿se molestaría con ella? Nunca la había visto llorar. Al final, se acurrucó con ella, uso su cola para abrazarla más estrechamente y empezó a ronronear como cuando era una cachorra, solo por darse consuelo a sí misma y no para expresar placer. Korra poco a poco recuperó la calma en su sueño y por la mañana se sentía mucho más tranquila, con la cabeza aliviada y el pecho ligero. Catra estaba acurrucada junto a ella y su cola estaba enredada en su pierna.

Después de que se despertaron y alistaron, partieron de nuevo de casa de los padres de Korra rumbo a la escuela, las dos con sus propios pensamientos.

Durante el cuarto periodo se acomodaron todos en el gran aula de historia y Adora no dejaba de observar al par. Y Glimmer suspiraba molesta, porque además de todo, Bow no estaba con ellas, se había ido a sentar con Perfuma, cosa que notó cuando el profesor pasó lista. Catra y Korra se sentaban juntas y Catra no dejaba de juguetear con su collar.

Tenzin pronto llegó con su capa roja ajustada a su talle con una faja amarilla, desplegó las manos y la habitación se sumió en la oscuridad para que todos pudieran observar mejor en la pared frontal imágenes en vivo de los tres portales.

─ Muy bien, jóvenes, hoy seguiremos con la historia de los avatares y seguiremos con los acontecimientos que dieron paso a nuestro calendario y por qué el Avatar Korra es considerada el punto de quiebre para la historia moderna y contemporánea, apesar de han pasado casi 15 siglos desde que ella ya no está ─

Ahora en el centro de la pared, aparecía la imagen del Avatar Korra en Estado Avatar durante lo que parecía una inundación. Tenzin comenzó a dictar la clase e imágenes claramente antiguas iban apareciendo en la pared pantalla de acuerdo a su diatriba.

Año 153 Después del Genocidio

El Avatar Aang muere, dejando tras de sí tres hijos y a su esposa, la Maestra Katara. Su lucha por la equidad y el equilibrio nos trajo la creación de la Republica Unida y el fin de la Guerra de los Cien Años.

Quédate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora