Preparativos

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─ Buenos días, profesoras ─

─ Buenos días, Decana ─

─ Por favor, tomen asiento y disfruten del té ─

─ Muchas gracias, Decana ─ Marceline y Bonnibel se sentaron frente a la decana.

Marceline lucía un traje a dos piezas con botas altas, gris claro y de corte exquisito. La blusa roja le daba su toque renegado personal. Bonnibel por otro lado, usaba un vestido purpura de corte recto y zapatillas, junto a un saco blanco a la cintura.

─ Le pedimos que nos recibiera porque Marceline tiene algo qué comentarle ─

Marcy lucía aburrida y consternada a partes iguales.

─ Hablen con libertad, por favor ─

Bonnie miró a su esposa con silenciosa amenaza y hasta la Decana sintió un poco de compasión por la inmortal pelinegra.

Era curioso que las tres presentes aparecieran en el mundo al rededor de la misma época, con variable de poco más de un siglo. Si Angella no estaba equivocada, Bonnibel era la más joven de las tres, con unos 850 años, seguida de ella misma con poco más de 900, y seguido al final por Marceline, que superaba por una o dos décadas el millar de años.

Marceline sintió la presión sobre ella, se acomodó en su asiento y cuadró los hombros.

─ Bien, Angie... ─ Una nueva mirada afanosa de parte de su esposa ─ Quiero decir, Decana Angella, debido al.. incidente de ayer, me gustaría ofrecer una disculpa y mis servicios para amenizar el siguiente baile ─ Dijo con la mirada hacia el techo, recordando la frase que Bonnie la había hecho aprender.

─ Es excelente escuchar estas noticias, Marceline. Los estudiantes estarán mucho más emocionados por participar en el baile ─

─ Además, Angella, me gustaría proponer que el anuncio de la participación de la profesora Marceline sea anunciada o bien, después de los últimos exámenes o antes, pero solo como una posibilidad si el alumnado cumple con ciertas expectativas acádemicas ─

─ La segunda opción me parece de lo más acertada. Motivará a los estudiantes lo suficiente para romper nuestros records de aprovechamiento ─

Siguieron platicando de los detalles unos minutos más, para solamente después desquitar un buen rato de chisme inmortal. Quiénes se habían vuelto a casar, quiénes llevaban décadas desaparecidos e incluso dos o tres decesos, uno por enfermedad, un horrible accidente y uno asistido. Marceline solo quería salir de ahí.


─ Buenas tardes, Catra ─

─ Hey, Flechitas ─

─ ¿Lista para empezar la segunda fase? ─

Catra sonrió con suficiencia. Desde que tenía que trabajar más estrechamente con Bow, había aprendido a tolerar los repentinos ataques de entusiasmo y genuina bondad del chico moreno. Bow le había regalado una pequeña figura de sí misma con tanto detalle que incluía el pequeño collar negro con la piedra azul y continuamente le daba galletas que había entendido, sus padres le mandaban desde Hitomi, la ciudad en donde había vivido con Brillitos. Bow podía hablar hasta por los codos, con su voz amable, cándida, animada y a veces exuberante, y Catra casi no le respondía, pero sabía que lo escuchaba y así se entendían.

─ Yo nací lista, Flechitas ─

─ ¡Excelente, entonces empecemos! ─

Mientras Catra estaba fuera, de pie frente al panel de control del laboratorio ambiental, Bow se metió en el área de cambio climático, con las mesas de trabajo repletas de los materiales que necesitaban para implementar la siguiente fase de mejoras en sus nanobots. Tenían que trabajar bajo condiciones extremas dado que había todo tipo de transhumanos y los nanobots debían de ser capaces de trabajar bajo cualquier circunstancia. Bow estaba dentro del área con el torso desnudo y sudado a 50º C, trabajando con cuidado sobre uno de los nanobots, implementando un cambio en sus patas para mejorar su motricidad, una vez terminado ese cambio, Catra probaría la programación para asegurarse que la adición sería beneficiosa y el nanobot lograría controlarla exitosamente.

Quédate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora