Siempre serás tu

El accidente. I

Nuestra vida había cambiado un cien por ciento. Creo que nunca estuvo tan en orden como en estos días, si bien yo andaba bastante rara y siendo un manojo de nervios porque todo me afectaba, la realidad es que todo marchaba bastante normal, como tanto lo deseaba. Al principio los gemelos querían y exigían explicaciones. Si bien Majo fue contundente, a los niños se les explico lo mínimo indispensable, solamente que mamá debía trabajar aquí y nos teníamos que mudar. El tema que ahora nuestra realidad era otra, Maria José debía volver si o si a Mexico.

Luego de llegar a Madrid mi vida entera fue otra. Mis hijos estaban muy adaptados aquí y que María José me mencionara que quería volver a México descolocó todo mi ideario. Mi cafetería estaba en movimiento en plena plaza España, María trabajaba como loca y yo disfrutaba de mis tres hijos. El recordar el  motivo por el que me fui de mi país me generaba resquemor, nadie sabía donde estaba Carlos, no lo habían encontrado y sus familiares del otro lado de la frontera lo protegían. Su padre era influyente y aun así Norberto no podía  garantizar mi seguridad ni la de sus nietos, eso lo tenía tan nervioso e impotente.

Lo que se propuso fue dejarlo para el siguiente año o que Maria viaje sola o Puri, pero mi esposa no quería, ella debía viajar y me juraba que nada me pasaría, ni a los niños.

Pero antes de seguir, voy a resumir un poco lo que fue mi vida los últimos 2 meses antes de la llegada de mi pequeño bebe, bebito que me miraba desde su cuna con tres meses de edad, con las maletas ya empacadas para volver a casa.

Sentí que me seguían cada vez que salía de mi curso de pre parto. Había decidido que era mejor ir haciendo algún tipo de actividad para cuando mi hijo llegara sea más simple adaptarme. Ese día casualmente mi mujer no me pudo acompañar y se sentía culpable. Tenía una audiencia muy importante y le expliqué que no sería nada una vez sin ella.

Pasé por mis niños a sus actividades, los cuales iban colgados de mi. Mis reyes iban a upa mía, se que el médico me advirtió no cargarlos, pero fue uno en uno y los acomode en su asiento en la parte trasera del auto.

- mami mi hermanito me patio - en efecto el bebé estaba incómodo ya, íbamos siete meses y me tenía casi sin dormir, parte por él y parte por su madre y antojos nocturnos de mi.

Fuimos a una heladería, comimos y enviamos fotos a Majo la cual no acompañó al rato y había traído regalos para todos.

Nuestro bebé tenía más ropa que nosotras. Contando que María José es dueña de tres cuarto del lugar en nuestro vestidor, estaba un poco desatada con el cuarto del Niño. Si, yo sabía que era un niño pero ella aún no, no quería presionarla pero moría de curiosidad y supe que era un bebé. Tenía un nombre para él, María lo sospechaba, pero siempre que me decía nombres de nena  no le objetaba por ende tenía mucha intriga. Mi hijo se iba a llamar Ignacio. Me gustó desde que estaba embarazada de Bruno, iba a ser Bruno Ignacio pero quería que llevara el nombre de su mamá, mínimamente si no iba a estar aquí, que la lleven en su nombre.

Merendamos y María quería que le cuente todoooooo lo que hice, no entendía que era solo ejercicios de relajación que no iban a servir para nada cuando este partiéndome en dos.

- tenemos que hacer la tarea mamis - Bruno algo inquieto

- Okey, volvamos a casa

- Amor- María José me hablaba  - mi vida debo volver por una reunión, Niños pueden ir comenzando y mamá la revisa luego.

- Si mami.

Salimos juntos, María me ayudó y los acomodamos. Me miro, me beso y me dijo que me amaba.

Subí al auto y volví a sentirlo. Me seguían. Miré en el retrovisor y vi un auto blanco conocido. Majo me hizo un gesto con la mano y yo le sonreí. Me crucé el cinturón y sonreí a mis hijos, hasta la siguiente calle iba a ir en misma dirección de mi mujer y vi ese auto adelantarse. Subí la velocidad y pase a Majo, iba a doblar cuando el auto blanco me pasó y todo fue muy confuso, como estar dentro de una montaña rusa, un fuerte dolor y luego se volvió negro.