Capítulo 8: Harry Mattcourse

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Por la temperatura parecía ser verano. Unos segundos más tarde mis ojos se acostumbraron y allí pude vislumbrar una gran aldea de hombres y mujeres de la prehistoria. Había hasta niños, pasando por... ¿Sabes? Estoy harto de describir esto otra vez, así que vamos al grano. Me levanté con fuerza, con determinación, listo para irme por fin de aquí. Hacía muchos meses que no veía a mis seres queridos, podía reconocer sus caras a duras penas. Mi poca familia seguro estaba muy preocupada. Aún recordaba muy bien a una persona, se llamaba Harry, Harry Mattcourse.

                                               DIEZ AÑOS ANTES

Era una mañana fría y lluviosa, algo común en Londres. Era demasiado pequeño, unos tres años de edad. Estaba en mi apartamento, era la primera vez que madrugaba así como también era mi primer día en la escuela de infantes. Mis padres no sufrían de tener poco capital, así que me apuntaron a la mejor escuela para que pasara infantería y el resto de años escolares como según ellos decían, un estudiante de primera, pese a ser adoptado. Desayuné unas tostadas con mantequilla, mi padre me las daba de comer con sus manos para que no me manchara. Agarré mi vasito de plástico para poder beber agua en el colegio. Mi madre me llevó en el coche hasta el allí, mi padre la acompañaba. Nos bajamos del vehículo y ella me susurró:

-Recuerda dar el doscientos por ciento, o serás un desgraciado en la vida, y recuerda que eres un adoptado de mierda, estás en nuestra limpia casa porque a tu padre le dió pena verte al lado de un contenedor, y nunca serás mi hijo.

Durante toda mi corta vida recibí grandes cantidades de bulling por parte de mi madre. Cuando yo era un bebé, mis padres biológicos me arrojaron al contenedor, por suerte no tuvieron puntería y terminé al lado de la basura. Un día, mi padre adoptivo paseaba con su perro por Londres y me vió. Mi padre, que es una persona de buen corazón, me agarró y me llevó a su casa. Allí me lavó, me puso ropas caras, me llamó Eloy, ya que a él le encantaba la cultura española y ahí es cuando tuve que empezar a soportar los desprecios de la arpía de mi madre. Se aprovechaba de mí para pedir dinero para cuidarme, cuando ya era muy rica. Mi padre nunca se divorció porque ella tenía un poder ejecutivo muy grande, movía todos los hilos desde las sombras para que absolutamente todo fuera como ella quisiera. Si mi padre se hubiera divorciado, mi madre se quedaría sin su trozo de carne de calidad del que presumir con sus amigas y divertirse por las noches. Mi madre jamás hubiera permitido aquello. Otro detalle a tener en cuenta es que mi madre se llamaba Alison Machell, y mi padre Edwin Machell. El apellido provenía de mi madre, ya que mi difunto abuelo fue una vez el primer ministro de Reino Unido. Bueno, que me voy por las ramas, entré al colegio cabizbajo. Busqué la clase con los consejos que me dió mi padre, me mintió, no existía una cuarta clase. No sabía contar en sí, pero me indicó que dijera en la primera puerta uno, en la segunda dos y así hasta decir cuatro, pero en la primera planta solo había tres. Ví a otro chico también despistado, el cual tampoco sabía donde estaba su clase:

-Hola, ¿s-s-sabes d-d-donde est-esta m-mi cl-clase? Me dijo

-Pues no, yo tampoco se donde esta la mía, ¿que te pasa al hablar?

-M-mi ma-ma-madre m-me di-di-dice q-que e-es por-porque es-estoy ma-malito.

-¿Cómo te llamas?

-Ha-ha-ha-ha

-¿Por qué te ries?

-N-no m-me río, me-me lla-llamo Harry, Ha-Harry Mattcourse.

-Yo soy Eloy, Eloy Machell. Encantado.

-En-ca-ca

-¿Porque dices caca? Eso no se dice

-En-can-tatado.

-Tengo una idea, ¿que tal si nos quedamos fuera esperando a nuestros padres hasta que vengan?

-V-V-Vale.

Nos quedamos en una esquina escondidos todo el tiempo, incluso en el recreo, hasta que todos los padres vinieron, todos menos los míos.

-¡P-p-papá! ¿ Q-que p-pasa c-con t-tus pa-padres E-Eloy?

-Creo que no van a venir, mi mami no me quiere.

-O-oh, que-quedate en mi-mi ca-casa, m-mi pa-papi qui-quiere a-a to-todo el mun-mundo.

-No podemos hacer eso hijo...

-P-pero pa-papá, ¿le-le vas a de-dejar so-solo?

-Mira hagamos una cosa, que se venga a casa hasta que sus padres lo quieran de vuelta, y si en una semana no vuelven...

-¿Q-qué?

-Lo llevaremos a un orfanato.

Me acogieron en su humilde morada y, obviamente, mis padres no vinieron. No me llevaron a un orfanato, me terminaron adoptando. Crecí con ellos y por eso nunca olvidaré a la gran persona llamada Harry Mattcourse, a su padre Franklin Mattcourse y a su madre, Ashley Mattcourse, los cuales me cuidaron hasta hace seis meses, cuando desaparecí.

Un viaje a la prehistoria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora