Capitulo IV

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Me desperté gracias al sonido estruendoso de mi alarma; me levente al percatarme que no había nadie más allí, al parecer estaba soñando. Mire mi reflejo en el espejo, las bolsas debajo de mis ojos cada vez se intensificaban más. No he dormido bien en todo este tiempo, me siento exhausta.

Me desvestí para ducharme, antes de poder siquiera entrar al baño el leve sonido de un golpeteo en la puerta principal llamo mi atención. Me dirigí a ella mientras colocaba una toalla alrededor de mi cuerpo.

Me acerque a la mirilla para ver quién era, solo pude notar la capucha, así que abrí la puerta.

─ ¿Qué hace ella aquí? ─ Cuestiono al instante. ─ Eider, ¡Responde!

Se le notaba molesto y yo solo lo observaba sin articular palabra.

─ ¿Cómo le abres la puerta a alguien que ni conocer?

─ Todo esto es ¿Por qué te abrí la puerta?

─ Eider no te hagas la tonta, la dejaste pasar, cubierta de sangre a tu hogar y aun peor la dejaste quedarse. ─ Ahora comprendía todo, no era un sueño. ─ Debes tener cuidado, en Palmur todo el mundo tiene algo entre manos.

─ ¿Por qué vienes ahora?, pudiste haber venido anoche, con tus cuchillas afiladas matando a todo el mundo.

No dijo nada, pude sentir como el ambiente se tensaba, se dio la vuelta, camino hacia las escaleras dando fuertes pasos, me mantuve en la puerta hasta que no estuvo en mi campo de visión.

Al girarme estaba ella allí, apoyada en el marco de la puerta del baño, tenía sus ojos puestos en mí. Vestía la ropa que antes estaba cubierta de sangre, una sonrisa picarona decoro su rostro.

─ Debes apurarte o llegaremos tarde.

Paso a mi lado, saliendo del apartamento, cerré la puerta detrás de ella y me apure en ducharme.

El agua tibia recorría mi cuerpo, se sentía tan bien, tan reconfortante.

Me vestí apresuradamente y baje las escaleras. Allí en la recepción seguía ella en el lugar, hablaba muy coquetamente con la recepcionista, quise pasar sin que se notara mi presencia, pero justo cuando pase a su lado ella tomo mi mano.

─ Tardaste mucho.

No soltó mi mano hasta que estábamos en el vehículo.

─ Yo conduzco.

─ Es mi auto, yo conduciré. ─ Arranco las llaves de mis manos y se subió en el asiento del piloto. ─ ¡Que maleducada eres!

─ ¡Uy sí!, princesa cuidado si llora.

No sentí su mirada en todo el día, al contrario, hoy solo tuve que soportarla a ella; no sabía porque pero su presencia se sentía reconfortante.

La falta que me hacía la mirada de ese chico no lo comprendía, quería que una vez por todas se alejara, pero hoy que no está, me siento nostálgica.

─ ¿Cuál es tu nombre?

─ Soy Tobby. ─ Se levantó del asiento para irse del lugar por lo que yo le seguí. ─ Mi nombre real es Agatha.

Al salir de la universidad me detuve, al cruzar la calle estaba él, no podía descifrar su expresión por debajo de su capucha, pero estoy segura de que buena no es.

Camine hacia él sin darle importancia a Tobby, al estar a pocos centímetro, me tomo de la mano llevándome hacia el interior del bosque. Sentir su tacto frío me hacía estremecer, era un agarre un poco fuerte pero el frío de su piel aliviaba cualquier dolor.

Caminamos en silencio durante unos minutos, mire hacia atrás para ver si Tobby nos seguía pero no era así, estaba sola junto a él.

─ ¿Por qué no te alejas de ella? ─ Nos detuvimos enfrente de unas ruinas, de lo que parecía ser antes un parque de diversiones. ─ No puedo estar contigo si ella está, no puedo protegerte de ella dentro de tu casa, no puedo protegerte si no te alejas del peligro.

Se notaba estresado, daba vueltas sobre su eje mientras se agarraba la cabeza con frustración.

─ ¿Te gusta?

─ ¿Qué dices? ─ Lo mire con extrañeza. ─ ¿Qué te hace pensar que me gusta?

Corto la distancia que nos separaba, tomo mi rostro entre sus manos, cada vez se sentían más heladas. No sabía que parte de mi rostro el veía, subí rápidamente mis manos hacía la capucha y tire de ella, no pude ver su rostro porque se volteo al instante.

Solo pude ver su cabello castaño por pocos segundos, la brisa los movía suavemente.

─ ¡Lo siento!, pensé que ya era tiempo de verte.

─ No es así, pensaste en aprovecharte de mí cercanía, este será el último día que me verás. ─ Se alejó de mí poco a poco. ─ Tendrás otro protector.

Lo vi alejarse sin decir nada, sentía nostalgia por aquello, me senté cerca de una de las atracciones, siento que le voy a extrañar, no sé por qué pero su presencia me hará mucha falta. 

Me recosté en el suelo, mirando hacia el cielo que cubierto de gris, sin darme cuenta me dormí.

Abrí los ojos cuando una gota de lluvia cayó en mi cara, iba a empezar a llover, busque refugio rápidamente, el único lugar que podía era la casa de los espejos, al instante de entrar allí la lluvia cubrió todo el bosque.

Me quede en la entrada, no pensaba perderme al interior del lugar. Ya era de noche, la lluvia cada vez más se intensificaba, la brisa hacía que gotas caigan cerca de la entrada.

Fui adentrándome poco a poco, ya podía ver mi reflejo en varios espejos, las divertidas formas en las que me veía calmaron mis nervios.

No me puedo imaginar que le paso al lugar, todo parece en orden, es como si simplemente fue abandonado al interior del bosque.

Las luces del lugar se prendieron, me lleve un tremendo susto, me oculte al instante de ver a un grupo de personas, todas cubiertas con túnicas, no podía ver su rostro ni ninguna faceta de ellas.

Estaban en el centro del lugar, no podía escuchar lo que decía la persona que estaba al frente, tenía una máscara con grandes cuernos, podría ser el líder de todos.

Eran algunas 50 personas, además del que pienso que es el líder había unos 7 con máscara distinta a los demás.

Uno se apartó del grupo, no sé porque pero sentí su mirada puesta en mí, me escondí al interior del lugar, iba adentrándome cada vez más, mis sospechas se confirmaron cuando en los reflejos aparecía una silueta, cubierta de una túnica roja y con una máscara extraña, era uno de los 7.

Esto era un laberinto, siempre chocaba contra un espejo al final de algún pasillo, no quería detenerme en ningún lugar, así que seguí caminando por el lugar.

Al doblar en una esquina me topé con la persona, no había vuelta atrás, estaba entre sus manos. Me sentía devorada por su mirada, me llevo con él, estaba asustada, no sabía que sería de mí, quería gritar pero que vengan los demás 49 no es una buena opción.

Abrió uno de los espejos al final de un pasillo, me llevo por allí, todo era oscuro apenas iluminado por antorchas, al llegar al final del largo pasillo, había una puerta roja. La abrió dejando ver una habitación cubierta de pintura roja, con luces neón del mismo color, me esposó a una silla mientras buscaba algo por unos cajones.

─ Me llaman Libidine, en español lujuria. ─ Saco un abrigo y me lo tendió. ─ Tendré que tenerte aquí por un rato, vuelvo en unas horas.

Lo vi irse por el mismo lugar que llegamos, trate de zafarme pero me era imposible, estaba allí sola, en espera de que esa persona vuelva y haga conmigo lo que quiera. 

Sweet DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora