Actos inesperados

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La pobre de Kagome, sentía el alma destrozada, ganas de vivir no tenía, pasó por su mente en quitarse la vida pero espanto tal idea ni bien apareció.

Lloraba por ya no poder tener a los suyos, lloraba por su soledad y falta de consuelo que una sola persona le podía dar pero ya no era más.

Pasaron algunos días y aun Kagome se mantenía en su habitación, era lógico por todo lo que había sucedido. Ella necesitaba desahogar su dolor, no era fácil asumir todo lo que había sucedido.

Por su lado Inu No, trataba de pasar al menos un rato con Kagome, tratar de reconfortar, pero a pesar de sus esfuerzos, no veía resultados.

Irasue también fue a verla aunque no fue tratada de mala manera, sabía que Kagome no necesitaba su presencia. Aunque fuera duro admitirlo, su gran amiga necesitaba estar sola.

Irasue sabía que en algún momento su dolor se calmaría y ella estaría ahí para recibirla.

Solo que los hermanos Taisho también pensaban en hacer algo para reconfortarla, pero las ideas no eran idóneas.

—Tal vez, si la trajera aquí —señaló Inuyasha al patio donde se hallaba el pozo— y...

—...me sorprende tu gran sensibilidad, hermano —interrumpió el mayor y diciendo con todo el sarcasmo posible— si lo llegaras hacer, no pidas que te salve.

—¿Salvarme? —preguntó algo preocupado Inuyasha— ¿por qué?

Sesshomaru le dio una mirada al pozo e Inuyasha le siguió la mirada.

—Lo más seguro, es que lo último que ella desee ver es este pozo —hablo serio, mientras el menor terminaba de entender, cuando se rascaba la cabeza.

—Llevarla al palacio central sería lo mejor —propuso algo emocionado.

—¡Vaya, al fin tienes una buena idea! —exclamó el mayor mientras se giraba para ir a su habitación.

Aquella noche el palacio, estaba gobernado por la paz, un silencio agradable se había instalado, el sonido de las criaturas nocturnas era lo único que se podía escuchar. Una gran luna adornaba la noche junto con las brillantes estrellas.

Narra Kagome:

La noche es tan perfecta, la brisa cálida, el paisaje nocturno quien puede imaginar que en medio de esta perfección, me embarga el dolor.

Al fin pude salir de mi habitación, me había enclaustrado por propia voluntad, aunque Toga e Irasue me insistieron con vehemencia que saliera me rehusé.

Salí porque sé que debo continuar y a mi madre no le hubiera gustado que me quedara en medio de la oscuridad.

Es difícil pero he decidido asumir que mi vida tendrá que continuar aquí, como protectora de la perla, mi misión es defenderla de los demonios.

Buscaré instrucción de alguna miko, debo fortalecer mi poder.

¡Ánimo Kagome! me decía pero sentí la presencia de uno de los hijos de Toga

-¿Quién está ahí? –me pare inmediatamente, quién era aquel que se atrevía a interrumpir mis pensamientos, ¿cual de ellos?

—No temas —escuche, la voz inconfundible del heredero del oeste.

—¿Temer? —respondí con una media sonrisa que se dibujaba en mi rostro que hace días no mostraba alegría alguna— ¿crees que debería temerte?

Él me observó mientras se acercaba a paso lento y con aquellos dorados ojos como el oro, parecía estudiarme, me rodeo y se sentó a mi lado.

Un Giro Al TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora