Sé que he tardado muchísimo y que además no he avisado ni he explicado mis motivos. La cosa es que últimamente he tenido algunos problemillas (nada grave), pero me han tenido bastante preocupada y por ello no he podido escribir.
Realmente no ha sido por falta de tiempo, sino por falta de inspiración. Cuando me ponía a escribir el resultado no me gustaba en absoluto y lo acababa borrando todo.
Ahora parece que he conseguido dejar un poco atrás eso y me puedo centrar de nuevo en la historia, a la cual ya le queda muy poco.
Siento haber sido tan lenta, sé que es toda una molestia que estés leyendo algo y tarden tanto en subir algo como he hecho yo. Por eso comprenderé vuestro fastidio y que algunos hayas dejado de leerla.
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Vi a mi tía a través del cristal de la puerta de entrada darle indicaciones a un cliente. Respire hondo y entré, decidida a llevarme mi merecida reprimenda.
- ¡Mira quien se digna a aparecer! – grita arrugando la frente.
- Lo siento, me despiste esta mañana y…
- No me importa lo que hicieras, - me corta cabreada. – Ya sé que te has pasado toda la noche con tu “amiguito”.
- ¿Amiguito? ¿De qué hablas?
- No te hagas la tonta conmigo, jovencita. Tienes el pelo alborotado, te brillan los ojos de entusiasmo, vienes despreocupada pese a lo que deberías tener encima y podría decirte muchas cosas más si quisiera.
- Vale, si. He estado con él esta noche. – me resigno ante mi tía médium.
- Pero no estoy enfadada. – dijo dibujando una radiante sonrisa en su rostro ovalado.
- ¿En serio? – dije arqueando un poco la cabeza.
- Claro que no. Gracias a los contactos de tu amiguito no han parado de pasar por aquí decoradores de escenarios para películas. Ese de allí al final es otro. – dijo señalando con un leve movimiento de cabeza. – Prácticamente han vaciado la tienda, y no he tenido que rebajar precios ni nada.
- ¡Eso quiere decir que todo se va a solucionar antes de lo previsto! – grité entusiasmada.
- Si sigue a este ritmo mañana estará todo cerrado.
- ¡Es maravilloso! ¡Qué buena noticia! – dije abalanzándome sobre mi tía con un efusivo abrazo.
- ¡Y tanto que si niña! ¡Todo gracias a ese hombre!
- Tenemos que recompensarle por lo que ha hecho. – dije convencida y totalmente agradecida a Tom, es una sorpresa que no esperaba.
- Creo que se te ocurrirá alguna cosa a ti. – dice divertida pero acto seguido se desprendió de mi clavándome su seria mirada. – Aunque todo parezca ir bien aun queda algo por resolver. Esto ha ido demasiado rápido y te vas a quedar sin trabajo. ¿Qué vas a hacer?
- Yo… no tengo ni idea. Ya pensare en algo después, ahora voy a ir a atender a ese hombre, parece algo perdido. – dije escabulléndome del tema y saliendo disparada hacia el hombre.
- ¿Puedo ayudarle en algo?
- Claro que si Scarlett, quiero un regalo para mi hija. – dice el hombre girándose e inmediatamente lo reconozco.
- Patrick.
- Tom no mentía al decir que tenias una tienda muy acogedora. Me conto lo que te pasaba y prácticamente me obligo a llamar a unos cuantos amigos. Aunque veo que ya te lo ha contado tu tía.
- ¿Tu también has tenido algo que ver? – él asiente ante mi pregunta. – Te lo agradezco de veras, no sabes cuánto me has ayudado. El negocio era insostenible.
- Y eso que estas en una buena zona llena de turistas.
- Lo sé, pero en los últimos meses toda esta zona se ha llenado de grandes almacenes que tienes cosas a menor precio y ya no vienen por aquí.
- Eso es toda una lástima, te aseguro que tu negocio es una idea estupenda. Al menos a mi juicio. – dijo encogiéndose de hombros. - ¿Y bueno que me recomiendas?
- Cierto. ¿Cuántos años tiene tu hija?
- Cinco años. Pero se me da muy mal hacer regalos, suele encargarse mi mujer de eso. Pero me apetecía comprarle algo especial sin motivo aparente.
-Que tierno. Pues no sé, tal vez las muñecas de porcelana. Mi madre me regalo una cuando era pequeña. Adoraba a esa muñeca. – dije guiándole a la vitrina donde se encontraban las muñecas. - Aunque ahora si se han vendido tantas cosas no sé si habrá alguna reservada. Espera un momento. –
- ¿Andrea, las muñecas están vendidas? - dije preguntándole a mi tía directamente llamándola por su nombre, tal y como nos llamábamos mientras trabajábamos.
- Solo las tres de abajo. – me contesto en otro chillido.
- Eso nos deja a la pelirroja campesina, la rubia de los años veinte y a la japonesa con su kimono de tela. ¿Te gusta alguna?
- La japonesa, su madre es japonesa, creo que eso les gustara a ambas.
Pude ver como los ojos de Patrick se iluminaban mirando a la pequeña muñeca de pálida piel y labios rojos, con el largo pelo negro cayendo lacio sobre el kimono rojo con flores blancas.
- ¿La llevamos a la caja? – pegunté sabiendo que él ya había tomado su decisión.
- Por supuesto.
Mi tía fue quien lo atendió en la caja, mientras él sonreía tras sentirse realizado por su compra.
- Ya me contaras que le parece a tu hija.
-Éxito garantizado, te lo aseguro. – dijo antes de despedirse e irse.
El resto de la mañana fue muy ajetreado, acabamos poniendo un cartel anunciando rebajas del 15% por cierre, por lo que atrajimos a más clientes, además de los promotores que siguieron llegando. Esta tan ilusionada por el éxito del cierre que al cerrar la tienda tras el ajetreado día me fui directa a casa y al tirarme en la cama caí rendida al sueño.
No sé cuánto tiempo paso hasta que el móvil sonó despertándome con un tremendo sobresalto.
- ¿Si? ¿Qué pasa? – pregunte sobresaltada sin mirar siquiera quien llamaba.
- Soy yo Scarlett, no sé a qué hora voy a llegar hoy. No me esperes para cenar.
- ¿Cenar? – dijo aun en la luna.
- ¿Estabas dormida?
- No que va. ¿Qué hora es?
- Las once.
- ¿Ya son las once? Me he quedado dormida en casa, ahora iré para el hotel.
Al otro lado de la línea oí la risa de Tom.
- Ten cuidado por el camino.
- Claro, nos vemos luego. – digo colgando y levantándome para meter algunas mudas en una pequeña maleta.
Cuando llego al hotel no tengo ganas de cenar por lo que opto por darme una rápida ducha y meterme en la cama agotada sin tan siquiera esperar a que Tom llegara de trabajar. De todos modos me desvele a media noche al sentir frío. Y mi sorpresa fue encontrarme a Tom enrollado con la manta, con la boca abierta y respirando fuertemente.
Me reí por verlo así, pude verlo más cercano a mí, aunque ya sabía que era tan normal como yo, a veces lo veía lejano, como si fuésemos de dos mundos diferentes. En cambio, el verlo así me hacía verlo como una persona normal y corriente, me hacía ver la persona que realmente era. Y eso si que me volvía loca.
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Luna de óxido
FanfictionScarlet Dale es una joven de 26 años que dirige una tienda de antigüedades en Nueva York, ya que su pasión son las cosas antiguas y la historia. Es espontanea y algo torpe con las palabras, y aún debido a su truculento pasado es fuerte, luchadora y...