Nina me había dado las entradas para la exposición ayer al pasarse por la tienda otra vez antes de que cerrara, por lo que ahora están guardadas en el bolso. En verdad he tenido que dar la vuelta porque se me habían olvidado, por suerte aún no había ni girado la esquina de de la calle donde esta mi apartamento.
Saco las llaves para abrir la tienda y una mano se posa sobre mi hombro haciendo que de un bote del reciente susto y que las llaves se me caigan al suelo.
- Perdón Scarlet. – dice la tan conocida para mi, voz de Tom.
- Tenemos que hablar sobre tus maneras de aparecer. – le dije agachándome a por las llaves. - ¿Cómo es que estas aquí tan pronto?
- Hoy rodamos todo el día y no podría venir a saludarte. – me dice encogiéndose de hombros bajo su gabardina negra. – Además de que es la primera vez que me mandas un mensaje, y encima a las tantas de la noche, diciéndome que me tenias que decir algo importante. Debo admitir que me tenias muy intrigado.
- Oh, eso… pasa.
Abro la puerta y me dirijo a la trastienda para dejar la chaqueta y el bolso, sacando antes el sobre blanco que contiene las dos entradas. No sé cómo se lo voy a decir.
- ¿Y bien? – pregunta a mis espaldas.
Me giro para mirarlo y escondo el sobre detrás de mi espalda. Noto como el sudor de mis palmas empapa el sobre con mi vergüenza y mis nervios. Tom se sienta en el sofá, ya es algo tan normal que este aquí, que se mueve con total libertad por toda la tienda. Recuerdo que al principio titubeaba un poco a la hora de sentarse. Deja su sombrero negro y las gafas sobre la mesa que hay delante del sofá y se acomoda, expectativo de las que serán mis palabras.
- A ver… como te lo digo… - empiezo a decir sin rumbo. – mi prima vino ayer, entre tus dos visitas ya lo sabes.
Dos visitas que acabaron con una despedida extraña, por eso estuve toda la noche en vela y le envié el mensaje a las 4 de la madrugada. A duras penas he logrado dormir dos horas, y en cuanto cerraba los ojos solo veía los azules ojos de Tom y sus labios. Esos labios que anhelo más de lo que me podría imaginar.
- Mi prima esta en el último año de bellas artes, y bueno a veces hacen cosas y tal… - titubeo sin saber bien como soltar la pregunta enredándome más entre las palabras. – Pues veras, resulta que el sábado, es decir, mañana, tienen una exposición y pueden invitar a sus familiares. Pero mi tío no puede venir por el trabajo y le ha sobrado una entrada. Tú ya sabes que yo le dije que te conocía y que venias a menudo a la tienda, así que, digamos que me ha pedido amablemente que te invite a ti como acompañante mío.
Tom levanta una ceja sorprendido. Seguramente no sería algo como esto lo que se imaginaba que le diría, y menos que fuera mi acompañante. Tengo que decir algo antes de que piense cosas raras.
- Si no puedes lo entiendo, tienes trabajo y eres famoso, no tiene que ser bueno para ti que te vean saliendo por eventos universitarios con alguien como yo y…
- Me encantaría ir. –me corta dejándome con la palabra en la boca.
- ¿T-te encantaría? – digo sin creérmelo.
- Sí, no tengo nada mañana. - dice mostrándome una de sus encantadoras sonrisas. – No voy a desaprovechar la primera vez que me invitas a algo.
Dejo caer mis brazos y ladeo un poco la cabeza, con la boca algo abierta, sin creerme que sean reales sus palabras.
- Vas a… ¿venir? – él asiente. – Bien, bien. – digo alegre subiendo el tono de voz.
Me acerco a él y me dejo caer a su lado, tendiéndole el sobre en las manos. Lo agarra rozando con sus yemas mis dedos y lo abre.
- ¿Entonces, seré tu pareja? – pregunta con una seductora voz, haciendo que un escalofrió me recorra todo el cuerpo.
Levanta la vista de las entradas amarillas con letras blancas y clava sus azules e intensos ojos en los míos. Me muerdo el labio por instinto y asiento torpemente. El dibuja una sonrisa de lado en su fino rostro, cargándome otra vez con esa tensión sexual que no me deja tranquila desde que lo conozco.
- Te pasare a buscar a las 4. – dice devolviéndome el sobre con mi entrada y quedándose la suya.
Vuelvo a asentir, no es la primera vez que pasa en la que Tom me deja sin palabras, y eso que soy una persona que tiende a pecar de hablar mucho.
- Por cierto, ¿no abres los sábados?
- Si, pero como no tengo clientela nadie echara de menos que este cerrada. – me encojo de hombros para quitarle peso a mis palabras.
- ¿No tienes clientes? – pregunta levantando una ceja.
- Tendrías que haberte dado cuenta de que siempre estamos solos cuando vienes.
- Me he dado cuenta pero pensaba que era simple suerte para estar los dos solos.
- Pues no, no es suerte. Nadie compra aquí. He estado pensando incluso en cerrar la tienda.
Es la primera vez que lo digo en voz alta, pero lleva ocupando mis pensamientos desde hace días. No es rentable, tengo más perdidas que ingresos y si sigo así acabare en quiebra.
- ¿¡No puedes decirlo enserio!?- dice por primera vez desde que lo conozco exaltado.
-Sí. Le daré unos días más, pero probablemente hare una liquidación y venda la tienda. No puedo seguir a este ritmo.
- Pero la tienda es muy bonita y está llena de artículos de muy buena calidad y…
- Pero ya no se lleva esto, o al menos no aquí. Todavía quiero comentárselo a mi tía pero ya estoy casi decidida.
- ¿No puedo hacer nada para que cambies de opinión? – niego con la cabeza. – Supongo que es lo correcto, solo que me entristece. Nunca había entrado en un anticuario con tanta personalidad como en el tuyo.
- Gracias, ojala pensara así mas gente. – me lamente.
El teléfono de Tom sonó en ese momento, el miro la pantalla e hizo una mueca con su cara.
- ¿Quién es? – pregunte curiosa levantando la vista para mirar quien era.
- Es mi agente. – dijo sin dejar de mirar la pantalla.
- ¿Y no vas a cogerlo?
- … - me miro y luego descolgó el teléfono. – Hola… Lo sé… Estoy en la tienda… Si, otra vez… No, ya te dije que no… Lo sé… ¿Ya?… Vale, ahora voy.
Guardo el teléfono en su bolsillo y resoplo con desgana.
- Me tengo que ir, el pesado de mi agente me necesita. – dijo rodando los ojos.
- Vale, pues entonces nos vemos mañana.
- A las 4, no lo olvides.
- No se me podría olvidar.
Tom se ríe y se enfunda con sus ropas de negro para no ser reconocido por nadie.
- Oye Scarlet. – dice ya en la puerta. - ¿Cómo iras vestida?
- ¿Vestida? - Frunzo el ceño ante su pregunta. – No lo sé, aun no lo he pensado.
- ¿Me podrías enviar un mensaje mañana diciéndomelo? Si puede ser no por la madrugada.
- Claro, te lo enviare. – digo riéndome aun sin comprender para que lo quiere saber.
- Bien, entonces me voy ya.
- Hasta mañana.
Tom sale de la tienda y desde el otro lado del cristal se despide de mí antes de guardar las manos en los bolsillos e irse caminando. Vuelvo al sofá donde me quedo sentada un rato, esperando a que alguien tenga ganas de entrar en la tienda. Para variar no viene nadie, cosa que no me sorprende en absoluto. Me paso todo el día sola, a excepción de la comida que voy a mi habitual restaurante de enfrente y donde ya me conozco a bastante gente. El resto del tiempo me lo paso pensando en cómo será mañana y en el futuro tan efímero que le queda a mi tienda.
ESTÁS LEYENDO
Luna de óxido
FanfictionScarlet Dale es una joven de 26 años que dirige una tienda de antigüedades en Nueva York, ya que su pasión son las cosas antiguas y la historia. Es espontanea y algo torpe con las palabras, y aún debido a su truculento pasado es fuerte, luchadora y...