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El resplandor de la luz del sol que entraba por la ventana entre abierta de la habitación logró despertar al menor que se removió con una comodidad excepcional en esa inmensa cama. Abrió los ojos de golpe al sentir como aún no había terminado por caerse de allí, ya que normalmente terminaba cayéndose de su cama ya que era individual y no extremadamente grande como esa en la que se encontraba. Notó como no se encontraba para nada en su habitación y mucho menos en su propia casa. Se incorporó sentándose mientras recostaba su espalda en el respaldo de la cama tallando sus ojos con suavidad con sus manos, bostezo y después terminó por levantarse de la cama para dirigirse a una de las puertas de la inmensa habitación. Al abrirla vio el interior notando que era nada menos que el baño. Entró cerrando la puerta con seguro detrás suyo y después se aseó. Al terminar de enrollarse la toalla por la cintura recordó que no se encontraba en su casa y no tenía otra cosa más para ponerse. Maldijo mentalmente mientras caminaba de un lado a otro por la habitación viendo las cosas del interior con mucha curiosidad. Escuchó una puerta abrirse detrás suyo, volteó su mirada al instante encontrándose con la mirada más que sorprendida del mayor que lo vio fugazmente y se giró de golpe cuando notó como al menor se le cayó la toalla por las piernas.

El menor se sonrojó por completo como todo un tomate para agacharse, tomar la toalla y volverla a colocar al rededor de su cintura. En ese momento solo deseaba que la tierra se lo tragara, el primer chico del cual estaba atraído lo había visto desnudo. Se sentía demasiado avergonzado que no quería ni verlo así que por eso estaba cabizbajo.

—Preparé algo para desayunar, ¿te apetece acompañarme? -preguntó el mayor rompiendo el incómodo silencio en el que había quedado.

Itadori no sabía cómo reaccionar y simplemente asintió. Pero recordó que el mayor no le estaba viendo, simplemente era un chico torpe. —Está bien -respondió con nerviosismo. El mayor volteó suavemente sobre sus talones para ver al menor frente a él que se encontraba cabizbajo.

—Sígueme -trató de no hablar sobre el tema que literalmente lo había visto por completo al desnudo para no incomodar mucho más al menor de lo que ya estaba.

El menor asintió y comenzó a caminar cabizbajo siguiendo al mayor. Chocó contra la espalda del mayor cuando este se detuvo de golpe. Enserio se sentía como un completo estupido cuando estaba junto al menor, que hasta había olvidado ser cortes con su invitado y brindarle algo de ropa limpia para que pudiera vestirse.

Después de que el menor se vistió en el baño privado del mayor con la ropa que este le había brindado, salió con nerviosismo del baño acariciando uno de sus brazos con su mano con suavidad estando cabizbajo. El mayor lo vio como si se tratara de un ángel frente a él. Con ese jean oscuro roto de las rodillas y esa camiseta blanca que le quedaba algo pegadiza a su pecho se veía completamente hermoso. A los ojos que Gojo Satoru ese era el chico más hermoso que había visto en toda su vida, y vaya que había conocido a muchísimas más personas mucho antes de conocer al menor frente a él. Rápidamente negó varias veces mientras desviaba su mirada hacia otro lado.

Desayunaron el almuerzo al estilo americano que el mayor había preparado para los dos temprano por la mañana cuando se despertó para sorprenderlo. Lo veía de reojo mientras el menor comía sonriendo varias veces al probar la riquísima comida que su mayor le había brindado, en realidad aunque fuera una comida muy común y sencilla de preparar le había parecido exquisita al gusto del menor. Comieron con tranquilidad y en silencio.

—Estuvo delicioso Gojo-san -admitió sonriendo levemente el menor. Gojo mostró su hermosa y maravillosa sonrisa única cuadrada al menor logrando hacerlo sentir nervioso.

—Me alegra que te gustara -sonrió con emoción el mayor levantándose de su mismo lugar mientras tomaba los platos de los dos para llevarlos hasta él lavavajillas y dejarlos allí sin más para volver frente a él menor. Se quedaron vario rato viéndose fijamente, se veía el brillo natural y hermoso en los ojos de los dos con el simple hecho de estarse viendo con el contrario. Itadori saltó en su mismo lugar, alzó su muñeca rápidamente frente a su mirada para ver la hora. Se maldijo mentalmente levantándose con rapidez de la mesa.

—Olvidé que tengo clase a esta hora -confesó mientras reverenciaba varias veces frente al mayor.

Gojo rió levemente al notar la desesperación del menor después de recordar que posiblemente se habría perdido su primera clase de ese mismo día. —No te preocupes, puedo llevarte si me lo permites -se levantó rodeando la mesa para colocar su mano con suavidad encima de la cabeza del menor que aún reverenciaba. Alzó su mirada cruzándola con la del mayor que se encontraba frente a él. Se tensó en su mismo lugar mientras sus mejillas se tornaban de un tono rojo carmesí al instante.

—Por favor -pidió desviando su mirada de la del mayor. Este sonrió con ternura revolviendo los cabellos del menor con una de sus manos. Lo tomó del brazo con suavidad y lo jaló junto a él para caminar y salir de su departamento. Bajaron por el ascensor hasta el estacionamiento, entraron a su automóvil y comenzó a conducir rápidamente a la dirección que el menor le había mencionado donde se encontraba su universidad.

Después de un viaje medio largo y estresante por el tráfico de la mañana lograron llegar, un poco más tarde de lo habitual. —Toma, para que comas de snack cuando tengas tiempo -le brindó unos tres paquetes de barras de fresa que había tomado de su alacena en casa para regalárselas. El menor sonrió de oreja a oreja mientras se quitaba el cinturón de seguridad, las tomó con felicidad y después las guardo en la mochila que el mayor le había prestado por ese día, ya que la suya se había quedado en su casa.

—Gracias -sonrió el menor abriendo la puerta para poder salir de allí.

El mayor bajó el vidrio de su automóvil para poder hablarle al menor antes de que se fuera. Notó como conocía esa universidad de hace tiempo, trató de pensar de donde más la conocía hasta que recordó que era en la misma en donde Sukuna estudiaba. Rió al pensar lo pequeño que el mundo podía ser. —Espero que las disfrutes -admitió el mayor mientras el menor agachaba su espalda para recargarse con sus brazos en la ventanilla.

—Lo haré -sonrió tiernamente. —Muchas gracias.

—¿Por qué agradeces? -preguntó el mayor con curiosidad.

—Por todo -respondió el menor sonriente y después se despidió agitando su mano para alejarse del automóvil.

Mientras que el mayor sonreía de oreja a oreja al verlo alejarse para entrar al enorme edificio frente a él.

A lo lejos sentado bajo un árbol junto a sus amigos había un Sukuna viendo esa escena justo al momento en que reconoció ese auto lujoso deportivo frente a su escuela. Fruncía el ceño con el solo hecho de verlos juntos. El mayor condujo para después alejarse de allí e ir a hacer cosas que tuviera pendientes antes de ir a su trabajo. Iría primero a su empresa sin más para ver cosas que tenía pendientes en hacer y cosas tipo de eso. Pero en realidad no estaría tan concentrado por el simple hecho de no poder lograr sacar de su mente al menor, solo quería volver a verlo pronto porque aunque sólo hayan pasado unas cuantas horas de haber estado junto a él ya lo extrañaba.

Love with flaws; GoYuu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora